¿Paz duradera o tregua temporal? El acuerdo entre Israel y Hamas a prueba
Un análisis del complejo camino hacia la paz en Gaza, los intereses en juego y lo que podría deparar el futuro
Una tregua anhelada tras años de horror
Después de más de dos años de una guerra devastadora, un rayo de esperanza parece asomar sobre la Franja de Gaza. Un acuerdo entre Israel y Hamas, impulsado bajo presión internacional, ha logrado lo que muchos creían imposible: pausar las hostilidades. Pero, ¿estamos realmente ante el inicio de una paz duradera o simplemente frente a una tregua temporal condenada al fracaso?
¿Qué contempla el acuerdo?
Este «acuerdo de fase uno», aún no completamente revelado al público, contempla la liberación inmediata de los últimos 20 rehenes israelíes vivos que aún permanecen en poder de Hamas, a cambio de la liberación por parte de Israel de cientos de prisioneros palestinos. Además, se permitirá la entrada de cientos de camiones con ayuda humanitaria a Gaza, una región al borde del colapso humano con más de 2 millones de habitantes sumidos en la pobreza y el desplazamiento.
Sin embargo, esto es solo el comienzo. Todavía queda por definir el futuro político y militar de Gaza, una región marcada durante décadas por la ocupación, el bloqueo y los conflictos armados.
La presión internacional: un factor clave
La comunidad internacional ha jugado un rol decisivo en este acuerdo. Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía, entre otros, han empujado a ambas partes hacia la mesa de negociaciones. El presidente estadounidense Donald Trump incluso ha prometido un plan de 20 puntos para garantizar una "paz fuerte, duradera y eterna".
Entre los elementos esenciales del plan de Trump figuran el reemplazo del gobierno de Hamas por tecnócratas palestinos, la creación de una fuerza de seguridad internacional liderada por países árabes y la reconstrucción masiva de Gaza supervisada por un cuerpo denominado Consejo de Paz, posiblemente dirigido por el ex primer ministro británico Tony Blair.
El reto del desarme: ¿es realista?
Uno de los principales obstáculos es el desarme de Hamas. Israel ha sido categórico: no permitirá el final de su campaña mientras el brazo armado del grupo islamista siga intacto, incluyendo las redes de túneles y almacenamiento de cohetes.
De forma sorprendente, fuentes cercanas a las negociaciones afirman que Hamas podría haber aceptado desmantelar ciertas armas ofensivas bajo la supervisión de un comité palestino-egipcio. Sin embargo, cualquier concesión de este tipo debe ser contrastada con la narrativa que Hamas ha construido durante años en torno a la “resistencia armada”.
Para ponerlo en contexto, desde 2007 Hamas ha gobernado Gaza con puño de hierro tras expulsar violentamente a los miembros de Fatah. Su brazo militar, las Brigadas al-Qassam, ha librado al menos cuatro guerras contra Israel, y resistirse al desarme es parte central de su ideología.
¿Y el futuro de la gobernabilidad en Gaza?
Israel ha dejado claro que no permitirá que Gaza sea gobernada nuevamente por Hamas, pero también rechaza que la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania, asuma el control por temor a una posible declaración de un Estado palestino soberano.
Ante ese dilema, surge la posibilidad de una administración temporal integrada por tecnócratas palestinos y supervisada por el Consejo de Paz. Este órgano tendría la misión de liderar la reconstrucción del enclave costero y reemplazar, al menos transitoriamente, a los actores políticos existentes. No obstante, Hamas y muchos palestinos consideran esta iniciativa como impuesta y contraria a su derecho a la autodeterminación.
Reacciones sobre el terreno: esperanza contenida
En Israel, la noticia ha sido recibida con júbilo por los familiares de los rehenes. En Gaza, en cambio, domina la cautela. Aunque hay alivio por la interrupción de los bombardeos y la entrada de ayuda humanitaria, persisten las dudas sobre si el alto el fuego será respetado por ambas partes.
"No podemos celebrar mientras nuestras casas están en ruinas y nuestros hijos aún tienen miedo de dormir por las noches", comentaba un residente de Khan Younis. Según la ONU, más del 70% de los edificios gubernamentales y hospitales fueron destruidos durante los bombardeos israelíes desde 2022.
Los riesgos de un limbo prolongado
Si el proceso de transición política y militar no se concreta con rapidez, Gaza corre el riesgo de quedar atrapada en una especie de limbo o «zona gris» geopolítica donde ni Hamas desaparecería ni Israel se retiraría por completo. Este escenario sería una receta para un nuevo ciclo de violencia y una excusa para mantener el bloqueo y suspender la reconstrucción.
En otras palabras, Gaza podría convertirse en un nuevo ejemplo mundial de "conflicto congelado", similar a lo ocurrido en regiones como Nagorno-Karabaj o la franja de Transnistria.
La sombra de una política hegemónica
Para algunos analistas, el plan promovido por Trump favorece de forma evidente los intereses de Israel. No contempla la creación de un Estado palestino viable ni la devolución de territorios ocupados. Según un informe del International Crisis Group, "el enfoque actual parece más orientado a reformular la dinámica del control sobre Gaza que realmente a resolver el conflicto desde la raíz".
Además, figuras del gabinete de Netanyahu se han manifestado abiertamente a favor de mantener parte del control militar en Gaza, especialmente en el corredor de Filadelfia, una franja estratégica en la frontera con Egipto.
¿Paz real o una pausa estratégica?
Las experiencias pasadas entre Israel y Hamas deben hacernos prudentes. Los acuerdos anteriores, como el de El Cairo en 2014, lograron pausas temporales, pero nunca pusieron fin al conflicto. Sin confianza mutua, cualquier error de cálculo, cualquier ataque no autorizado, puede volver a encender la mecha.
El equilibrio alcanzado es frágil. Como afirman los expertos del Carnegie Endowment for International Peace: «Los acuerdos diseñados sin legitimidad local ni cumplimiento sostenido tienden a resquebrajarse ante la primera crisis».
La comunidad internacional: vigilante pero limitada
El rol de los garantes internacionales será crucial en este proceso. Si Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía mantienen presión constante sobre ambas partes, puede que esta tregua evolucione en una transición más sólida. Pero las agendas variopintas de los actores internacionales y sus propios intereses dificultan una acción coordinada y sostenida a largo plazo.
El corazón del asunto: las personas
Más allá de los actores armados y diplomáticos, no debemos olvidar a las verdaderas víctimas: los civiles. Desde 2022, se calcula que más de 30,000 palestinos han muerto en la Franja de Gaza, y cerca de 80% de la población ha sido desplazada interna o externamente. La infancia en Gaza sufre una de las tasas más altas de estrés postraumático en el mundo, según UNICEF.
En Israel, las cicatrices del trauma por los rehenes aún están presentes en las familias y en la opinión pública. El apoyo al gobierno de Netanyahu ha caído drásticamente, y muchas voces culpan al liderazgo por el manejo del conflicto.
Una oportunidad crítica
La situación actual representa una fugaz ventana de oportunidad. No es una solución final, ni garantiza una paz perpetua, pero si no se aprovecha adecuadamente, podríamos volver a una etapa aún más violenta, donde la reconstrucción no solo sea inalcanzable... sino, sencillamente, impensable.
Como dijo una vez el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan: “La violencia solo engendra más violencia. La paz requiere valentía, pero aún más requiere voluntad.”