Cómo la industria cripto tomó por asalto el Capitolio: una nueva era de poder político y dólares digitales
Con millones invertidos en campañas y legislaciones que avanzan a pasos agigantados, la criptomoneda ha dejado de ser una amenaza oscura para convertirse en el nuevo jugador fuerte del Congreso estadounidense
Una revolución silenciosa en Washington
Mientras en Wyoming las criptomonedas celebraban su gran ascenso político en un resort de lujo, en los pasillos del Capitolio se sentía el temblor silencioso de una revolución: la industria cripto, durante años cuestionada y arrinconada por los escándalos, finalmente logró convertir su poder económico en influencia política tangible.
Todo comenzó con la caída de uno de sus principales opositores: el senador demócrata Sherrod Brown, ex presidente del Comité Bancario del Senado. En 2024, Brown fue derrotado por un margen de poco más del 3.5% por Bernie Moreno, un empresario con vínculos sólidos con el ecosistema cripto. Detrás de esta victoria, hay un número imposible de ignorar: más de 40 millones de dólares fueron inyectados por actores pro-cripto solo en esa contienda.
¿Cómo se gesta un cambio tan drástico?
Desde el 2020, la relación entre el Congreso de EE.UU. y las criptomonedas ha oscilado entre el rechazo, el escepticismo y la regulación restrictiva. Todo esto cambió con la reorganización del Senado en 2025 y la pérdida de poder de figuras clave en el escrutinio regulatorio, como Brown o la senadora Elizabeth Warren.
El senador Tim Scott, actual presidente republicano del poderoso Comité Bancario, fue claro: "Gracias a todos ustedes por deshacerse de Sherrod Brown", dijo durante el simposio de Wyoming Blockchain entre aplausos. "Literalmente, la industria puso a Bernie Moreno en el Senado". La afirmación no es retórica: demuestra la contundencia de la estrategia pro-cripto.
Un Congreso pro-cripto se impone
Desde la renovación del Senado, el Congreso estadounidense avanzó con velocidad en la aprobación de legislaciones pro-cripto. Ya se han aprobado normas para regular y proteger al consumidor respecto a las 'stablecoins', criptomonedas asociadas directamente al dólar para evitar su alta volatilidad.
Ahora, está en proceso una legislación aún más ambiciosa: una ley general para delimitar de forma clara la forma en que los activos digitales serán controlados, regulados y utilizados tanto por consumidores como por instituciones financieras.
A esto se le suma el apoyo total de Donald Trump, quien desde su posición en la Casa Blanca ha declarado que Estados Unidos debe convertirse en la “capital cripto del mundo”. No es solo una estrategia de discurso: la familia Trump posee participación en World Liberty Financial, una firma que ya lanzó su propia stablecoin.
La caída de Brown: un mensaje claro
Brown fue durante años un férreo opositor del ecosistema cripto. Denunció, con razón, las fallas estructurales del sistema y su utilización para delitos financieros. Lideró audiencias por el caso FTX y el colapso provocado por su CEO, Sam Bankman-Fried. Incluso tras la condena, sostuvo: "No podemos dejar que la industria cripto escriba su propio libro de reglas".
La industria respondió con artillería pesada. Fairshake, un súper PAC (comité de acción política) apoyado por Coinbase, lideró el gasto masivo que culminó en la derrota de Brown. Solo en Ohio, se invirtieron 40 millones de los más de 130 millones gastados en campañas durante 2024 por parte de grupos pro-cripto.
¿Un electorado pro-cripto o un plan corporativo perfecto?
Desde Coinbase insisten en que se trata de algo más que dinero. "Hay una gran cantidad de gente que usa criptomonedas en su día a día y quiere ver reglas claras", señaló Brian Armstrong, CEO de la plataforma. La narrativa busca desligarse del poder financiero y apoyarse en la noción de un movimiento ciudadano, digital y disruptivo.
No obstante, las estadísticas no son tan favorables. Según el Pew Research Center, el 55% de los estadounidenses ven las criptomonedas como una inversión muy riesgosa, y en general solo un porcentaje reducido tiene activos digitales. 1 de cada 4 hombres menores de 50 años posee alguna criptomoneda, según Gallup, y aún así el entusiasmo no alcanza para justificar el peso legislativo adquirido.
¿Qué viene ahora y quién toma el liderazgo?
En 2026, Brown buscará recuperar su escaño en el Senado. Esta vez, su discurso suena menos combativo: "Mi meta es asegurar que el crecimiento de las criptomonedas beneficie a los habitantes de Ohio y no los exponga a riesgos", dijo recientemente.
Su contrincante no será Moreno (ahora senador), sino el también republicano Jon Husted, elegido para ocupar el asiento dejado por el ahora vicepresidente J.D. Vance. Husted es un aliado del ecosistema cripto y apoyó leyes como la GENIUS Act para regular las stablecoins. A su favor, tiene el inmenso aparato financiero de los PACs cripto: Fairshake ya cuenta con más de 141 millones de dólares en caja para 2026.
Otros jugadores también se suman al tablero. Tyler y Cameron Winklevoss, conocidos por su disputa con Mark Zuckerberg por Facebook, han lanzado un fondo de 21 millones de dólares para apoyar candidatos pro-cripto. Otro grupo, Fellowship PAC, promete una inversión de 100 millones de dólares en la próxima elección.
El Congreso, transformado en cripto-aliado
La tendencia política es clara. El Congreso estadounidense ha pasado de cuestionar y auditar a aplaudir y reglamentar de manera favorable una industria que, en menos de una década, ha pasado de ser sinónimo de estafa a convertirse en "innovación financiera".
Los riesgos, sin embargo, no han cambiado. La naturaleza volátil, descentralizada y en ocasiones opaca de muchas criptomonedas sigue ofreciendo ricas oportunidades para el fraudo financiero, lavado de dinero e inversión especulativa destructiva. Más aún si el espacio regulatorio está diseñado por los mismos actores que deberían ser regulados.
¿Un futuro con menos oposición?
A medida que los PACs y grupos de lobby consolidan su control sobre campañas, la pregunta persiste: ¿quién representará los intereses del ciudadano común? ¿Podremos contar con un Congreso equilibrado si el costo de oponerse a la criptoindustria es quedar fuera del mapa político?
En palabras contundentes de Armstrong: "El electorado dijo: o estás con nosotros o estás fuera".
Y si las elecciones futuras replican lo sucedido en 2024, todo parece indicar que el capital digital se convertirá en la moneda oficial de la influencia política en Estados Unidos.