“A House of Dynamite”: el thriller nuclear de Kathryn Bigelow que nos recuerda que el fin del mundo sí es una posibilidad
Con una narrativa tensa y fragmentada, la directora ganadora del Óscar disecciona los fatídicos 18 minutos que decidirían el futuro de la humanidad ante un ataque nuclear inminente
“A House of Dynamite”, el nuevo filme de Kathryn Bigelow, no es solo una obra de ficción: es un recordatorio aterrador y visceral de la fragilidad de nuestra existencia nuclear. Con su singular mezcla de periodismo dramatizado, tensión militar y verosimilitud devastadora, la ganadora del Óscar (“The Hurt Locker”, “Zero Dark Thirty”) vuelve a colocarnos en el centro de una crisis global real —con una ventana de apenas 18 minutos para evitar la catástrofe definitiva.
Una cuenta regresiva aterradora
La premisa no podría ser más inquietante: un misil intercontinental no identificado ha sido lanzado desde algún lugar del Pacífico, y su trayectoria apunta directamente al corazón de los EE.UU., a Chicago. Desde el momento en que se detecta el misil hasta el impacto hay apenas 18 minutos, y la cadena de mando estadounidense debe decidir cómo actuar.
Bigelow nos lanza de lleno a este escenario escalofriantemente real mediante una estructura narrativa dividida en tres actos, cada uno desde una perspectiva distinta: el centro de mando militar, el asesor de seguridad nacional y finalmente el presidente.
“No se trata de dramatizar innecesariamente; los hechos ya son lo suficientemente terroríficos en sí”, declaró Bigelow en el Festival de Venecia, donde se estrenó la película. Y tiene razón. Nueve países poseen armas nucleares hoy en día y la doctrina del mutual assured destruction (destrucción mutua asegurada) sigue vigente, aunque al margen del interés popular.
Kathryn Bigelow y su obsesión por las estructuras de poder
No es la primera vez que Bigelow aborda las tensiones entre arte, política y fuerzas armadas. Ya lo hizo con elegancia quirúrgica en “K-19: The Widowmaker”, “The Hurt Locker” y “Zero Dark Thirty”. Pero con “A House of Dynamite”, se desplaza desde el terreno bélico hacia la amenaza total: la aniquilación completa de una ciudad, y posiblemente del país, a manos del armamento más letal jamás creado.
“Siempre empiezo con una pregunta que me obsesiona”, explicó Bigelow. “Y para poder responderla, tengo que hacer una película”. En este caso, la pregunta fue: ¿cómo responde el sistema más sofisticado del mundo en menos de veinte minutos?
Un rompecabezas narrativo en 3D: la estructura Rashomon
El guion, escrito por Noah Oppenheim, expresidente de NBC News y guionista de “Jackie”, opta por una estructura a lo Rashomon. Se nos muestra el mismo suceso desde tres puntos de vista cronológicamente idénticos pero emocional y estratégicamente divergentes: el equipo militar que detecta el misil, el alto mando político que intenta encontrar al agresor, y finalmente el propio presidente (interpretado por Idris Elba) que debe decidir cómo responder.
Este enfoque secuencial refuerza lo insignificante que es la rutina cuando una amenaza inminente acecha. El café de las mañanas, los correos pendientes, incluso una colonoscopía programada para el secretario de seguridad nacional, pierden todo sentido ante la posibilidad de que una ciudad entera desaparezca en minutos.
Humanizar la catástrofe
Un gran acierto del filme es la humanización de sus personajes. No son superhéroes ni autómatas de guerra. Son personas comunes y corrientes, debilitadas por penas personales, responsabilidades e imperfecciones humanas. Olivia Walker (Rebecca Ferguson), la oficial a cargo del centro de monitoreo en la Casa Blanca, ha pasado la noche con su hijo enfermo. El secretario de Defensa (Jared Harris) apenas puede concentrarse, sumido en el duelo por su esposa e ignorando llamadas de su hija. Y el asesor de seguridad nacional suplente (Gabriel Basso) ni siquiera debía trabajar ese día.
“Detrás de cada uniforme hay una historia, una vida”, resalta Bigelow. El guion se asegura de recordarnos que incluso las personas que tienen que decidir la supervivencia de millones no están exentas del caos emocional cotidiano.
El poder inquietante del botón nuclear
Uno de los ejes centrales del filme es la paradoja nuclear: solo el presidente tiene la autoridad para lanzar un contraataque. Y, sin embargo, según confesaron exoficiales consultados para el guion, past presidentes han dedicado “menos de una hora” a entrenarse para este escenario apocalíptico.
La pregunta no es solo técnica; es filosófica y profundamente ética: ¿puede una sola persona tener en sus manos el destino de la humanidad?
¿Quién lanzó el misil?
En un movimiento deliberadamente ambiguo, la película jamás revela la identidad del agresor. Se especula con Corea del Norte, Rusia, un ataque autónomo... incluso un acto individual de venganza. “No queríamos tomar partido; queríamos mostrar el sistema y cuestionarlo”, explicó Bigelow.
La ambigüedad funciona porque el foco nunca es el enemigo, sino el mecanismo de respuesta. O, como diría Bigelow: “Nosotros mismos somos nuestros mayores villanos”.
Crítica a la desinformación y apatía colectiva
“A House of Dynamite” no es sutil en su mensaje. Arranca incluso con letras en pantalla recordándonos que durante décadas hubo tratados para reducir armas nucleares, pero ese movimiento está, en palabras del filme, “terminado”.
El espectador no puede evitar recordar lo cerca que hemos estado varias veces de catástrofes nucleares: desde la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962, pasando por los errores de interpretación en satélites rusos en los años 80, hasta las tensiones actuales con potencias como China y Rusia.
Comparaciones inevitables: de Dr. Strangelove a Oppenheimer
La película se une a una larga tradición de cine nuclear. Desde la sátira mortal de “Dr. Strangelove, o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba” (1964), hasta la reciente “Oppenheimer” (2023), el cine ha usado la amenaza atómica para cuestionar a los gobiernos, el militarismo y la propia condición humana.
Sin embargo, la apuesta de Bigelow es más urgente. Ya no se trata de sátira o biografías históricas: es plantear cómo procederíamos hoy, simulando en tiempo real un hecho que, por estadística o error humano, podría ocurrir cualquier mañana.
Un reparto potente, una tensión en declive
El elenco es formidable: Tracy Letts, Greta Lee, Jason Clarke, Anthony Ramos y Jared Harris aportan una densidad emocional necesaria. Sin embargo, hacia el final, la película pierde impacto. La repetición del mismo evento desde varias perspectivas debilita la tensión inicial. Lo que comienza como un thriller inquietante se diluye, y ni siquiera Idris Elba, magnífico actor, puede anclar los tramos más ambiguos del guion final.
En palabras de la crítica de cine Jessica Kiang: “La estructura que inicialmente electrifica, acaba por ahogar el clímax narrativo”.
Una llamada de atención fílmica
A pesar de sus limitaciones, “A House of Dynamite” cumple su cometido principal: incomodarnos. Porque el arma más peligrosa no es la bomba atómica, sino la indiferencia colectiva. Como sociedad, nos hemos acostumbrado a una amenaza latente que merecería discusiones prioritarias día tras día.
Y si una obra de ficción puede remover conciencias mejor que una nota diplomática, entonces el cine aún puede salvarnos.
“A House of Dynamite” está actualmente en cines y se estrena en Netflix el 24 de octubre.
Duración: 112 minutos
Calificación: R (por lenguaje)
Valoración crítica: ⭐⭐⭐½ sobre ⭐⭐⭐⭐