Crisis en Washington: El cierre del gobierno y el juego político detrás del bloqueo

Entre acusaciones cruzadas, una lucha por el poder legislativo y una nación paralizada, Estados Unidos vive uno de los bloqueos más complejos de su historia reciente

Estancamiento en Washington: un escenario repetido, pero agravado

El gobierno de los Estados Unidos se encuentra nuevamente paralizado debido a un cierre presupuestario que, con el paso de los días, no muestra visos de resolución. En su noveno día, el shutdown federal ha obligado a cerrar oficinas gubernamentales, ha dejado sin salario a cientos de miles de trabajadores y ha agravado el clima político, ya de por sí tenso, entre demócratas y republicanos.

Este cierre de gobierno se da bajo un ambiente particularmente tenso en el Capitolio, donde el presidente Donald Trump y la bancada republicana han adoptado posturas inflexibles. Ante esto, la minoría demócrata busca desesperadamente métodos para contener lo que perciben como un intento presidencial por concentrar poder más allá del ámbito ejecutivo.

La política de la desconfianza: cuando un apretón de manos no basta

Tal como declaró el congresista demócrata Brad Schneider: “Para tener conversaciones de buena fe, necesitas confianza. Hay un verdadero desafío de confianza”. Esa falta de diálogo constructivo ha sido una de las causas principales del estancamiento actual.

De hecho, la hostilidad entre líderes legislativos se ha hecho evidente. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson (R-La.), y el líder de la minoría, Hakeem Jeffries (D-N.Y.), protagonizaron desencuentros públicos durante la semana, subrayando el deterioro de los nexos bipartidistas.

La estrategia del “rescate” sanitario enfrentada al bloqueo

Mientras el gobierno permanece cerrado, los demócratas condicionan su apoyo a cualquier proyecto de reapertura con la aprobación de una extensión de subsidios de salud bajo el Obamacare, cuyo vencimiento se acerca. Por su parte, Trump dice estar abierto a negociar “una gran cobertura sanitaria”, pero rechaza avances sin concesiones demócratas previas.

Sin embargo, el tema va más allá del presupuesto sanitario. Los demócratas buscan también asegurar mecanismos que limiten el poder del presidente para frenar fondos previamente aprobados. En agosto, la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca canceló unilateralmente $4,9 mil millones en ayuda exterior mediante una controvertida "rescisión de bolsillo", lo que despertó críticas incluso dentro del Partido Republicano.

Senador Thom Tillis (R-N.C.): “Odio las rescisiones, a menos que estén aprobadas por el Congreso”.

Ese tipo de maniobras lleva, según el experto Matt Glassman del Government Affairs Institute, a “dinamitar la dinámica de negociación”, ya que introduce una partidización extrema en el proceso presupuestario.

Trump y su espectro: poder ejecutivo al límite

El director presupuestario Russ Vought, bajo órdenes de Trump, ha sostenido que tras un cierre se amplían los poderes presidenciales para despedir empleados y retener salarios. A esto se suma la decisión del Ejecutivo de suspender fondos para infraestructura en estados controlados por senadores demócratas, una jugada impropia que ha sido bautizada por la oposición como “venganza presupuestaria”.

Trump incluso difundió un video donde se lo presenta como “la Parca” en medio de estas políticas, afirmando que representan las consecuencias de la “obstrucción demócrata”. Pero la realidad es que hasta miembros del Partido Republicano se sienten incómodos ante este tipo de presión.

Senador Kevin Cramer (R-N.D.): “Creo que con los senadores funcionan mejor las zanahorias que los garrotes”.

Virginia: microcosmos del conflicto nacional

Uno de los efectos colaterales más intensos se vive en Virginia, donde alrededor de 315,000 trabajadores federales y familias de militares se ven directamente afectados. La gobernadora demócrata Abigail Spanberger y su contrincante republicana Winsome Earle-Sears se enfrentarán en las urnas bajo esta realidad.

El cierre ha cobrado protagonismo en la campaña, y tanto Spanberger como Earle-Sears se acusan mutuamente de colaborar, directa o indirectamente, con el caos en Washington. La elección de gobernador en Virginia se perfila así como un termómetro político previo a las elecciones de medio término.

¿Quién tiene la culpa?: narrativa versus realidad

Mientras que los republicanos sostienen que este cierre es culpa del ala progresista demócrata, que antepone sus intereses ideológicos a la estabilidad, los demócratas responden que es Trump quien “está jugando con la vida de las personas.”

Los medios han registrado declaraciones incendiarias de ambos bandos:

  • Chuck Schumer afirmó que “cada día mejora para nosotros”, lo que llevó a los republicanos a acusarlo de frivolizar una crisis social.
  • John Thune (R-S.Dak) lo denunció en el Senado, calificando el cierre como una jugada política preparada por los demócratas.

En ese campo de batalla retórico, la verdad queda atrapada: miles de empleados están al borde de perder un sueldo, el ejército no recibirá remuneración el 15 de octubre, y la economía comienza a resentir el clima de incertidumbre.

El reloj avanza: consecuencias del desgobierno

Economistas estiman que si el shutdown se extiende más allá de tres semanas, podría costar al país más de $3.6 mil millones en productividad perdida, según datos del Congressional Budget Office. Además, el cierre interfiere en licitaciones clave, pagos a proveedores, pensiones y asistencia alimentaria.

El Departamento de Defensa y el Departamento de Seguridad Nacional enfrentan interrupciones operativas, dejando vulnerable la infraestructura crítica. Una ciudad compleja como Washington, donde una gran parte de la población trabaja para el gobierno, vive días de paralización.

¿Hay salida al laberinto?

Una de las pocas propuestas que ha ganado adeptos en ambos partidos es crear una cláusula blindada dentro de la legislación de gastos, que limite futuras rescisiones como la efectuada por Trump en agosto. Esto, acompañado por la extensión del crédito fiscal para seguros médicos, podría allanar el camino para una reapertura del gobierno.

Pero los escepticismos abundan. Eso quedó claro cuando una mujer llamada Samantha llamó en vivo a un programa de C-SPAN, rogando al presidente de la Cámara que permitiera pagar a los militares. “Vivimos de cheque en cheque”, dijo entre lágrimas. Mike Johnson culpó a los demócratas, pero no ofreció acuerdos inmediatos. El drama ya no es solo político, sino humano.

Winsome Earle-Sears y Abigail Spanberger, candidatas a gobernadora de Virginia

¿Un arreglo puntual o una reforma estructural?

Si el cierre se levanta en las próximas semanas, es probable que ocurra mediante una solución temporal, sin abordar los problemas estructurales que han convertido el presupuesto federal en un campo de batalla partidista.

Lo que está en disputa no es únicamente una ley de financiación, sino la capacidad del Congreso para cumplir su función constitucional frente a un Ejecutivo cada vez más osado. El caso dejado por la fiscal Fani Willis en Georgia, también relacionado con el expresidente Trump, muestra cómo el poder judicial y las maniobras políticas se entrecruzan peligrosamente.

Una reforma que aumente la transparencia, que devuelva al Congreso el control firme del gasto y que redefina las líneas del poder presidencial podría evitar futuros bloqueos tan costosos. Pero, como todo en Washington, eso requeriría algo que hoy escasea tanto como el presupuesto: buena fe.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press