La ciencia en juicio: el caso de Robert Roberson y la caída del 'síndrome del bebé sacudido'
Un análisis del controvertido caso en Texas que pone en duda décadas de evidencia médica y podría cambiar el rumbo del sistema judicial estadounidense
Robert Roberson: El hombre detrás del caso que desafía la medicina forense
El nombre de Robert Roberson ha resonado durante más de dos décadas entre los pasillos judiciales de Texas. Condenado en 2003 por el asesinato de su hija de 2 años, Nikki Curtis, Roberson fue señalado como el responsable de su muerte mediante una sacudida violenta, en lo que se conocía entonces como síndrome del bebé sacudido (Shaken Baby Syndrome o SBS, por sus siglas en inglés). Este diagnóstico fue la pieza central del caso contra él. Sin embargo, lo que en su día fue considerado consenso médico, ahora se desmorona en medio de una serie de revisiones científicas y legales.
Recientemente, el Tribunal de Apelaciones Penales de Texas volvió a suspender su ejecución, programada para el 16 de octubre de este año, en el que habría sido el primer caso de ejecución por SBS en la historia de Estados Unidos. Se trata del tercer indulto que consigue Roberson desde 2016, reflejando la creciente incertidumbre en torno a la validez de la ciencia con la que fue condenado.
Un juicio basado en lo que ahora se llama 'ciencia basura'
El concepto del SBS surgió en la década de 1970 y durante años fue considerado una forma aceptada de diagnosticar traumas no accidentales en menores. Según esta teoría, una combinación de tres signos (inflamación cerebral, hemorragia subdural y hemorragia retinal) era suficiente para concluir abuso mediante sacudida violenta.
Pero en años recientes, numerosos expertos han cuestionado esta triada diagnóstica. En 2013, Texas aprobó su Ley de Ciencia Basura (Junk Science Law), permitiendo argumentos legales basados en que evidencia científica obsoleta o refutada llevó a una condena.
En octubre de 2024, esa misma ley fue clave para anular una condena en un caso similar en Dallas. El tribunal argumentó que la ciencia aplicada entonces ya no sería válida hoy. Roberson y sus abogados utilizaron esa decisión como base para su más reciente apelación, calificando su caso de indistinguible.
¿Ciencia forense o especulación?
En su juicio original, los fiscales alegaron que Roberson golpeó ferozmente y sacudió a su hija, causándole lesiones cerebrales fatales. La autopsia concluyó que Nikki murió por lesiones de fuerza contundente compatibles con abuso físico.
Sin embargo, los abogados defensores y múltiples expertos médicos sostienen que esos hallazgos eran inconclusos y malinterpretados. En la apelación, se presentó una declaración conjunta de 10 patólogos independientes que desacreditaron la autopsia por considerarla 'no confiable'.
Además, afirman que Nikki sufría de una fuerte neumonía no diagnosticada y que su colapso fue resultado de su estado médico, no de trauma. Esta explicación fue ignorada, en parte, porque no encajaba con las pruebas que respaldaban el SBS, paradigma en esa época.
La comunidad científica se divide
Al menos desde 2001, expertos han señalado la falta de bases sólidas para afirmar el SBS con certeza médica. En revisiones publicadas por JAMA y otros medios científicos, varios médicos han descrito cómo esta diagnosis carece de estudios epidemiológicos controlados.
“Se presentaban estas conclusiones como absolutas, pero se basaban más en inferencias que en medicina forense rigurosa”, explicó el neuropatólogo Dr. William Barr, en entrevista con PBS.
No obstante, las asociaciones médicas como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y fiscales continúan defendiendo el diagnóstico, alegando que sigue siendo una herramienta válida y que su retirada dejaría desprotegidos a menores víctimas reales de abuso.
El peso de las decisiones judiciales: sesgos y omisiones
La defensa de Roberson argumentó también que el juez encargado del caso incurrió en faltas éticas, omitiendo declarar que fue él quien permitió que los abuelos de Nikki retiraran su soporte vital, sin el consentimiento informado de Roberson, quien aún conservaba su patria potestad en el momento.
Un conflicto de intereses de ese nivel pone en duda no solo el proceso judicial, sino también la legitimidad de su condena. Más inquietante aún, si Roberson hubiera sido ejecutado, ese hecho habría pasado desapercibido para la historia judicial estadounidense.
Un movimiento bipartidista en defensa del acusado
El caso de Roberson ha generado una coalición insólita de apoyos. Desde republicanos ultraconservadores hasta progresistas, pasando por figuras como Doug Deason —megadonante del Partido Republicano de Texas— hasta el autor bestseller John Grisham y el detective original del caso, Brian Wharton, hoy arrepentido de su conclusión inicial.
“No estoy seguro de que hayamos tenido suficientes datos para determinar qué ocurrió”, dijo Wharton recientemente al Dallas News, en una entrevista en la que recalcaba su apoyo a una nueva revisión del juicio.
Este frente común plantea preguntas fundamentales sobre la objetividad y exactitud del sistema penal estadounidense, especialmente cuando involucra evidencia científica en constante evolución.
¿Inocentes en el corredor de la muerte?
Roberson no es el único condenado con base en el SBS. Se estima que al menos 1,000 personas en Estados Unidos han sido acusadas bajo diagnósticos similares desde el año 2000. Proyectos como el Innocence Project trabajan activamente para identificar estas condenas potencialmente erróneas.
“Con cada revisión científica o retractación médica, queda claro que hemos ignorado la posibilidad de error en muchos casos”, afirmó Nina Morrison, abogada del Innocence Project, durante un foro jurídico en Nueva York.
Los expertos destacan que la presión por encontrar un culpable cuando muere un niño suele nublar los juicios médicos, judiciales e incluso sociales: “Es más fácil ver a los padres como los monstruos que causaron el daño que aceptar que no tenemos una explicación científica definitiva todavía”, comenta la doctora Sarah Denny.
El futuro del caso Roberson: ¿un nuevo juicio o libertad?
Con la devolución del caso a su corte de origen, ahora será un juez estatal en el este de Texas quien deberá sopesar el nuevo conjunto de evidencias y determinar si Roberson debe enfrentar un nuevo juicio o ser exonerado.
Los abogados del acusado esperan no solo anular la condena, sino evidenciar una necesidad urgente de revisar cómo se usa la ciencia médica en los tribunales, especialmente cuando hay vidas en juego.
Una advertencia para el sistema judicial
Más allá de Robert Roberson, su historia plantea una cuestión de mayor envergadura: ¿es nuestra justicia lo suficientemente flexible como para reconocer —y corregir— sus errores cuando se refutan las “certezas” científicas?
El ex juez federal Jay Karahan lo resume así: “Si un tribunal permite que una persona sea ejecutada en base a ciencia refutada, estamos estableciendo un precedente letal. La ciencia no es estática; la verdad tampoco debería serlo.”
Sea cual sea el desenlace, el nombre de Roberson ya se ha inscrito en los anales de una batalla crucial: la que enfrenta al conocimiento cambiante con un sistema que muchas veces prefiere la certidumbre sobre la justicia.