Taiwán refuerza su guerra de drones ante el acoso de China: tecnología, maniobras y geopolítica

A medida que China intensifica sus tácticas de zona gris y restringe minerales clave, Taiwán acelera su defensa antidrone y estrecha lazos con EE.UU.

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Un frente invisible en el estrecho de Taiwán

Desde que las tensiones entre China y Taiwán se intensificaron a mediados de la década pasada, las incursiones de drones han cobrado un creciente protagonismo en el tablero estratégico del sudeste asiático. Hoy, la isla gobernada democráticamente enfrenta una presión cada vez más sofisticada del régimen de Xi Jinping, que ha incluido desde patrullajes de la Guardia Costera china hasta ejercicios militares de encierro. Pero en este proceso ha emergido una herramienta silenciosa pero eficaz: el dron.

El auge de los drones en la guerra de zona gris

China ha elevado el uso de tácticas de zona gris, aquellas acciones militares o paramilitares que no cruzan el umbral tradicional de la guerra pero que buscan debilitar y desgastar. Es una guerra sin disparos abiertos, pero con una grave carga psicológica y estratégica. El dron, pequeño, barato y difícil de detectar, se ha convertido en la estrella de este tipo de confrontación.

Las islas periféricas de Taiwán, como Kinmen o Matsu, se encuentran peligrosamente cerca de la costa china, y son frecuentemente invadidas por vehículos aéreos no tripulados que filman instalaciones o simplemente provocan a las tropas.

Según el Ministerio de Defensa Nacional taiwanés, se han contabilizado más de 500 incursiones de drones en 2023. Esto obliga a un cambio radical en su doctrina de defensa.

Capacitación y tecnología: las armas contra los drones

Ante esta amenaza, Taiwán ha lanzado un ambicioso plan de modernización de capacidades antidrones, que incluye:

  • Entrenamiento a soldados en detección y derribo de drones, incluso durante la noche.
  • Adquisición de nuevos sistemas antidrone como radares, armas de energía dirigida y bloqueadores de señal.
  • Inversión en defensa basada en inteligencia artificial para detección automatizada.

En febrero de 2024, se firmó un contrato con Estados Unidos por 761 millones de dólares para el suministro de nuevos sistemas de defensa aérea, adaptados especialmente para neutralizar vehículos aéreos no tripulados.

El mayor general Sun Li-fang destacó que “el desarrollo tecnológico en este campo es tan acelerado que cada día vemos cambios. Por eso, mantenernos actualizados es fundamental”.

Escalada militar: la amenaza del bloqueo

Además del creciente uso de drones, Pekín lanzó maniobras militares sorpresivas en abril de este año, que incluyeron simulacros de bloqueo completo de las rutas marítimas y aéreas alrededor de Taiwán. Estas maniobras, según el informe taiwanés, simulan un escenario de cerco total y preparación para un ataque coordinado terrestre y aéreo.

“El Partido Comunista Chino ha intensificado patrullas de preparación de combate conjuntas, bloqueos, y ataques coordinados con fuego real”, sostiene el reporte.

Cooperación con Estados Unidos: entre el pragmatismo y la geopolítica

Como parte de su respuesta estratégica, Taiwán ha fortalecido su alianza no oficial con EE.UU., país que comparte intereses vitales en el Indo-Pacífico. Aunque no hay relaciones diplomáticas plenas, Washington provee entrenamiento, inteligencia y equipo militar.

El ministro de Defensa, Wellington Koo, anunció que el gobierno aumentará el gasto militar al 5% del PIB, superando ampliamente el actual 3%. Como referencia, Estados Unidos destina cerca del 3,5% de su PIB a defensa, y Japón, otro actor clave en el Pacífico, apenas el 1%.

“Nuestro objetivo no es provocación sino defensa,” afirmó el general Liu Wenjing, director de Investigación y Análisis Estratégico del Ministerio de Defensa. “La colaboración con socios como EE.UU. es esencial para garantizar la paz regional.”

Rare earths: la jugada minera de China

Mientras Taiwán multiplica su defensa aérea, Pekín ha comenzado una ofensiva silenciosa pero igual de impactante: el control de las tierras raras. Estos 17 elementos del sistema periódico son esenciales en la fabricación de misiles, células solares, smartphones, baterías, drones y más.

China domina el 70% de la extracción global y el 90% del proceso de refinado de estos materiales. En octubre, el Ministerio de Comercio de China anunció nuevas restricciones a su exportación, incluyendo permisos especiales para productos con incluso trazas de tierras raras.

Además, cualquier empresa extranjera que utilice tecnología china para la extracción, fundición o fabricación de imanes deberá obtener aprobación especial.

¿Una guerra económica en marcha?

Según expertos, esta medida busca impedir que EE.UU. y aliados accedan a materiales vitales para fabricar tecnologías tanto comerciales como militares. George Chen, del Asia Group, advirtió que “las tierras raras seguirán siendo un punto central de las negociaciones entre Washington y Pekín”.

La tensión se incrementa ante la posible cumbre en la APEC entre Donald Trump y Xi Jinping. Aunque aún no se ha confirmado, la cita podría ser clave para definir si habrá cooperación o confrontación tecnológica entre las dos potencias.

Este tipo de maniobras económicas ya tuvo precedentes. En 2023, China limitó el acceso a otros minerales estratégicos como galio y germanio, tras el anuncio de aranceles estadounidenses. A pesar de que en junio flexibilizó algunos permisos, el acceso sigue siendo incierto.

Una región en alerta: más allá de los drones

La fragilidad geoestratégica se manifiesta también en aspectos climáticos. Mientras Taiwán refuerza sus defensas, Japón sufre el embate de tifones que azotan las islas Izu, provocando evacuaciones masivas y víctimas mortales. El cambio climático se convierte en un actor imprevisto que complica aún más la estabilidad regional.

El tablero geopolítico del Indo-Pacífico: ¿futuro incierto o nuevo orden?

La evolución de las relaciones entre China, Taiwán y Estados Unidos está aún lejos de una solución definitiva. Pero si algo nos queda claro es que los drones, las tierras raras y la supremacía tecnológica han sustituido en parte al ejército regular como variables de presión y disuasión.

El futuro de Taiwán dependerá del equilibrio entre su capacidad de defensa tecnológica y su habilidad diplomática y estratégica para fortalecer alianzas e impedir un desenlace violento. La pregunta no es si habrá conflicto abierto, sino si la guerra «silenciosa» de los sensores, minerales críticos, ciberinteligencia y drones ya ha comenzado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press