¿Militarización compartida o imprudencia geopolítica? El polémico centro de entrenamiento para pilotos de Catar en EE.UU.

Un análisis del nuevo centro de entrenamiento militar catarí en Idaho, su trasfondo geopolítico, historia bilateral y las controversias políticas que lo rodean.

Un nuevo capítulo en la cooperación militar entre Estados Unidos y Catar

En octubre de 2025, el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, anunció un ambicioso y controvertido plan: construir un centro de entrenamiento militar en Idaho para pilotos cataríes. Esta instalación, que se asentará en la Base Aérea de Mountain Home, estará diseñada para hospedar una flota de cazas F-15 y personal militar tanto catarí como estadounidense. El objetivo, según Hegseth, es fortalecer el entrenamiento conjunto, mejorar la letalidad e interoperabilidad de ambas fuerzas aéreas.

Esto, claramente, sigue la línea de la colaboración que durante décadas ha mantenido EE.UU. con aliados en todo el mundo. Singapur, por ejemplo, ya cuenta con una unidad destacada en esta misma base. Pero, a pesar de su base estratégica aparentemente lógica, esta decisión ha encendido una chispa política y mediática difícil de ignorar.

Un aliado clave, pero ¿a qué precio?

Catar, aunque pequeño en tamaño, es una potencia económica gracias a sus vastos recursos de gas natural. Además, su ubicación geoestratégica en el Golfo Pérsico lo ha convertido en una joya militar para Washington. Actualmente, Catar alberga a la base estadounidense más grande en Medio Oriente: Al Udeid Air Base, que fue fundamental durante operaciones en Irak, Afganistán y Siria.

La relación ha sido recíprocamente beneficiosa: Catar modernizó su Ejército mediante compras millonarias a EE.UU. —más de 35 cazas F-15 en 2020—, y a su vez, Estados Unidos ha garantizado apoyo militar, como quedó refl ejado en un reciente decreto del expresidente Trump para defender Catar “por todos los medios” ante cualquier amenaza.

Laura Loomer y la derecha alternativa: rechazo frontal

La influencer y activista política Laura Loomer, muy cercana al expresidente Donald Trump, reaccionó con un ataque directo: "Esto es una abominación", escribió en redes sociales, denunciando supuestos vínculos de Catar con organizaciones terroristas islámicas y calificando de inadmisible que una nación islámica tenga presencia militar en suelo estadounidense.

Sus comentarios hacen eco de un sentimiento más amplio dentro de ciertos sectores conservadores, especialmente tras el tiroteo de 2019 en la base de Pensacola, Florida, perpetrado por un cadete saudí que supuestamente tenía vínculos con Al-Qaeda. Este suceso provocó la expulsión de 21 militares saudíes y aumentó el escrutinio sobre los programas de intercambio militar.

“¿Por qué estamos entrenando a más musulmanes para pilotar aviones en EE.UU.? ¿No aprendimos nada?” escribió Loomer. Estas palabras, aunque incendiarias, provocaron revuelo en círculos políticos e incluso llevaron, en casos anteriores, al despido de varios funcionarios en agencias clave.

Historia de colaboración militar: una práctica común

Aunque pueda parecer novedosa, la práctica de entrenar a fuerzas extranjeras en instalaciones estadounidenses es todo menos reciente. Desde la Guerra Fría, el Pentágono ha firmado acuerdos con aliados estratégicos para fortalecer capacidades conjuntas. Corea del Sur, Israel, Jordania, Japón y Alemania han participado en programas similares.

  • En 2015, por ejemplo, EE.UU. entrenó a más de 5,000 militares extranjeros procedentes de más de 120 países.
  • Más recientemente, en 2020, Italia y EE.UU. compartieron una iniciativa de adiestramiento de pilotos en la Base Aérea de Luke, Arizona.

¿Por qué Idaho? El estudio ambiental de la Fuerza Aérea sugería que la base de Mountain Home podía alojar hasta 12 cazas F-15 cataríes y aproximadamente 300 militares, balanceando factores logísticos, espacio aéreo disponible y capacidad operativa.

Catar y la diplomacia internacional: ¿intermediario o infiltrado?

Muchos defensores de Catar señalan que el reino ha sido instrumental en negociaciones complejas, desde la guerra en Gaza hasta el retorno de ciudadanos occidentales secuestrados en zonas de conflicto. Doha ha servido de sede para diálogos entre Hamas e Israel, e incluso ha negociado treguas en nombre de la ONU y EE.UU.

No obstante, esa neutralidad activa también le ha traído críticas. Algunos argumentan que al facilitar el tránsito diplomático de actores considerados extremistas o peligrosos por Occidente, Catar se vuelve, intencionalmente o no, en un nido de contradicciones.

Por ejemplo, en octubre de 2025 una delegación de Hamas fue alcanzada por fuego israelí en Doha justo cuando preparaban un acuerdo de cese al fuego. El incidente evidenció los riesgos de ser un campo neutral en un tablero inflamado por tensiones religiosas y geopolíticas.

La paradoja de la seguridad nacional

Entrenar a aliados es una estrategia sensata para garantizar estándares comunes, compartir inteligencia y preparar coaliciones para futuras operaciones. Sin embargo, eventos como el de Pensacola revelan una grieta peligrosa: la dificultad de realizar un control exhaustivo previo de todo aspirante extranjero.

Mientras el FBI reconocía en 2019 que el atacante saudí había estado en contacto con grupos extremistas antes del tiroteo, también aclaraba que no fue detectado por los protocolos actuales. La mejora en estos controles ha tomado protagonismo en los nuevos acuerdos, pero sus limitaciones permanecen.

Esta paradoja se enmarca en una tensión permanente: blindarnos del terrorismo sin romper alianzas cruciales en regiones volátiles.

Críticas institucionales: Wall Street Journal y el debate perdido

No solo Loomer levantó la voz. El influyente Wall Street Journal criticó el plan del centro militar catarí señalando la falta de debate público y legislativo previo. “Este es un tema que merecía, y aún merece, una discusión más profunda”, escribió su comité editorial.

El equivalente sería celebrar un tratado de cooperación militar con implicaciones legales y presupuestarias sin el conocimiento del Congreso, algo que podría volverse costumbre peligrosamente antidemocrática.

¿Quién paga la factura?

Según fuentes del Pentágono que solicitaron permanecer en el anonimato, Catar pagará el costo total de la infraestructura militar en Idaho. Aunque esto puede resultar atractivo desde la óptica presupuestaria, plantea un nuevo dilema: ¿deberían gobiernos extranjeros financiar instalaciones permanentes en suelo norteamericano?

Los críticos temen que esto cree precedentes para ceder soberanía, aunque sea simbólicamente. Otros lo ven como una inteligente externalización de costes de defensa.

Una aproximación a medio camino: entrenar, pero con condiciones

Expertos en defensa como Michael O’Hanlon del Brookings Institution sostienen que “entrenar a nuestros aliados es una parte fundamental de la estrategia de defensa global”, pero advierte que deben existir salvaguardas visibles: monitoreo, límites temporales, verificación mutua y mecanismos de revisión legislativa.

En ese sentido, el caso catarí podría servir como piloto (literal y figuradamente) para repensar los modelos de colaboración militar extranjera en suelo estadounidense. Preguntas sobre transparencia, derechos humanos en los países socios y reciprocidad deben ser parte del debate nacional.

¿Un jet presidencial como muestra de lealtad?

Otro dato curioso que ha salido a la luz es que Catar habría financiado la personalización de un jumbo jet de $400 millones para ser usado como Air Force One durante la administración Trump. Este gesto, que muchos ven como un intento de acercamiento diplomático colosal, también ha sido duramente cuestionado: ¿es lícito que un aliado regale recursos tan costosos al líder de otra nación? ¿Dónde están los límites éticos de estas diplomacias simbólicas?

El debate apenas comienza, y probablemente definirá modelos futuros de cooperación, haciendo del centro de Idaho mucho más que un simple hangar para F-15: es el epicentro de una discusión sobre la identidad, seguridad y principios globales de Estados Unidos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press