La ONU en crisis: recortes, liderazgo y el desafío de reinventarse en un mundo dividido

Mientras EE.UU. corta fondos y la fuerza de paz se reduce, emerge Rebeca Grynspan con una candidatura que promete renovar el multilateralismo desde América Latina

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En un momento de profundos cambios globales, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se enfrenta a una encrucijada histórica. Con el anuncio de drásticos recortes en sus operaciones de paz debido a la reducción del financiamiento estadounidense y la presentación de una candidata latinoamericana a la Secretaría General, el sistema multilateral del post-Segunda Guerra Mundial podría estar en camino a una transformación crucial.

Recortes en momentos de necesidad

La ONU anunció recientemente que reducirá en un 25% su fuerza de mantenimiento de la paz, lo que implica retirar entre 13,000 y 14,000 efectivos militares y policiales de misiones activas alrededor del mundo. Esta medida se toma tras la decisión de Estados Unidos —el mayor contribuyente al presupuesto de operaciones de paz— de limitar su financiamiento a $680 millones, frente a los $1,000 millones del año anterior.

Este cambio forma parte de un realineamiento estratégico con la visión de política exterior de “America First” del expresidente Donald Trump.

“Nuestro compromiso es estratégico. Financiaremos lo necesario, pero no cada operación que no represente nuestros intereses directos”, señalaba el embajador estadounidense Mike Waltz, según fuentes oficiales de la ONU.

Actualmente, la ONU mantiene más de 50,000 “cascos azules” desplegados en nueve misiones activas, incluidas zonas problemáticas como la República Democrática del Congo, Mali y el sur del Líbano. La reducción afectará de manera dispar a cada operativo, priorizando aquellas áreas de interés prioritario para los países financiadores, como Estados Unidos y China.

¿Cuál es el impacto de esto en el terreno?

Organismos humanitarios y expertos en seguridad advierten que la salida de personal desplegado puede significar una pérdida de estabilidad en regiones propensas a conflictos. Por ejemplo, en Sudán del Sur, donde la ONU ha sido un amortiguador esencial entre facciones armadas, o la República Centroafricana, donde la presencia internacional ha impedido masacres de civiles.

“No hablamos simplemente de retirar tropas: hablamos de dejar desprotegidas comunidades enteras”, subrayó Richard Gowan, analista de International Crisis Group. “La ONU está siendo debilitada en un momento donde más se le necesita”.

Rebeca Grynspan: ¿la voz de América Latina que necesita la ONU?

En contraste con el debilitamiento institucional, una nueva figura emergió para renovar el liderazgo global. Se trata de Rebeca Grynspan, exvicepresidenta de Costa Rica y actual secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

El gobierno de Costa Rica anunció oficialmente su candidatura a la Secretaría General de la ONU, con el respaldo de una carrera que combina diplomacia, desarrollo sostenible e incidencia global. Es la primera vez que una mujer costarricense, y una de las pocas latinoamericanas, se postula para dirigir la organización multilateral más importante del mundo.

Conozco la ONU lo suficiente como para reformarla y también defenderla”, declaró Grynspan durante una conferencia de prensa en San José. “Hoy, ser multilateralista significa también ser reformista”.

¿Quién es Rebeca Grynspan?

  • Vicepresidenta de Costa Rica de 1994 a 1998, durante la administración de José María Figueres.
  • Funcionaria del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), donde se desempeñó como administradora adjunta y directora regional para América Latina y el Caribe.
  • Secretaria General de UNCTAD desde 2021.
  • Facilitadora clave en el acuerdo de exportación de granos entre Ucrania y Rusia, en medio de la guerra en Europa del Este, según el entonces Secretario General António Guterres.

Con fuertes lazos diplomáticos y una reputación internacional destacada, Grynspan entra a la contienda en un contexto donde las potencias globales buscan redefinir el papel del sistema multilateral, cuestionado por su lentitud burocrática y falta de respuesta ante emergencias globales como pandemias, conflictos armados y crisis climáticas.

Una ONU fragmentada entre potencias

Además del recorte estadounidense, se ha confirmado que China aportará su contribución completa antes de fin de año, lo que consolida al gigante asiático como un actor clave en la estructura financiera de la ONU. Entre EE.UU. y China sostienen casi la mitad del presupuesto de las operaciones de paz.

Este nuevo equilibrio hace pensar que el liderazgo multilateral ameritará no solo diplomacia, sino habilidad para gestionar una organización cuya dependencia financiera ya no está cien por ciento en Occidente.

La ONU está atrapada entre promesas vacías y necesidades urgentes”, escribió Louise Arbour, ex Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, en un artículo reciente. “Sin reforma en su gobernanza ni nuevos liderazgos, su credibilidad se desmoronará junto con los recursos”.

¿América Latina al rescate del multilateralismo?

Con Grynspan en la carrera y los recortes financieros en marcha, América Latina parece reclamar un espacio más protagónico en la arena global. En las últimas décadas, el liderazgo de la región en la ONU ha sido limitado, si bien se han destacado figuras como Javier Pérez de Cuéllar (Perú), quien fue Secretario General entre 1982 y 1991. Desde entonces, ningún latinoamericano ha ocupado el cargo máximo.

La candidatura de Grynspan no solo representa aspiraciones costarricenses. También marca una demanda sostenida en América Latina de representación y voz en órganos que históricamente han estado bajo dominio de potencias tradicionales.

“El multilateralismo no está muerto, pero sí fragmentado. Es momento de reconstruirlo con nuevos actores, incluidos los países del Sur Global”, opinó Andrés Serbin, presidente de CRIES (Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales).

El desafío de una ONU sostenible

Ante recortes presupuestarios y liderazgo transicional, el futuro de la ONU parece pender de un delicado equilibrio: entre dependencia financiera, relevancia geopolítica y legitimidad institucional. Reformas clave, como la democratización del Consejo de Seguridad, la actualización de mandatos de operaciones de paz y la adaptación tecnológica de la burocracia multilateral, siguen pendientes.

Al mismo tiempo, desafíos como el cambio climático, las pandemias y los conflictos regionales requieren una coordinación internacional efectiva y una ONU revitalizada, capaz de actuar con rapidez, legitimidad y autoridad moral.

¿Y ahora qué?

La reducción de las fuerzas de paz refleja no solo un conflicto financiero, sino una crisis de confianza del sistema internacional. La candidatura de Grynspan, en este marco, representa una pequeña pero significativa esperanza para el cambio. Si logra obtener respaldo —no solo diplomático sino comunitario— podríamos ver el inicio de una ONU menos burocrática, más sensible al Sur Global y con liderazgo femenino en tiempos de profundas divisiones globales.

¿Será suficiente? El tiempo —y la diplomacia— lo dirán.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press