Premios MacArthur 2025: el genio está en la comunidad

Artistas, científicos y activistas transforman sus entornos y son reconocidos con el prestigioso ‘Genius Grant’ de $800,000

Entre libros, cámaras, ecuaciones y protestas, hay un hilo invisible que conecta a las 22 personas galardonadas con la Beca MacArthur 2025: el compromiso visceral con sus comunidades. Año tras año, la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur otorga este reconocimiento, conocido como el “premio al genio”, a individuos cuyas ideas transformadoras y trabajos inusuales están reconfigurando la forma de ver y construir el mundo.

¿Qué es la Beca MacArthur?

La Beca MacArthur, establecida en 1981, otorga desde entonces una asignación de 800,000 dólares —libres de condiciones— a quienes considera visionarios. El dinero se distribuye en un lapso de cinco años. No hay postulaciones. De hecho, los seleccionados muchas veces se enteran del premio con un llamado inesperado. La selección se realiza en secreto, a partir de recomendaciones de colegas y evaluaciones anónimas durante varios meses.

“No construimos cada clase alrededor de una temática”, explicó Marlies Carruth, directora del programa MacArthur Fellowship. “Pero este año, la empatía y el compromiso profundo con sus comunidades son protagonistas evidentes”.

La genialidad de trabajar desde lo local

Tonika Lewis Johnson es una artista visual de Chicago cuyo trabajo evidencia el impacto histórico y presente de la segregación racial en su ciudad natal. Johnson fue sorprendida con la llamada de la fundación mientras manejaba: “Este premio valida que mi barrio, Englewood, un vecindario negro del que siempre se dice que es peligroso, también produce genios”.

Sus proyectos incluyen fotografías de domicilios equivalentes en el norte y sur de Chicago, instalación de arte público y activismo urbano para visibilizar prácticas de vivienda predatorias.

La ciencia puertorriqueña que traspasa fronteras

El científico atmosférico Ángel F. Adames Corraliza, de origen puertorriqueño y profesor en la Universidad de Wisconsin–Madison, también fue incluido en la lista. Su investigación ha iluminado patrones climáticos tropicales hasta ahora poco comprendidos: “Recibí la noticia cuando pensaba en reducir mis proyectos por falta de fondos estatales. Esto cambia mi camino”.

Él es parte de una generación de científicos latinoamericanos cuyas contribuciones han sido subestimadas, y este reconocimiento abre nuevas oportunidades para investigaciones climatológicas más precisas en zonas vulnerables.

El dolor y la vida en una misma llamada: Nabarun Dasgupta

Nabarun Dasgupta, epidemiólogo de Carolina del Norte, había salido de una reunión donde compartió la noticia del fallecimiento de un colega antes de recibir la llamada que lo convertía en becario MacArthur. Su trabajo incluye herramientas para identificar sustancias no reguladas en drogas callejeras y abordar la crisis de opioides desde la reducción de daños.

“A veces, tienes que darte ánimos solo para salir de la cama. Y otras veces, el universo grita que lo que estás haciendo funciona” — Nabarun Dasgupta

Narrar lo invisible: Matt Black y Garrett Bradley

La imagen también puede politizar. El fotógrafo Matt Black, conocido por sus potentes imágenes en blanco y negro sobre la pobreza e inequidad en Estados Unidos, ha recorrido zonas rurales documentando historias que con frecuencia quedan fuera del radar mediático.

Por su parte, la cineasta Garrett Bradley entreteje registros de archivo y videos personales para contar historias íntimas sobre la experiencia afroamericana. Sus obras han sido reconocidas en Sundance y otras plataformas por su innovación estética y profundidad emocional.

Tommy Orange: la literatura urbana indígena

Con su novela bestseller “There There”, Tommy Orange dio un giro inesperado a la narrativa indígena, al situarla en el contexto urbano de Oakland, California. Sin romanticismos ni márgenes, su obra cuenta las historias pasadas y presentes de comunidades nativoamericanas del área de la bahía. La novela fue finalista del Premio Pulitzer.

Desde la matemática al activismo: perfiles diversos

Entre los galardonados también se encuentran:

  • Lauren K. Williams, matemática que trabaja con combinatoria algebraica y su uso en otras disciplinas.
  • William Tarpeh, ingeniero químico que creó un sistema para convertir aguas residuales en productos útiles.
  • Kristina Douglass, arqueóloga que explora prácticas de conservación indígena frente al cambio climático.
  • Hahrie Han, politóloga que estudia cómo conectar a ciudadanos desde diferencias ideológicas.
  • Teresa Puthussery, neurobióloga que descubrió nuevas células en la retina cruciales para la visión humana.

Redefiniciones desde el arte y la ciencia

Estos premios demuestran que la genialidad y la transformación social no se limitan a una sola disciplina. Gala Porras-Kim, por ejemplo, desafía las convenciones museísticas a través de arte interdisciplinario que reinterpreta lo que se preserva o se olvida en la historia cultural. Jeremy Frey, otro galardonado, mantiene viva la cestería tradicional wabanaki al tiempo que la reinventa, ampliando su lenguaje patrimonial.

Asimismo, Jason McLellan trabajó directamente en el diseño estructural de proteínas virales que fueron clave para vacunas de COVID-19 y otros virus, mientras que el astrofísico Kareem El-Badry tenía apenas 31 años cuando fue reconocido por su participación en nuevas metodologías para estudiar la formación de estrellas.

El impacto de estos premios más allá del dinero

Si bien los $800,000 dólares ofrecen una plataforma para continuar proyectos sin precauciones financieras, el impacto psicológico y comunitario parece aún más importante. “Este reconocimiento, sin que uno tenga que postularse ni competir, es una confirmación silenciosa de que el trabajo honesto y comprometido importa”, expresó Ángel Adames.

Y como señaló Tonika Lewis Johnson, este tipo de premio también cambia percepciones sobre comunidades enteras: “Me dicen que aquí, en medio del sur de Chicago, hay genios. No solo sobrevivimos, también soñamos”.

El poder silencioso del trabajo comunitario

Quizás el valor más profundo de este premio sea que ilumina formas de trabajo usualmente invisibles en los premios tradicionales. No se trata solo de talento, sino de implicarse con el presente. Es un recordatorio de que, en un tiempo marcado por polarizaciones, conflictos y fatiga cultural, hay quienes fijan su mirada en lo pequeño para crear lo monumental.

Personas que improvisan con teclados, ecuaciones, mapas o historias. Que hacen del conocimiento un acto de amor público. Para ellos, el concepto de “genio” no se reduce a la mente, sino que se extiende al corazón que late por los demás.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press