La guerra de los drones: Cómo las armas ucranianas están paralizando el suministro energético de Rusia

Con nuevos misiles y enjambres de drones de fabricación ucraniana, Kiev cambia el rumbo del conflicto al golpear profundamente la infraestructura rusa

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El nacimiento de una industria militar nacional

Después de más de tres años de guerra, Ucrania ha logrado desarrollar una industria de defensa sorprendentemente eficaz a pesar del bloqueo parcial al armamento occidental y las restricciones a los ataques en territorio ruso. Esta innovación bélica está dando frutos notables: Ucrania ha comenzado a desmantelar partes fundamentales de la infraestructura energética de Rusia, desencadenando una crisis de combustible sin precedentes en el país más grande del mundo.

Según el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, el misil Palianytsia y los drones de largo alcance Ruta, Liutyi y Fire Point han sido clave en esta nueva fase del conflicto. En una ofensiva tecnológica sin precedentes, se han realizado ataques de hasta 300 drones en una sola operación, golpeando oleoductos, refinerías y plataformas petrolíferas rusas.

Crisis energética en casa de Putin

Los resultados son tangibles. De acuerdo con la inteligencia ucraniana, Rusia ha perdido hasta un 20% de su suministro de gasolina, viéndose obligada a importar combustible desde Bielorrusia —seis veces más que antes— y desde China. Además, se han eliminado aranceles a la importación de carburantes, lo que confirma que el Kremlin enfrenta un escenario de emergencia energética.

“Lo más importante es que ahora están importando gasolina. Eso es una señal”, dijo Zelenskyy en una reciente conferencia de prensa.

Pese a la gravedad de la situación, Moscú aún no ha emitido comentarios oficiales sobre estos déficits energéticos. Sin embargo, los datos hablan por sí solos: Rusia, tradicionalmente autosuficiente en hidrocarburos, se ha convertido en importador neto en ciertas zonas.

Tomahawks en la mira: ¿una ayuda crucial de EE.UU.?

A pesar de los avances internos, Ucrania sigue exponiendo su necesidad urgente de armamento más avanzado, especialmente de misiles de largo alcance. Zelenskyy ha sido directo en sus peticiones, solicitando a Estados Unidos el suministro de misiles Tomahawk, armas con un alcance de más de 2.500 km y capaces de transportar ojivas pesadas. Aunque Washington aún no ha dado luz verde, según Zelenskyy “en la última reunión no escuchamos un ‘no’”.

Una delegación encabezada por la primera ministra Yuliia Svyrydenko viajará próximamente a EE.UU. para discutir no sólo armamento, sino también defensa antiaérea, sanciones y el uso de activos rusos congelados para financiar la resistencia ucraniana.

Contraofensiva en Donetsk: Ucrania recupera la iniciativa

Además del frente tecnológico, Ucrania está dando pasos importantes en el campo de batalla. En la región oriental de Donetsk, especialmente cerca de Pokrovsk y Dobropillia, las fuerzas ucranianas han iniciado una contraofensiva descrita como “muy difícil, pero exitosa”.

Zelenskyy afirmó que esta operación ha logrado desbaratar los planes de Moscú para capturar grandes porciones de Donetsk antes de noviembre. Presuntamente, comandos rusos han recibido órdenes de tomar Pokrovsk “a toda costa”, lo que subraya la importancia estratégica de esa zona.

Guerra energética: proteger el gas antes del invierno

Con la llegada del invierno, uno de los objetivos más críticos será defender la infraestructura energética ucraniana. Zelenskyy reveló que existen dos planes: uno enfocado en aumentar la extracción nacional y otro en importar gas si fuera necesario, con rutas y fuentes de financiación ya identificadas.

Rusia ha estado atacando intensamente instalaciones energéticas ucranianas como parte de una estrategia para dejar sin calefacción y electricidad a la población durante los meses más fríos. Ucrania parece decidida a neutralizar esta táctica, tanto con defensa antiaérea como con golpes precisos en represalia.

El cambio de paradigma militar: drones ucranianos al frente

La aparición de armas como el Ruta —capaz de alcanzar plataformas petrolíferas a más de 250 km— simboliza el renacimiento tecnológico-militar ucraniano. La posibilidad de lanzar operaciones de enjambre con cientos de drones demuestra que Kiev se está insertando como un actor innovador en el escenario bélico global.

  • Palianytsia: misil de precisión con capacidad extendida de ataque.
  • Ruta: dron de largo alcance para blancos marítimos.
  • Liutyi y Fire Point: reconocidos por su despliegue masivo y ataques coordinados.
  • Neptune y Flamingo: modernizadas versiones de misiles antibuque adaptadas para misiones tierra-tierra.

Gracias al talento de ingenieros locales y apoyo técnico occidental, Ucrania ha generado una nueva clase de armamento autónomo, hecho a la medida del conflicto asimétrico que enfrenta.

Los límites de la diplomacia internacional

A pesar de estos avances, Kiev sigue lidiando con el temor de los aliados occidentales a una escalada militar. Varios países de la OTAN mantienen restricciones explícitas que impiden a Ucrania utilizar equipos entregados para golpear profundamente dentro del territorio ruso.

Esto ha generado tensiones entre pragmatismo militar y cautela diplomática. Zelenskyy insiste en que la única forma de frenar a Rusia es mostrarle que sus ciudades y recursos tampoco están a salvo.

¿Un Nobel para Trump? El lado irónico del conflicto

En contraste con la tecnificación del frente ucraniano, el expresidente estadounidense Donald Trump ha redoblado sus esfuerzos promocionales para ser considerado candidato al Premio Nobel de la Paz, citando su papel en el Acuerdo de Abraham y, en semanas recientes, una propuesta de paz para Gaza.

La paradoja está servida: mientras Trump afirma haber “terminado siete guerras” —una retórica disputada por múltiples analistas internacionales—, los verdaderos avances en frenar una guerra activa están siendo liderados por un país tecnológicamente inferior como Ucrania.

“Nunca ha habido nadie que haya conseguido detener tantas guerras. ¿Pero me darán el Premio Nobel? Por supuesto que no. Se lo darán a alguien que no hizo absolutamente nada”, comentó Trump en una reunión militar en Quantico.

Sin embargo, el Comité Nobel ha sido cauto con figuras tan polarizadoras. En palabras de la politóloga Nina Græger: “Sus posibilidades para el premio este año son mínimas. Su retórica no apunta a una perspectiva pacífica”.

Ucrania como nuevo laboratorio de guerra moderna

Más allá de los titulares, el conflicto entre Rusia y Ucrania está redefiniendo el uso de la tecnología en la guerra contemporánea. Drones autónomos, ataques cibernéticos, guerra de información y fabricación nacional de armamento de precisión son ya parte de esta ecuación. Kiev ha logrado pasar de receptor pasivo de ayuda occidental a pionero de una estrategia defensiva basada en innovación, inteligencia y adaptación.

Mientras EEUU y Europa debaten el envío de misiles Tomahawk, Ucrania avanza con recursos propios, estableciendo un nuevo estándar sobre cómo resistir —y desgastar— a una superpotencia invasora. Y si Rusia tiene cada vez más dificultades para abastecer de combustible a su maquinaria de guerra, no será por sanciones: será gracias a los frutos de la ingeniería ucraniana.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press