Arte, identidad y censura en Florida: la batalla de St. Petersburg por sus banderas inclusivas
Mientras el gobernador DeSantis elimina murales por considerarlos 'políticos', una ciudad desafía la narrativa defendiendo la diversidad y la memoria histórica.
Una ciudad que habla con colores
La ciudad de St. Petersburg, Florida, conocida por su vibrante comunidad artística y compromiso con la diversidad, se encuentra nuevamente en el centro de atención. Esta vez, no por sus festivales o playas, sino por una confluencia entre arte, política e historia. El Ayuntamiento votó recientemente la aprobación de dos nuevas banderas que representan a comunidades históricamente marginalizadas: la comunidad LGBTQ+ y la población afroamericana de la ciudad.
Las banderas, tituladas “Harmony” y “History”, son una respuesta artística-política directa a la decisión del gobernador Ron DeSantis de eliminar murales callejeros a lo largo del estado, alegando que representan mensajes políticos inapropiados para las vías públicas. Cinco de esos murales estaban en St. Petersburg. A pesar de ello, la ciudad busca dejar claro que su identidad incluye visibilidad, inclusión y memoria.
La bandera “Harmony” y el símbolo del orgullo
La primera de las banderas, llamada “Harmony”, lleva el sello de la ciudad acompañado de un fondo con los colores del arcoíris. Es, sin duda, una referencia clara a la comunidad LGBTQ+ de St. Petersburg, una de las más activas en Florida. La ciudad aloja uno de los eventos del orgullo gay más grandes del país y ha abrazado esta diversidad con políticas locales inclusivas, como la igualdad de derechos en el empleo y vivienda.
La concejala Gina Driscoll, promotora de la resolución, explicó que la bandera es un reflejo del compromiso continuo hacia la inclusión:
“Como toda forma de arte, estas banderas tienen un significado que es tan único como cada uno de nosotros. Representan la identidad de nuestra ciudad, y dan un paso más allá al reflejar su diversidad.”
“History”: una mirada al pasado segregacionista
La segunda bandera, “History”, rinde homenaje a la experiencia afroamericana en la ciudad, que estuvo profundamente marcada por la segregación racial. Durante décadas, los oficiales de policía afroamericanos no tenían permitido arrestar a personas blancas al norte de Central Avenue, una política impuesta hasta que fue anulada por un juez federal.
La bandera no sólo honra este pasado, sino que también actúa como un recordatorio vivo de las contribuciones culturales, sociales y económicas de la comunidad afroamericana en la ciudad. Desde zonas como el barrio The Deuces, conocido por su historia rica en cultura negra, hasta las actuales iniciativas comunitarias, la bandera busca reflejar un legado, pero también una lucha persistente.
Una artista que resiste con creatividad
Ambas banderas fueron diseñadas por Andrea Pawlisz, una artista cuya obra fue borrada por las órdenes de DeSantis. Pawlisz fue responsable de uno de los cinco murales eliminados en St. Petersburg. Lejos de replegarse, decidió transformar su frustración y censura en un acto resiliente de creación:
“Los eventos recientes borraron arte de nuestra ciudad. Fue un acto de censura hacia la expresión artística. Estas banderas reconocen a todas las personas y validan a los artistas como parte integral de nuestra ciudad.”
Censura y política: el debate público se intensifica
La portavoz del vicepresidente DeSantis, Molly Best, declaró que las banderas no eran necesarias porque “ya tenemos una bandera que representa a todos”. Aunque no especificó si se refería a la bandera de Florida o a la de Estados Unidos, la implicación es clara: la administración estatal considera innecesario desplegar banderas representativas de comunidades específicas.
Este comentario refleja una visión universalista que, según muchos críticos, termina invisibilizando las realidades particulares de distintas poblaciones. Y es aquí donde surge el verdadero fondo del debate: ¿puede una ciudad reivindicar su identidad cultural y social por encima de los parámetros estatales?
“La ciudad debe izar variaciones de la bandera oficial para representar un sentido compartido de identidad local, fomentando así un espíritu de unidad y pertenencia”, reza la resolución municipal.
Arte callejero y la historia borrada
Florida ha sido testigo en los últimos meses de una oleada de borrado de murales callejeros impulsado por políticas estatales que vinculan arte con militancia política. En St. Petersburg, murales que representaban tanto historias raciales como banderas del orgullo fueron eliminados con pintura gris. Más allá del gesto de censura, muchos lo vieron como un intento de reescribir el espacio público
Este tipo de acción remite a épocas históricas donde también se eliminaban manifestaciones culturales asociadas con poblaciones específicas. Durante la década de 1950, por ejemplo, el arte mural mexicano en Los Ángeles fue sistemáticamente eliminado por las autoridades que lo consideraban ‘subversivo’. Décadas después, esas obras son consideradas patrimonio cultural.
St. Petersburg y su historia de inclusión
De acuerdo con un informe de Human Rights Campaign, St. Petersburg ha mantenido un puntaje perfecto de 100/100 en el índice de igualdad municipal durante cinco años consecutivos, una evaluación que mide cómo las políticas locales, leyes y servicios apoyan la inclusión de la comunidad LGBTQ+.
Los residentes también recuerdan cómo esta ciudad ha sido pionera en otras luchas sociales. Fue una de las primeras ciudades del estado en reconocer el Juneteenth como día festivo oficial y ha invertido en programas comunitarios para atajar la desigualdad estructural.
Las banderas como símbolo político y emocional
En sociedades modernas, las banderas trascienden los mástiles para convertirse en relatos simbólicos. No son solo trozos de tela con colores; son declaraciones. En contextos históricos y culturales, una bandera puede sintetizar siglos de lucha, aspiración y comunidad. La bandera arcoíris, ideada por Gilbert Baker en 1978, es hoy un símbolo global del orgullo LGBTQ+. Por otro lado, banderas dedicadas a la historia afroamericana emergen cada vez más en espacios públicos como un llamado a la memoria activa.
La instalación de ambas banderas en propiedades municipales —en fechas como el Mes del Orgullo en junio y el Mes de la Historia Negra en febrero— representa no solo un acto simbólico de respeto, sino también una afirmación política
¿Arte o política? ¿O ambas?
El gobernador DeSantis ha enarbolado una guerra cultural contra lo que considera ideología política en espacios como la educación, los servicios públicos y el arte. La eliminación de estos murales y símbolos argumentando su supuesta carga política revela una visión restrictiva de lo público, donde solo lo institucional tiene cabida en las calles.
Sin embargo, la comunidad artística y social de St. Petersburg insiste en que el arte es inherentemente político por naturaleza, pero no por eso debe ser censurado. Al contrario: debe ser celebrado como un elemento de diálogo comunitario, como lo están haciendo ahora con estas banderas.
La batalla por el alma del espacio público
Lo que está ocurriendo en St. Petersburg no es un caso aislado. Forman parte de un mosaico más amplio de tensiones culturales y políticas que se están librando en varios estados de Estados Unidos. Desde Texas hasta Florida, pasando por Arizona y Georgia, los gobiernos locales y estatales están en un pulso constante sobre quién tiene derecho a definir el espacio público.
St. Petersburg, a través de sus nuevas banderas, está diciendo claramente: “Aquí todos cabemos; todos tenemos historia; todos tenemos color”.
En medio de un clima político cada vez más hostil hacia la diversidad, este gesto, aparentemente simple, se torna profundamente significativo. Porque cuando el arte es eliminado y la historia silenciada, los símbolos se convierten en testigos y banderas en banderas de batalla.
¿Y tú qué opinas? ¿Deben las ciudades tener la facultad de reflejar su diversidad mediante símbolos oficiales, aunque entren en conflicto con políticas estatales? Comparte tu opinión en los comentarios.