La Iglesia Subterránea en China Bajo Ataque: ¿La Libertad Religiosa Está Muriendo Silenciosamente?
Pastores detenidos, iglesias clausuradas y una fe perseguida en el corazón de una potencia global
En plena era de hiperconectividad e influencia global de China, lo que ocurre dentro de sus fronteras con la libertad religiosa debería preocuparnos a todos. Los recientes arrestos masivos de pastores y líderes de la Iglesia Zion, una de las congregaciones cristianas no registradas más grandes de China, muestran una oleada de represión sin precedentes contra las iglesias «subterráneas».
¿Qué sucede con la Iglesia Zion?
El 10 de octubre de 2025, el Pastor Ezra Jin Mingri fue detenido en su casa en Beihai, provincia de Guangxi, según confirmó su hija, Grace Jin, y otro pastor de la iglesia Zion radicado en EE. UU., Sean Long. Él no fue el único: más de una decena de líderes cristianos también fueron arrestados en cinco provincias chinas, en lo que analistas describen como “una de las redadas más coordinadas contra iglesias independientes urbanas en los últimos 40 años”.
Jin es uno de los líderes más prominentes de la iglesia no oficial en China, lo que aparentemente ha molestado a las autoridades. El crecimiento exponencial de Zion Church después del COVID ha llamado la atención del Partido Comunista de China (PCCh), que tradicionalmente ha perseguido cualquier organización que escape a su control directo.
La historia de las iglesias “caseras” en China
Desde la Revolución Cultural (1966-1976), la religión en China ha sido fuertemente vigilada. Aunque la Constitución china garantiza técnicamente la libertad religiosa, en la práctica, solo las religiones organizadas bajo el paraguas del Estado —conocidas como “organizaciones patrióticas religiosas”— pueden operar legalmente.
Las iglesias “caseras” o “subterráneas” son aquellas que deciden no registrarse con el gobierno, por considerar que eso comprometería su independencia doctrinal. Algunas cuentan con apenas unas decenas de miembros. Pero otras, como Zion Church, han crecido hasta superar los 5.000 fieles, distribuidos a lo largo de China.
La represión bajo Xi Jinping
Bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, la represión religiosa se ha intensificado. La política de “sinización” de la religión exige que las expresiones religiosas “reflejen los valores socialistas y promuevan la cultura china”, que en la práctica significa lealtad incondicional al Partido Comunista.
Durante la última década, las autoridades chinas han:
- Desmantelado miles de cruces e iglesias.
- Destruido biblias y materiales cristianos.
- Prohibido reuniones no autorizadas, incluso en casas privadas.
- Obligado a cristianos a firmar declaraciones renunciando a su fe.
Según el grupo ChinaAid, con sede en EE. UU., lo que presenciamos es algo sin precedentes desde finales de los años 70: una campaña nacional para erradicar la autonomía de las iglesias urbanas en China.
Por qué las autoridades temen a Zion Church
Zion Church fue clausurada por la policía en 2018, pero logró sobrevivir reorganizándose en pequeños grupos diseminados por restaurantes, apartamentos e incluso bares de karaoke. El COVID-19 fue inesperadamente un factor catalizador para su resurgimiento: durante la pandemia, Zion organizó cultos en línea, lo que atrajo a creyentes impedidos de asistir a iglesias oficiales.
Así, su membresía pasó de 1.500 personas en 2018 a más de 5.000 fieles activos.
Sean Long, pastor en EE. UU., explica: “El crecimiento sin precedentes de Zion después del COVID irritó visiblemente al gobierno. Como no pueden controlar su narrativa, intentan desintegrarla desde sus raíces”.
Arrestos recientes: una campaña coordinada
Los arrestos de pastores en distintas provincias —Beijing, Guangxi, Xi’an, Shanxi— no son incidentes aislados. Forman parte de una ofensiva sistemática con implicaciones nacionales.
Por ejemplo, en junio de 2025, diez miembros de la Iglesia Golden Lampstand, en Shanxi, fueron condenados a prisión. En mayo, el pastor de Zion Light Church en Xi’an fue arrestado. Estas detenciones se suman a la pérdida de propiedades, el espionaje electrónico y el acoso constante a los creyentes.
¿Qué dice la Constitución china?
El Artículo 36 de la Constitución de la República Popular China afirma:
“Los ciudadanos de la República Popular China tienen libertad de creencias religiosas.”
Sin embargo, la frase es seguida por una advertencia:
“El Estado protege las actividades religiosas normales. Ninguna persona puede usar religión para perturbar el orden social, dañar la salud ciudadana o interferir con el sistema educativo del Estado.”
El problema yace en quién decide qué es “normal”. Todo lo que no esté registrado o que se considere una amenaza ideológica puede ser calificado de perturbador. Y esa discrecionalidad ha permitido una represión que cada año empeora.
La fe más allá del miedo
Grace Jin, hija del pastor detenido, dejó claro desde EE. UU. que su padre sabía a lo que se enfrentaba, pero aún así decidió volver a China: “Sentía que, como pastor, debía quedarse con su rebaño. Siempre estuvo preparado para algo como esto.”
En un país donde los líderes religiosos saben que predicar sin permiso estatal puede costarles su libertad (o incluso la vida), el compromiso de Jin es una muestra de valentía espiritual. Pero también una señal clara de por qué estas iglesias continúan creciendo: representan una fe que no se rinde frente al autoritarismo.
Reacciones internacionales y silencio oficial
Ni el Ministerio de Asuntos Religiosos de China, ni la Policía de Beihai, ni el Ministerio del Interior han emitido declaraciones oficiales al respecto. Este silencio choca con la respuesta de organismos extranjeros, iglesias internacionales y gobiernos que comienzan a cuestionar seriamente el compromiso de China con los derechos fundamentales.
Para Bob Fu, fundador de ChinaAid:
“Estamos viviendo la persecución religiosa más intensa en ciudades chinas desde la década de 1980.”
¿Puede cambiar algo?
El margen de maniobra externa para presionar a China en temas de derechos humanos es limitado, pero eso no significa inacción. Algunas acciones que se han promovido incluyen:
- Resoluciones parlamentarias condenando la represión religiosa.
- Peticiones ante la ONU y agencias de derechos humanos.
- Asilo político para familias perseguidas.
- Campañas de concienciación y libertad para los presos por fe.
Mientras tanto, dentro de China, el movimiento cristiano subterráneo continúa creciendo, desafiando cada día los límites impuestos desde el poder.
La historia de Zion Church y del pastor Jin no es solo sobre represión. Es un reflejo del poder espiritual frente al control estatal. Y una pregunta pendiente para el mundo: ¿Dejaremos que extingan la llama de la libertad religiosa por miedo o por negocios?