¿Acuerdo de paz o cortina de humo? El alto al fuego entre Israel y Hamas y su impacto en Oriente Medio
El supuesto fin de la guerra entre Israel y Hamas llega acompañado de incertidumbres, maniobras políticas y una fuerte presencia de EE.UU. en la región
Un alto al fuego entre disparos: ¿realmente terminó la guerra?
Este viernes, a mediodía en horario local, el gobierno de Israel anunció que había entrado en vigor un alto al fuego con Hamas en la Franja de Gaza, tras una serie de negociaciones mediadas por Estados Unidos y avaladas por el presidente Donald Trump. La noticia, que podría marcar un punto de inflexión en uno de los conflictos más prolongados y devastadores del siglo XXI, fue recibida con escepticismo tanto por parte de los gazatíes como por expertos regionales.
La aparente contradicción de un “alto al fuego” iniciado en paralelo a intensas campañas de bombardeo en Gaza fue ampliamente reportada por testigos en el terreno. Mahmoud Sharkawy, desde el campo de refugiados Nuseirat, confirmó que “el bombardeo se intensificó notablemente durante las primeras horas de la mañana”. A su vez, en el norte de Gaza, residentes dijeron que los ataques no cesaban, particularmente con artillería pesada.
Esta incoherencia pone en duda la verdadera aplicación de los términos del acuerdo. Si bien el gobierno de Benjamin Netanyahu habla de una retirada “a líneas acordadas de despliegue”, funcionarios de seguridad israelíes han confirmado que sus fuerzas seguirán controlando el 50% del territorio de Gaza.
Contenido del acuerdo: lo dicho y lo callado
Según Khalil al-Hayya, alto funcionario de Hamas y uno de los negociadores principales, los elementos centrales del acuerdo incluyen:
- La liberación de aproximadamente 2,000 prisioneros palestinos.
- La reapertura del cruce fronterizo con Egipto.
- Una mayor entrada de ayuda humanitaria a Gaza.
- El repliegue de las fuerzas israelíes.
No obstante, ninguno de estos elementos fue detallado oficialmente por Israel. El comunicado del gabinete se limitó a decir que se aprobó "el esquema" del acuerdo para liberar a los rehenes.
Trump, laureles y el Nobel esquivo
Detrás del acuerdo está la figura del presidente estadounidense Donald Trump, quien no ha ocultado su deseo de ser laureado con el Premio Nobel de la Paz. A pesar de su conocida vanidad al respecto —“No lo hice por el Nobel, lo hice porque salvé muchas vidas”, declaró— el comité noruego optó por otorgar el premio a la activista venezolana María Corina Machado.
De esta forma, Trump se une a la lista de líderes mundiales que, pese a sus esfuerzos y autoproclamados méritos, no han sido reconocido con el codiciado galardón. El Nobel de Obama, su antiguo antagonista político, sigue siendo un tema de burla en los discursos del exmagnate.
El punto irónico para muchos analistas es que, aunque Trump se ha adjudicado logros de pacificación como los Acuerdos de Abraham o las negociaciones entre Israel y Hamas, su política interior ha sido todo menos pacífica. Su iniciativa de deportaciones masivas, la persecución de opositores políticos, y su intervención militar en ciudades estadounidenses plantean preguntas sobre su concepción de la paz.
¿Qué hay detrás del acuerdo?
El envío de 200 soldados estadounidenses a Israel para “monitorear” el cumplimiento del acuerdo sugiere que la desconfianza entre las partes sigue siendo profunda. Además, los aspectos más delicados del trato —como el desarme de Hamas o quién gobernará Gaza— siguen sin aclararse.
También destacan las implicaciones regionales. El cese temporal del fuego coincide con una mejora en las relaciones entre Siria y el Líbano, dos países que por décadas han estado en tensión. La reciente visita del canciller sirio Asaad al-Shibani a Beirut ha sido interpretada como un gesto de buena voluntad en el nuevo orden político post-Assad.
Siria y Líbano: reconciliación tras décadas de hostilidad
En una escena que hubiera parecido improbable hace apenas un año, los cancilleres de Siria y Líbano se estrecharon la mano públicamente y declararon el fin del Consejo Superior Líbano-Siria, símbolo de la influencia siria en su vecino del oeste.
Desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024 tras una revuelta sostenida por milicias internas y presiones internacionales, Siria ha intentado recomponer su credibilidad regional. La nueva administración siria, encabezada por Ahmad al-Sharaa, ha dado señales de querer romper con el pasado; entre ellas, la visita diplomática a Beirut busca resolver temas clave como:
- El destino de 2,000 ciudadanos sirios encarcelados en Líbano.
- La restitución de desaparecidos libaneses en territorio sirio.
- El retorno de los refugiados sirios (850,000 han regresado desde diciembre).
- La demarcación fronteriza y la lucha contra el contrabando de armas.
Con Hezbollah debilitado –después de fuertes bajas durante el reciente conflicto con Israel–, el espacio político libanés se ha abierto a nuevas posibilidades de cooperación con Damasco. El uso de la frontera oriental para tráfico de armas y presencia militar irregular ha sido uno de los puntos más críticos en las negociaciones bilaterales. El acuerdo firmado en marzo de 2025 busca reforzar la seguridad y abrir nuevas fases de desarrollo en regiones afectadas por décadas de enfrentamientos indirectos.
Una tregua con fecha de caducidad
A pesar de todo, las celebraciones en Gaza y Tel Aviv fueron comedidas. En lo que se ha conocido como la “Plaza de los Rehenes”, cientos de ciudadanos israelíes danzaban con el lulav y el etrog como señal simbólica de esperanza durante Sucot, mientras sus líderes políticos pactaban con el enemigo de lucha perenne.
Pero las preguntas persisten: ¿cuánto durará el alto al fuego?, ¿cumplirán ambas partes por igual?, ¿se trata de un acuerdo definitivo o solo de una pausa táctica más?
Para muchos, las dudas pesan más que los anuncios imparciales. Si bien hay motivos para el optimismo, la historia de fracasos en negociaciones previas entre Israel y Hamas modera las expectativas.
El futuro de Gaza: entre lo pactado y lo intangible
Un dato crucial es que no se ha aclarado quién administrará Gaza tras el repliegue israelí. ¿Volverá Hamas al control total? ¿Habrá una administración internacional temporal? O peor aún, ¿se abrirá un vacío de poder que facilite el colapso social y político?
En el pasado, acuerdos similares han fracasado estrepitosamente. Desde los Acuerdos de Oslo hasta los diferentes alto al fuego mediado por Egipto u otras potencias regionales, la historia ha sido una repetición de lo provisional.
La comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, tendrá ahora el reto de garantizar no solo el cumplimiento del cese de hostilidades, sino el apoyo logístico, financiero y político para que Gaza no recaiga en la violencia, la pobreza extrema y el aislamiento internacional.
¿Donald Trump merecía el Nobel? Quizás no por ahora. Pero si este acuerdo, por imperfecto que sea, se convierte en una transición legítima hacia la paz, las futuras generaciones podrían recordarlo con otra perspectiva. Por ahora, es tiempo de examinar, vigilar y reconstruir.