El temblor de 7.6 grados en Filipinas: ¿Qué revela esta tragedia sobre el riesgo sísmico en el 'Anillo de Fuego' del Pacífico?
El reciente sismo en Mindanao activa alertas de tsunami, evacuaciones en masa y una recordación urgente de por qué Filipinas es una nación tan vulnerable
Un terremoto que sacudió la madrugada filipina
La mañana del viernes fue cualquier cosa menos tranquila en el sur de Filipinas. Un potente sismo de magnitud 7.6, con epicentro frente a la costa de la provincia de Davao Oriental, generó pánico, evacuaciones masivas y alertas de tsunami que resonaron en toda la región del Pacífico y más allá.
El Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología (PHIVOLCS) confirmó que el epicentro se ubicó a unos 62 kilómetros al sureste del municipio de Manay, con una profundidad de apenas 10 kilómetros, lo que lo clasifica como un terremoto superficial, aquellos capaces de causar más destrucción debido a su cercanía con la superficie.
Filipinas: en el corazón del 'Anillo de Fuego'
Este devastador movimiento telúrico es uno más en la larga lista de tragedias naturales que afecta a un país considerado uno de los más expuestos del mundo. Filipinas se encuentra en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona con alta actividad sísmica y volcánica debido a la confluencia de varias placas tectónicas.
El Anillo de Fuego es responsable del 90% de los temblores y más del 75% de los volcanes activos en el mundo. Filipinas, con sus más de 7,000 islas, vive una peligrosísima coexistencia entre belleza natural y caos geológico.
Solo en los últimos cinco años, el país ha experimentado más de una docena de sismos por encima de los 6 grados en la escala de Richter, muchos acompañados de alertas de tsunami o réplicas letales. Y a esto se suman más de 20 tifones que azotan el archipiélago anualmente, conforme al promedio reportado por el Consejo de Gestión de Desastres.
Evacuaciones urgentes y temor por el tsunami
Minutos después del sismo, los funcionarios del gobierno encabezados por el presidente Ferdinand Marcos Jr., ordenaron evacuaciones obligatorias en las provincias costeras susceptibles a la embestida de olas destructivas. El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico en Honolulu advirtió que podrían generarse olas de hasta 3 metros sobre el nivel normal del mar en las costas de Filipinas.
El viceministro de defensa civil, Bernardo Rafaelito Alejandro IV, activó el protocolo de emergencias y señaló que las olas podrían impactar en menos de dos horas en al menos seis provincias, desde Davao Oriental hasta Davao del Sur. Las sirenas se activaron en múltiples comunidades costeras y estudiantes fueron evacuados de forma organizada en ciudades como Davao, que alberga a más de 5.4 millones de personas.
“Instamos a todas las comunidades costeras a mantenerse en alerta y trasladarse a terrenos elevados inmediatamente hasta nuevo aviso,” indicó Alejandro en un comunicado audiovisual.
La advertencia no se limitó únicamente a Filipinas. Indonesia también emitió una alerta para las regiones de Papúa y Célebes Septentrional, situadas a unos 275 kilómetros de distancia del epicentro. Las autoridades indonesias urgieron a los pobladores a alejarse de playas y desembocaduras de ríos.
Un país golpeado por terremotos recientes
Filipinas aún no se recupera del devastador sismo del 30 de septiembre pasado, de una magnitud de 6.9, que dejó al menos 74 fallecidos en la provincia de Cebú. Una cifra significativa teniendo en cuenta que se trataba de un sismo menor en comparación con el reciente de 7.6 grados.
Los enclaves más afectados entonces fueron la ciudad de Bogo y varios pueblos periféricos. Cerca de 10,000 familias debieron ser evacuadas y alrededor de 300 escuelas sufrieron daños estructurales, según datos proporcionados por el Departamento de Educación filipino.
Desde hace décadas, la conjunción entre la falta de infraestructuras resistentes y la alta densidad poblacional en zonas costeras convierte a Filipinas en un ejemplo frecuente en manuales de gestión del riesgo de desastres. “Somos un país resiliente por necesidad”, dijo en su momento la exsecretaria de Medio Ambiente Gina Lopez, fallecida en 2019, pero cuyos discursos siguen resonando.
¿Está preparada Filipinas para lo que viene?
Expertos geológicos y urbanistas coinciden en que si bien Filipinas ha implementado ciertas políticas de preparación ante desastres desde el paso destructor del tifón Haiyan en 2013, aún quedan vacíos críticos en las estrategias de construcción, educación sísmica y redes de evacuación.
El gobierno ha impulsado en años recientes programas como el “Ready PH”, una plataforma de información para gestión de emergencias lanzada en colaboración con organismos internacionales, pero aún enfrenta limitaciones para alcanzar las comunidades más remotas del país.
Un informe del World Bank estima que solo el 40% de las edificaciones escolares en Filipinas cumplen con estándares sísmicos modernos. Y mientras que los centros urbanos como Manila o Cebú han avanzado en normativas, no ocurre lo mismo en regiones como Mindanao, donde se registró este último sismo.
La amenaza no termina con el primer temblor
Después de un terremoto de esta magnitud, las réplicas son esperadas durante días o incluso semanas. Según PHIVOLCS, ya se han reportado al menos 15 réplicas dentro de las primeras seis horas. Aunque de menor magnitud, estas pueden ser igual de peligrosas, especialmente para los edificios ya comprometidos estructuralmente.
El profesor Raymund Punongbayan, decano del Instituto de Geología de la Universidad de Filipinas, advirtió que existe el riesgo de un “eventual colapso de infraestructuras débiles” incluso en réplicas de menor magnitud.
Un llamado urgente a aprender de la tragedia
Hay consenso entre ONG, gobiernos locales y universidades: Filipinas debe reforzar no solo sus infraestructuras, sino también fomentar una cultura de preparación cívica real, basada en simulacros efectivos y educación desde edades tempranas sobre qué hacer ante un sismo o tsunami.
“No se puede evitar un terremoto, pero sí se pueden evitar muertes”, expresó la Cruz Roja de Filipinas en un comunicado reciente. Destacan también la necesidad de actualizar mapas de riesgo, invertir en tecnología de alerta temprana y fortalecer la cooperación entre provincias vecinas ante amenazas que no conocen fronteras administrativas.
Mientras el país evalúa daños y se predispone a una lenta recuperación, el mensaje es claro: el reloj de la próxima catástrofe ya comenzó a correr, y será la preparación —o su ausencia— la que determine su impacto.
La solidaridad ante la incertidumbre
Diversas organizaciones han comenzado a distribuir paquetes de ayuda en las áreas evacuadas, especialmente destinados a niños, personas mayores y personas con discapacidad. Según la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de las Naciones Unidas (OCHA), más de 12,000 personas fueron desplazadas en las primeras 12 horas posteriores al temblor.
Filipinas enfrenta nuevamente una prueba de resistencia, en la que gobierno, sociedad civil e instituciones internacionales deberán trabajar coordinadamente. Porque en el país de las 7,641 islas, la belleza siempre viene con un precio y la fragilidad se escribe bajo tierra.