Aonishiki Arata: El ucraniano que conquista Japón en el mundo del sumo

Con solo 21 años, Danilo Yavhushyshyn se perfila como una promesa imparable del sumo, la milenaria disciplina japonesa, en medio del conflicto que azota a su país natal

Un viaje de Ucrania a Japón impulsado por la pasión por el sumo

Danilo Yavhushyshyn no es un nombre común en Japón, pero su alter ego Aonishiki Arata empieza a resonar con fuerza en los dohyōs (ring de sumo) nipones. Con solo 21 años, este joven ucraniano ha dejado una huella temprana en uno de los deportes más antiguos y tradicionales del país.

Originario de Vinnytsia, una ciudad en el centro-oeste de Ucrania, descubrió el sumo a la edad de seis años. Aunque Ucrania es más conocida por su fuerte presencia en la lucha olímpica, en especial la grecorromana, el interés de Danilo por el sumo fue más intenso, una pasión poco habitual en su país pero latente.

Tras el estallido de la invasión rusa a gran escala en 2022, Yavhushyshyn tomó una de las decisiones más trascendentales de su vida: dejar su tierra natal y trasladarse a Japón, impulsado por una amistad forjada en un torneo en 2019 con un luchador japonés.

De novato a promesa: la evolución de Aonishiki

Una vez en Japón, Danilo adoptó el nombre de combate japonés Aonishiki Arata, una práctica común entre luchadores extranjeros. Desde entonces, ascendió velozmente en los rangos de sumo, gracias a su disciplina férrea, adaptación a la cultura nipona y habilidades físicas excepcionales.

En palabras de Aonishiki durante una reciente rueda de prensa en el Foreign Correspondents’ Club de Tokio:

“Mi país está pasando por un momento muy difícil. Sin embargo, soy un luchador de sumo y quiero hablar de sumo.”

A pesar de los repetidos intentos por vincular su figura pública a la situación de Ucrania, Aonishiki ha optado por centrar su discurso en el deporte, aunque reconoce que aspira a que su desempeño sirva de inspiración para los ucranianos — dentro y fuera del país.

Derrotando a los campeones: su hazaña histórica

Uno de los momentos más impactantes de su joven carrera llegó este año, cuando Aonishiki derrotó a Hoshoryu, uno de los mejores luchadores del país y actual yokozuna (el rango más alto en el sumo).

Hoshoryu, mongol de nacimiento, y Onosato, japonés, son los gladiadores dominantes en esta era del sumo. La victoria del joven ucraniano no solo sorprendió a la prensa especializada japonés, también le valió el respeto de la comunidad sumo en su conjunto.

Este tipo de logros no son menores en un deporte que valora profundamente la tradición, la jerarquía y la nacionalidad. Aunque peleadores extranjeros como los hawaianos Konishiki y Akebono, o los mongoles Asashoryu y Hakuho, han dominado etapas clave del sumo profesional, abrirse paso sigue siendo un reto cultural y logístico formidable.

Entrenamiento riguroso y desafíos diarios

La vida de un luchador de sumo está definida por la disciplina cotidiana. Aonishiki reveló algunos detalles de su rutina:

  • Entrena intensamente desde horas muy tempranas.
  • Aprendió japonés rápidamente y lo utiliza predominantemente en eventos públicos.
  • Puede levantar hasta 210 kilos en press de banca.
  • Actualmente pesa 125 kg, lo cual para un luchador de sumo es relativamente bajo, dado que muchos superan los 150 kg.

Sobre su dieta, comentó que busca aumentar unos 10 kg más, pero que no es tarea sencilla. “Es difícil comer más de lo que ya estoy comiendo”, dijo. “Puede ser incluso doloroso.”

Esta sinceridad sobre los desafíos no solo físicos, sino también mentales y emocionales de integrarse a la vida japonesa y la cultura del sumo, ha hecho que muchos lo vean no solo como una promesa deportiva, sino también como un símbolo de resiliencia.

Sumo y Ucrania: una relación nada superficial

Ucrania no es ajena al mundo de la lucha. Sus atletas han brillado especialmente en Grecorromana y en judo. De hecho, el último oro olímpico del país fue el de Zhan Beleniuk en los Juegos Olímpicos de Tokio (celebrados en 2021 por la pandemia) en lucha grecorromana.

Aonishiki explicó:

“Sumo es popular en Ucrania, pero es raro que alguien practique solo sumo. La mayoría combinan lucha o judo con el sumo.”

Esto abre una conversación interesante sobre el intercambio cultural en deportes de combate y cómo Japón se ha convertido en una plataforma internacional para talentos inusuales como el suyo.

Otro ucraniano, Shishi Masaru, también está escalando posiciones en el sumo profesional japonés, prueba de que esta influencia ucraniana podría deja una marca más profunda y duradera de lo esperado.

Una familia a salvo y un futuro en Japón

Mientras Aonishiki crece en los dohyōs japoneses, su familia se mantiene a salvo en Alemania desde que estalló la guerra. Aunque su enfoque diario está en el deporte, no oculta su deseo de regresar algún día a Ucrania, al menos de visita:

“Es el lugar donde nací, donde crecí. Es mi patria.”

Sin embargo, también expresó su deseo de obtener la ciudadanía japonesa “si fuera posible”, lo que puede abrir caminos inéditos para su permanencia futura en Japón dentro del sumo, que permite solo un número limitado de extranjeros por heya (establecimiento de sumo).

Cifras y contexto: ¿cuál es el peso de este logro?

Según cifras de la Japan Sumo Association, solo el 5-7% del total de luchadores registrados provienen del extranjero. Aunque en el pasado reciente han dominado los torneos, su presencia continúa generando debates en círculos más conservadores del deporte.

El sumo no es un deporte más: es una práctica impregnada de ritualismo shintoísta, códigos éticos y valores estéticos ilocalizables para los no japoneses. Por ello, que alguien tan joven como Aonishiki haya logrado no solo triunfar en el ring, sino también respetar las tradiciones y crear admiración genuina, lo convierte en un fenómeno a observar.

Una promesa con impacto geopolítico silencioso

A diferencia de otros deportistas ucranianos que usan sus plataformas para hacer llamados directos frente a la guerra —como la tenista Marta Kostyuk—, Aonishiki prefiere que su mensaje sea indetectable pero potente.

Al centrar su mensaje en el deporte y el trabajo duro, envía un mensaje de resistencia silenciosa: “Si yo como ucraniano puedo estar aquí en la élite del sumo japonés, ustedes también pueden resistir, levantarse y salir adelante.”

Desde Japón con fuerza, técnica y honor, Aonishiki Arata no solo se posiciona como un futuro yokozuna, sino como un embajador involuntario de esperanza para una nación en llamas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press