Gaza bajo escombros: el precio humano y político de una devastación sin precedentes
Con un 83% de los edificios destruidos en Gaza City y más de 61 millones de toneladas de escombros, el alto al fuego pone en evidencia no solo la magnitud de la tragedia humanitaria, sino también el declive de Irán en su rol como potencia regional
Una ciudad reducida a cenizas
El cielo de Gaza se ha despejado tras dos años de incesantes bombardeos, pero lo que dejó la guerra es desolador. Imágenes captadas por drones muestran barrios enteros como Tal al-Hawa completamente arrasados. Ruinas, polvo de cemento y el silencio casi absoluto reemplazan lo que antes fue vida comunitaria, escuelas, hospitales y hogares.
La ONU estima que el 83% de las estructuras en Gaza City están dañadas o destruidas. A nivel de toda la Franja, el 78% presenta algún tipo de daño físico. La magnitud del desastre se traduce también en cifras colosales: más de 61 millones de toneladas de escombros—una cantidad que equivale al volumen de 25 Torres Eiffel.
El programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas ha indicado que la vegetación en Gaza prácticamente ha desaparecido: el 97% de los árboles de cultivo, el 95% de los arbustos y el 82% de las plantas anuales ya no existen. La devastación no solo afecta a vidas humanas y edificaciones, sino al ecosistema entero de la región.
Un hogar que ya no lo es
Decenas de miles de palestinos están regresando a zonas donde la idea de “hogar” ha sido borrada. “No esperábamos este nivel de destrucción”, dijo Farah Saleh, una residente que apenas reconocía su vecindario. Otro testimonio, de Shreen Aboul Yakhni, reflejaba desesperanza: “Estamos regresando a la nada. No hay casa, no hay refugio para nuestros hijos, y se acerca el invierno”.
Las pocas pertenencias personales y vestimentas de los civiles ofrecen pequeños destellos de color en un paisaje gris y deprimente. Esta frágil calma tras el alto al fuego ha permitido que organismos internacionales empiecen a hacer un balance más preciso de los daños.
Gaza y el costo de la reconstrucción
El Banco Mundial ha estimado que la reconstrucción del enclave costará al menos 50 mil millones de dólares. El reto es abrumador: limpiar millones de toneladas de escombros, restaurar servicios básicos, y quitar minas y explosivos sin detonar es solo el principio.
A esta crisis se suma el colapso del sistema de salud, la carencia de alimentos y agua potable, y el desplazamiento de una población de más de 2 millones de personas. La reconstrucción de Gaza no será simplemente física, sino social, institucional y psicológica.
¿Una victoria para quién?
Mientras el mundo mira con detenimiento las ruinas de Gaza, en Teherán, el régimen iraní intenta sacar rédito simbólico del alto al fuego. Medios iraníes señalan que el cese de hostilidades es una “victoria para Hamas” y una derrota moral para Israel. Sin embargo, a nivel práctico, Irán emerge debilitado en la geopolítica regional.
Según Ali Vaez, director del proyecto Irán del International Crisis Group: “Este no es un momento de orgullo para Irán. Su sistema de alianzas en la región se encuentra fracturado, aunque eso no signifique que el 'Eje de Resistencia' haya desaparecido por completo”.
El colapso del Eje de Resistencia
Durante décadas, Irán ha promovido su influencia regional a través del apoyo indirecto a grupos armados como Hezbollah en Líbano, los hutíes en Yemen, y Hamas en Gaza. Este eje tenía como propósito contrarrestar la influencia estadounidense e israelí en el Medio Oriente.
Sin embargo, tras el último conflicto de 12 días en junio, los ataques israelíes no solo arrasaron Gaza, sino que mataron a varios líderes de alto nivel en Hamas y Hezbollah. Además, operaciones clandestinas habrían alcanzado a figuras clave del programa nuclear iraní.
Las consecuencias son claras: Irán ya no parece ser el actor temido de antaño. El analista político iraní Saeed Leilaz fue directo: “No tenemos recursos. Nuestra economía está debilitada. Nuestro respaldo a Hamas fue más bien una reacción contra EE.UU. para desviar los conflictos de nuestras fronteras”.
El giro hacia el aislamiento
Con una economía devastada por las sanciones y una ciudadanía cada vez más desafiante—especialmente en torno a temas como el uso del hiyab—el régimen iraní ha comenzado a ejecutar prisioneros a una velocidad sin precedentes como método de control social.
Adicionalmente, a diferencia de lo que se esperaba de socios estratégicos como Rusia y China, Irán ha recibido poco o ningún apoyo tangible. A pesar de haber suministrado drones a Rusia y petróleo a China, estos aliados no han ofrecido respaldo militar o diplomático de peso.
Irán ni siquiera organizó su tradicional desfile militar para conmemorar el fin de la guerra Irán-Irak, un hecho sin precedentes y cargado de simbolismo: el músculo ya no se muestra, porque quizás ya no lo hay.
La nueva realidad regional
El Medio Oriente de hoy dista mucho del de hace una década. Los rebeldes han derrocado a Bashar al-Assad en Siria, los grupos chiitas en Irak han perdido influencia, y los hutíes están siendo golpeados con ataques quirúrgicos por parte de Israel. Hezbollah y Hamas están debilitados, y Gaza se encuentra en ruinas.
Incluso el programa nuclear iraní podría estar paralizado. Fuentes de inteligencia occidentales han sugerido que Teherán ha frenado su enriquecimiento de uranio tras los ataques de junio. Esto también complica las ya congeladas negociaciones nucleares con los Estados Unidos.
Trump y las implicaciones políticas
En la esfera internacional, el expresidente Donald Trump no ha tardado en capitalizar políticamente el alto al fuego, calificándolo como una “noticia fantástica”. Sin embargo, hasta ahora, no hay señales de que se retomen las conversaciones con Irán sobre su programa nuclear.
“Irán no tiene mucho a dónde ir”, afirmó Ali Vaez. “Pero el problema es que nadie tampoco le ofrece una vía de salida”. Desde dentro del régimen, las disyuntivas sobre qué estrategia seguir agravan su parálisis política.
Gaza e Irán: víctimas de diferentes frentes
Mientras Gaza lidia con la destrucción física y humanitaria, Irán enfrenta una guerra invisible de desgaste político, económico y moral. Ambas situaciones, conectadas profundamente por alianzas y enemistades históricas, muestran los límites de la violencia como herramienta política y las repercusiones humanas que tiene en el tejido de las sociedades.
El Medio Oriente está entrando en una nueva etapa donde el control y la supremacía ya no se definen solo por el poder armamentístico, sino por la capacidad de reconstruir, adaptarse y mantener la legitimidad interna e internacional. En este contexto, los escombros de Gaza pueden ser también el símbolo de una estrategia regional que ha colapsado bajo su propio peso.