Robert Badinter: La conciencia de Francia inmortalizada en el Panthéon
Del abolicionista de la pena de muerte al símbolo moral de los derechos humanos en Francia
Una tumba profanada, una nación herida
El legado de Robert Badinter, uno de los mayores defensores de los derechos humanos en la historia contemporánea de Francia, ha sido atacado incluso después de su muerte. La reciente profanación de su tumba con mensajes de odio refleja una fractura inquietante en los valores republicanos que durante décadas él defendió con valentía. Aun así, el 1 de febrero de 2024, Francia le rinde uno de los mayores homenajes posibles: su entrada en el Panthéon, el templo de las grandes figuras de la nación francesa.
¿Quién fue Robert Badinter?
Nacido en París en 1928 en el seno de una familia judía, Badinter vivió la devastación del antisemitismo y el horror nazi de primera mano. Su padre fue deportado y asesinado en el campo de exterminio de Sobibor, una tragedia personal que marcó profundamente su compromiso con la justicia. Su formación como abogado fue el catalizador de una vocación centrada en la defensa de los derechos humanos.
La escena que lo motivó eternamente ocurrió temprano en su carrera: presenciar la ejecución de un cliente sentenciado a muerte por guillotina. Desde entonces, su lucha por la abolición de la pena de muerte se convirtió en causa personal. Como ministro de Justicia entre 1981 y 1986 bajo la presidencia de François Mitterrand, logró mediante discursos apasionados y tenacidad convencer a un Parlamento dividido.
1981: Francia dice adiós a la guillotina
El 18 de septiembre de 1981, Badinter expuso con poder ante la Asamblea Nacional:
“Mañana, gracias a ustedes, no habrá más justicia que mate”.
El resultado fue histórico: Francia abolió oficialmente la pena de muerte. La decisión transformó a Badinter en una figura moral icónica en todo el país, y consolidó a Francia como líder europeo en la defensa de los derechos humanos.
Decriminalización, memoria y justicia
Pero Badinter no se limitó a esa causa. También fue actor clave en la despenalización de la homosexualidad en 1982, y se enfrentó judicialmente a negacionistas del Holocausto como Robert Faurisson, luchando con argumentos legales contra la manipulación y negación de la historia.
Durante 16 años, fue senador y luego presidió el Consejo Constitucional. Su nombre quedó asociado a la defensa del Estado de derecho, la libertad de consciencia y la laicidad. En tiempos de discursos extremos y políticas divisorias, su voz servía de referencia ética para muchos.
El Panthéon: un templo para los valores de la República
La entrada del exministro al Panthéon no es meramente simbólica. Está reservado a figuras que dan forma y sentido a la nación. Entre los inquilinos eternos se encuentran Voltaire, Rousseau, Marie Curie, Victor Hugo y Jean Moulin, íconos del espíritu francés. A partir del 1 de febrero de 2024, Robert Badinter descansará entre ellos.
Emmanuel Macron, presidente de la República, encabezó la ceremonia. En un mensaje publicado en su cuenta de X (antes Twitter) expresó:
“Esta tarde ingresará al Panthéon, hogar eterno de la conciencia y la justicia. La República siempre es más fuerte que el odio.”
Un acto de odio no apagará su legado
El mismo día de la ceremonia, la tumba de Badinter fue vandalizada en el cementerio de Bagneux con mensajes que cuestionaban su oposición a la pena de muerte y su activismo en favor de los derechos LGBT. La alcaldesa Marie-Hélène Amiable denunció firmemente este acto, calificándolo de:
“Indigno de este exministro y senador, que fue artífice de los avances históricos que permitieron abolir la pena de muerte y despenalizar la homosexualidad.”
Según la Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA), los actos antisemitas han aumentado un 400% en Francia desde octubre de 2023 en el contexto de tensiones internacionales. Esta profanación parecería formar parte de esa oleada de intolerancia.
Una vida de coherencia moral
Badinter no fue sólo un abogado ni un político. Fue lo que los franceses llaman une conscience de la République, una voz que ejerció la función de guía ética para izquierda, centro e incluso conservadores. En tiempos de terrorismos, migraciones masivas y rupturas sociales, se mantuvo fiel a sus principios.
- En 2005, se opuso a la reforma constitucional que permitiría retener individuos indefinidamente como medida antiterrorista.
- Fue uno de los impulsores de la Carta de los Derechos Fundamentales que acompañó al fallido Tratado constitucional europeo de 2005.
Incluso en sus últimos años, no dejó de opinar sobre temas como laicidad, independencia judicial y la crisis de confianza democrática.
Badinter y las nuevas generaciones
Las nuevas generaciones quizás lo conocieron menos, pero su influencia se expresa en la educación pública francesa, las decisiones jurídicas sobre derechos y el respeto al principio de dignidad humana. Su nombre forma parte de programas escolares y documentales que recuerdan la evolución de los derechos civiles en Francia.
El presidente Macron lo expresó claramente:
“Le debemos mucho. Gracias a él, la justicia francesa dejó de matar.”
La memoria como escudo
En tiempos donde el discurso del odio regresa con fuerza al espacio público —desde mitines xenófobos hasta redes sociales incendiarias—, figuras como Badinter recuerdan que la defensa de la dignidad no es sólo ética, sino política.
La inscripción en su tumba, ahora recubierta de flores y velas tras el ataque, reza una frase de su autoría que resume su legado:
“La civilización comienza donde termina la pena de muerte.”
Un lugar entre gigantes
Con su ingreso al Panthéon, Robert Badinter se une a las grandes sombras tutelares de la República Francesa. Desde su abogacía hasta sus discursos en la Asamblea, desde su lucha contra el antisemitismo hasta la defensa de la libertad sexual, todo en él fue coherencia, humanismo, y resistencia ética frente al fanatismo.
Aunque su tumba fue mancillada, su entrada al Panthéon es la confirmación de que los valores humanistas que encarnó seguirán inspirando a generaciones futuras.