Halloween en crisis: Cómo los aranceles de Trump están reconfigurando el negocio de los disfraces en EE.UU.
Chicago Costume, un negocio familiar fundado en 1976, se reinventa durante una temporada de brujas marcada por la inflación y las tarifas arancelarias.
Disfraces, crisis y creatividad: El nuevo Halloween americano
Halloween está a la vuelta de la esquina, y con él llega el momento más importante del año para negocios como Chicago Costume, una tienda familiar que desde hace más de 45 años abastece a la ciudad de Chicago con disfraces únicos. Pero este 2025, las calabazas no vienen solas: los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a los productos importados desde China han inyectado miedo —no del tipo festivo— en el sector comercial.
Una pesadilla arancelaria
Según explica Courtland Hickey, actual propietario de Chicago Costume, la tienda tuvo que reducir sus pedidos de disfraces en un 40% este año debido al aumento de los aranceles. De hecho, desde abril, los productos chinos —que representan cerca del 90% de los disfraces vendidos en EE.UU.— enfrentan un arancel del 145%.
“Si la gente tiene menos dinero en el bolsillo, los disfraces no serán su prioridad”, dijo Hickey, resumiendo la tensión entre la necesidad empresarial de mantener inventario nuevo y el miedo a no poder venderlo por el incremento de precios.
Reciclar es sobrevivir
Ante este panorama, Hickey y su madre, Mary Hickey Panayotou —quien fundó la tienda en 1976 creando disfraces para teatros locales—, decidieron mirar hacia su pasado. Durante años almacenaron trajes no vendidos, piezas sueltas y accesorios obsoletos. Ahora, esa aparente acumulación se convirtió en un activo vital.
- Una túnica negra puede ser la base de un mago, un juez o un miembro de un coro.
- Accesorios vintage se combinan con elementos nuevos para crear sets personalizados.
- Incluso los empleados cosen a mano mitras papales con espuma reutilizada.
“Las túnicas negras son una prenda base que podemos transformar según los accesorios que les sumemos”, explicó Hickey.
Impacto nacional: No son los únicos
Chicago Costume no es el único negocio afectado. Trick or Treat Studios, fabricante de máscaras de películas de terror, despidió al 25% de su personal (15 empleados) y trasladó parte de su producción de China a México. Esta compañía también aumentó sus precios en un 15%.
Estos cambios no sólo reflejan una estrategia de supervivencia; muestran una posible transición de la manufactura global hacia modelos más localizados o diversificados geográficamente.
Un negocio enfrentando un dilema existencial
Tradicionalmente, las tiendas independientes como Chicago Costume compiten frente a gigantes como Spirit Halloween, Walmart o Amazon. En su momento, Hickey vio en los aranceles una posible ventaja: podrían nivelar la competencia al encarecer las importaciones.
Incluso escribió un artículo para la National Costumers Association titulado “Lo que Halloween nos enseña sobre resiliencia empresarial” en donde alentaba a los miembros a revisar y revitalizar sus inventarios antiguos.
“Si este cambio perjudica a Amazon o Walmart, no me voy a lamentar. Es una oportunidad para devolverle alma al comercio local”, escribió. Pero esa esperanza se diluyó cuando los grandes minoristas doblaron su apuesta: inundaron el mercado con productos baratos y aumentaron sus promociones para mantener la clientela.
“Ha sido más difícil de lo que esperaba, pero sigo creyendo que la adaptabilidad y la diferenciación mantendrán con vida a tiendas como la nuestra”, dijo con algo de desilusión.
Una reinvención creativa como fórmula secreta
Chicago Costume también incursiona en otros segmentos. Ofrecen vestuario para fans de cosplay y fiestas temáticas, y tienen una línea de disfraces para mascotas deportivas como la del equipo Chicago Bulls.
En 2020 adquirieron una empresa de servicios teatrales que data de 1886, incluyendo un invaluable catálogo de piezas de época. Todo esto les ayuda a mantener la rotación de inventario viva y evitar malas temporadas post-Halloween, cuando las tiendas suelen tener exceso de stock.
Clientes fieles, pero cautelosos
Para muchos en Chicago, el compromiso con la tienda es inquebrantable. Damien Johnson, un cliente habitual que cumple años el 31 de octubre, gastaba hasta $300 USD en disfraces antes. Este año, limitó su presupuesto a $90 para transformarse en Pennywise —el payaso diabólico de Stephen King—, utilizando maquillaje, peluca y vestuario.
“Siempre solía gastar de más. Este año, estoy controlado”, dijo entre risas.
Economía espeluznante: datos que asustan
- El mercado de disfraces de Halloween generó $3.6 mil millones USD en EE.UU. en 2022, según la National Retail Federation (NRF).
- En promedio, 69% de los estadounidenses celebran Halloween, de los cuales, un 47% compra algún disfraz.
- Cerca del 85% de los disfraces de Halloween provienen de China antes de los aranceles recientes.
Los aranceles no sólo afectan a negocios grandes, sino también a la creatividad, sostenibilidad y tradición de miles de pequeños comerciantes como los Hickey-Panayotou.
El disfraz de la incertidumbre futura
Las nuevas políticas arancelarias destaparon la dependencia de EE.UU. por la manufactura extranjera. Para algunos negocios, su solución fue simplemente trasladar producción a otros países. Pero para quienes no tienen esa capacidad, como muchas tiendas independientes, el camino es otro: reinventarse con lo que ya tienen.
En este contexto, Halloween sirve como escenario perfecto —y poderoso— para hablar de sostenibilidad, comercio local y resiliencia creativa. Muy apropiado para una festividad donde las apariencias engañan: detrás de cada disfraz de unicornio o vampiro, puede esconderse una historia de lucha y adaptación económica.
Y este Halloween 2025, ciertamente, será recordado por más que dulces y sustos.