Gaza: Una Guerra Vivida a Través del Lente de Fatima Shbair
El horror humano detrás del conflicto, una mirada íntima desde las calles, hospitales y ruinas de Gaza
Crónica visual de una guerra prolongada
Cuando el 7 de octubre de 2023 estalló nuevamente la violencia en Gaza tras el ataque de Hamas a Israel, pocos imaginaron la magnitud de destrucción y dolor que seguirían. Entre los primeros en reportar desde el corazón mismo del conflicto estaba Fatima Shbair, una joven fotoperiodista de Gaza que, cámara en mano, decidió mostrar al mundo no solo la crudeza del fuego cruzado, sino la dignidad, el dolor y la resistencia del pueblo palestino.
Shbair no es una observadora ajena a los hechos: es gazatí, y esta guerra, como muchas otras, la ha vivido desde dentro. En este artículo, ofrecemos un análisis del poder de la fotografía en zonas de conflicto, usando su obra como punto de partida para explorar las implicaciones éticas, humanas y emocionales de documentar en condiciones extremas.
El inicio del horror: 8 de octubre de 2023
El primer bombardeo israelí cayó sobre Gaza City apenas unas horas después del ataque de Hamas. Fatima describió el momento como una noche interminable de ruido, fuego y muerte. Mientras otros dormían o huían, ella y sus colegas estaban en la azotea del edificio que alberga diversos medios internacionales, documentando con sus cámaras cómo Gaza ardía sin descanso.
En sus propias palabras: “Corrimos de un lado a otro del edificio, tomando fotos. Era como el fin del mundo.”
Fango, sangre y escombros: atrapados bajo los restos
Menos de dos semanas después del inicio de la ofensiva, Shbair tomó una fotografía que hoy define la brutalidad del conflicto: cuerpos atrapados bajo los escombros en Khan Younis. Rescatistas tuvieron que esperar al amanecer para iniciar la búsqueda, mientras el olor a muerte impregnaba el aire.
“Desayunaba en la morgue, junto a los cadáveres” confesó. La frase es reveladora de la deshumanización producto de la rutina del horror.
Los niños como testigos y víctimas
El 21 de octubre, Shbair capturó una fotografía que dio la vuelta al mundo: una niña observando cómo trabajadores de emergencia cargaban el cuerpo sin vida de un infante. La expresión de su rostro era de puro terror —una imagen inocente marcada por una experiencia indescriptible.
“Al principio, los niños lloraban. Luego, empezaron a contarnos cuántos estaban atrapados bajo los escombros. Uno incluso me dijo que había visto una pierna saliendo de entre los escombros”, narró Fatima. En Gaza, la infancia ha sido interrumpida por bombas que convierten a los más pequeños en informantes del dolor o recolectores de cadáveres.
La foto que cruzó fronteras y reconectó una familia
Tras otro bombardeo en Khan Younis, Shbair subió una imagen de un adolescente herido siendo llevado en camilla: era Mohammed al-Nazzal. A través de esa fotografía, su madre, en Dinamarca, descubrió que su hijo de 14 años estaba vivo, después de más de una década sin verlo debido a la separación forzada por la guerra.
“Tu lente salvó el corazón de una madre de detenerse”, le escribió Dina al-Nazzal a Fatima, demostrando el poder humano que tiene el periodismo comprometido.
La niña con su nombre escrito en el cuerpo
En diciembre, otra fotografía desgarradora: una niña herida, Maya Tarek al-Banna, siendo atendida con su nombre escrito en marcador en su abdomen. Estaba viva, pero sin expresión. Shbair sintió que los doctores ya la trataban como un cadáver. “¿Por qué no hacen algo?”, pensó. Pero el médico solo le devolvió una mirada impotente: no había nada que hacer.
Fatima regresó a la carpa donde trabajaba como base y vomitó. “Esa niña tenía un futuro”, dijo. A veces, el periodismo no se trata de obtener la mejor toma, sino de cuestionarse si uno puede seguir después de tomarla.
Las fosas comunes: la anonimidad del colapso
En enero de 2024, capturó una imagen histórica en el sur de Gaza: cuerpos devueltos por las fuerzas israelíes, amontonados y enterrados en una fosa común. Sin identificación. Sin nombre. Sin historia.
“Cada cuerpo era una vida. Ninguno imaginó que terminaría en una línea de extraños, sin nombre, lejos de casa”, reflexionó Fatima. Tales escenas marcan un antes y después en la narrativa bélica: ya no se trata sólo de bajas. Se trata de cómo un pueblo entero desaparece lentamente en la impersonalidad de la tragedia.
Un padre, el hospital y el peso del legado
En febrero, mientras cuidaba a su padre moribundo en el Hospital Al-Najjar de Rafah, se desató otra ola de bombardeos. A pesar del caos, Shbair optó por tomar fotos. Uno de los retratos muestra a un niño herido, empapado en sangre. Luego, su padre falleció.
“Mi padre siempre me dijo: eres mi hija. Sé fuerte. Eso hice.”
Lágrimas, duelo y el reencuentro con el dolor
Su regreso al trabajo fue en otra morgue, el mismo sitio donde vio morir a su padre. Allí se reencontró con el trauma final: la muerte de su colega y amiga Mariam Dagga en un ataque aéreo.
Mariam le había enseñado a llorar. A no bloquear el dolor. A seguir siendo fuerte. “Todo lo que he hecho, desde ese día, ha sido gracias a ella”, aseguró Shbair.
Ramadán entre ruinas: espiritualidad en tiempos de devastación
El 18 de marzo de 2024, una familia rompía el ayuno de Ramadán en medio de los escombros de lo que solía ser su hogar. Así retrató Shbair uno de los gestos más conmovedores del contexto: la fe convertida en resistencia cultural.
“No hay paredes, no hay techo, solo escombros. Pero aquí estaban con su sopa, su ensalada de tomate y pepino y un silencio que lo decía todo.”
Fatima Shbair y el legado de la cámara como testimonio
La guerra en Gaza no ha terminado. Pero las imágenes de Fatima han trascendido más allá del papel o la pantalla. Han documentado el alma de un pueblo con heridas abiertas.
- Según datos de Naciones Unidas, más de 35,000 palestinos han muerto desde 2023, y el 70% son mujeres y niños.
- Más del 85% de la población ha sido desplazada internamente.
- Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras han denunciado la muerte de más de 100 profesionales de prensa desde el inicio del conflicto.
En medio de esta devastación, Shbair se ha convertido en un legado viviente: su lente y su voz dan fe de lo que pasa cuando el mundo pretende olvidar. Aunque esté ahora en Dubái, sus imágenes siguen gritando desde las ruinas de Gaza: “No dejemos que esta historia se pierda.”