La NFL y los protocolos de conmoción: ¿realmente se está priorizando la salud del jugador?
La revisión del caso Jaxson Dart desata nuevas preguntas sobre la efectividad de los protocolos de conmoción cerebral en la liga
Una nueva revisión sacude a la NFL
La reciente revisión iniciada por la NFL y la Asociación de Jugadores tras el manejo de una posible conmoción cerebral del mariscal de campo novato de los New York Giants, Jaxson Dart, ha vuelto a poner el foco sobre uno de los temas más delicados en el fútbol americano profesional: la gestión de las lesiones en la cabeza.
Todo ocurrió durante el partido del jueves por la noche contra los Philadelphia Eagles, cuando Dart fue derribado violentamente al ser tacleado por Patrick Johnson y posteriormente chocar con el apoyador de los Eagles, Azeez Ojulari. Tras quedarse en el suelo un momento y tomarse la cabeza, fue llevado inmediatamente a la carpa médica para una evaluación de conmoción cerebral. Sin embargo, las cámaras captaron un momento poco común: el entrenador en jefe Brian Daboll asomando la cabeza por la carpa, impaciente por recibir noticias sobre su mariscal titular.
Protocolos bajo el microscopio
La acción de Daboll, aunque breve, generó controversia e incluso una disculpa pública por parte del propio entrenador: “Me disculpé directamente con nuestro médico del equipo... solo quería tenerlo de vuelta si estaba bien, no ponerlo en riesgo”, declaró.
Según el jefe médico de la NFL, Dr. Allen Sills, los protocolos son claros: solo el jugador, el médico del equipo, un especialista independiente y un entrenador atlético pueden estar presentes en la evaluación dentro de la carpa. En sus palabras: “Nunca más de esas personas. Nunca entrenadores ni otros jugadores”.
Repetidas interrupciones y frustración del jugador
No es la primera vez que Dart queda fuera de juego por una evaluación de conmoción. De hecho, es la tercera vez en la temporada (incluyendo pretemporada) que debe abandonar el campo por este motivo.
Sus declaraciones reflejan cierta frustración: “Fue eterno. Solo quería volver al campo. Entiendo que haya un protocolo, pero solo quería volver lo más rápido posible”.
Su compañero novato, Cam Skattebo, incluso bromeó al respecto: “Estaba yendo a asegurarme de que Jaxson no estuviera lastimando a nadie ahí dentro”. Aunque humorísticas, estas intervenciones reflejan una realidad compleja: el protocolo es claro, pero aún así enfrenta desafíos prácticos en medio de la urgencia competitiva.
Una historia de lesiones cerebrales en la NFL
La NFL ha enfrentado durante años fuertes críticas por su gestión de las conmociones cerebrales. Las investigaciones de las últimas dos décadas han revelado una preocupante relación entre el fútbol americano profesional y enfermedades neurodegenerativas como la encefalopatía traumática crónica (CTE).
Un estudio publicado en 2017 por la Journal of the American Medical Association (JAMA) examinó el cerebro de 111 exjugadores de la NFL fallecidos y descubrió que 110 de ellos mostraban signos de CTE (fuente).
Ante esto, la NFL implementó a partir de 2011 protocolos de evaluación de conmociones y fortaleció su normativa en 2016, exigiendo la presencia de un Neurotrauma Consultant independiente en cada partido. Aun así, múltiples casos controversiales han puesto en duda su efectividad.
Casos que pusieron a la liga contra las cuerdas
- Tua Tagovailoa (2022): quizás el caso más mediático en los últimos años. El mariscal de campo de los Miami Dolphins sufrió dos aparentes conmociones en una sola semana. Aunque regresó rápidamente tras la primera, fue hospitalizado luego de la segunda. Esto provocó críticas contundentes e incluso cambios en el protocolo una semana después.
- Case Keenum (2015): continuó jugando tras un golpe evidente que lo dejó desorientado en el suelo. Nadie intervino en el momento. El incidente fue un catalizador para añadir observadores independientes.
Presión competitiva vs. seguridad
Existe una tensión intrínseca en el fútbol americano profesional entre la presión del rendimiento inmediato y la necesidad de proteger la salud de los jugadores. En una liga de tan alto nivel, un jugador puede pasar de promesa a olvidado si es reemplazado durante varios partidos.
Como explicaba el exjugador Chris Borland, quien se retiró en su temporada de novato en 2015 por temor a futuros daños cerebrales: “El negocio no valía lo que podría perder en calidad de vida”.
Los jugadores enfrentan una presión intensa para seguir jugando, incluso lesionados. Y esto no solo viene de entrenadores o aficionados, sino de sus propios contratos e inseguridades profesionales.
Nuevas tecnologías y futuro de la detección de conmociones
Hoy en día, equipos como los Seattle Seahawks y New England Patriots experimentan con sensores para medir impactos en tiempo real en cascos. Aunque aún no forman parte obligatoria de la NFL, están abriendo camino en la detección objetiva de impactos peligrosos.
También se están desarrollando algoritmos de IA que ayudan a identificar conductas erráticas en jugadores tras golpes, usando grabaciones en tiempo real. Estas podrían servir como alertas automáticas para activar evaluaciones médicas aunque un jugador diga sentirse bien.
Pero ninguna tecnología reemplaza la cultura. Mientras jugadores, entrenadores e incluso el público vean salir del campo como signo de debilidad, seguirán existiendo presiones para volver antes de tiempo.
¿Funciona el sistema o necesita una reforma más profunda?
El caso Jaxson Dart nos muestra, una vez más, que aunque el protocolo existe, su aplicación sigue siendo frágil en el contexto competitivo y emocional de un partido. Cuando un entrenador entra a una carpa médica, aunque sea solo para preguntar, está rompiendo una barrera de confianza y respeto al proceso.
Además, con cada nuevo incidente, se hace evidente que no basta con protocolizar la atención: se necesita una cultura radicalmente diferente dentro y fuera del campo. Porque mientras Dart se quejaba de la espera, lo que estaba en juego no era solo una cuarta oportunidad, sino su futuro cerebral.
En palabras del Dr. Bennet Omalu, neurólogo forense que descubrió la CTE: “El fútbol americano es a la salud cerebral lo que fumar fue a la salud pulmonar en los 50. Solo que aún no hemos querido aceptarlo por completo”.
La NFL ha avanzado respecto a lo que fue hace 20 años, pero casos como este demuestran que el camino hacia una liga realmente segura para la cabeza de sus jugadores es todavía largo, y se juega tanto en el campo como en la carpa.