Pakistán bajo tensión: represión, protestas y la lucha por Palestina desde Lahore

Miles de islamistas desafían al gobierno con una marcha masiva hacia Islamabad en solidaridad con los palestinos, desatando una ola de represión policial y caos en el este del país

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Una ciudad sitiada por la crisis política y religiosa

En los últimos días, la ciudad de Lahore, la segunda urbe más grande de Pakistán, se ha convertido en el epicentro de intensas manifestaciones organizadas por el partido islamista radical Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP). Esta agrupación ha lanzado una marcha masiva con destino a Islamabad, la capital, como protesta contra la ocupación israelí en Palestina y para mostrar su solidaridad con el pueblo palestino.

Sin embargo, lo que comenzó como una manifestación política ha derivado en enfrentamientos violentos entre manifestantes y la policía, dejando más de 112 agentes heridos, vehículos incendiados, calles bloqueadas y una ciudad prácticamente paralizada. Las autoridades han respondido con fuerza, desplegando gases lacrimógenos, balas de goma y una serie de detenciones masivas —más de 100 según la versión oficial, y 700 según TLP.

¿Quiénes son Tehreek-e-Labbaik Pakistan?

El Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP) emergió como una fuerza política notable durante las elecciones paquistaníes de 2018. Su base ideológica se centra en la defensa radical de la ley de blasfemia, que impone la pena de muerte a quien insulte al islam o a su profeta, Mahoma.

Aunque fue prohibido en 2020 debido a su historial de violencia durante protestas por la publicación de caricaturas del profeta en Francia, la proscripción fue levantada apenas un año después. Desde entonces, el partido ha organizado múltiples manifestaciones, pero ninguna de la magnitud de la actual.

Protestas en apoyo a Palestina: ¿qué motiva la movilización?

La oleada de protestas en Pakistán se da en un contexto de escalada de tensión en Gaza, donde el conflicto entre Israel y Hamas ha dejado miles de muertos. Aunque un acuerdo reciente ha producido una frágil tregua, los ánimos en el mundo musulmán siguen siendo explosivos. TLP no ha dudado en aprovechar ese resentimiento como plataforma para movilizar a la población.

No es solo una cuestión religiosa, es una cuestión de dignidad y justicia”, expresó uno de los líderes de TLP durante una improvisada rueda de prensa en Lahore. Con movilizaciones que reúnen entre 8.000 y 10.000 personas, se teme que puedan convertirse en una verdadera amenaza para la estabilidad nacional.

La respuesta del Estado: contención y censura

Las autoridades pakistaníes no tardaron en implementar fuertes medidas para detener el avance de los manifestantes. Entre ellas:

  • Barreras de contenedores metálicos en las principales autopistas hacia Islamabad.
  • Suspensión del servicio de telefonía móvil e internet por segundo día consecutivo en Islamabad y Rawalpindi.
  • Cierre de escuelas y suspensión del transporte urbano e interurbano.
  • Despliegue de fuerzas antimotines y uso extensivo de gases lacrimógenos.

Según testimonios de residentes recogidos por medios locales, Lahore se encuentra prácticamente sitiada. “Ni siquiera podemos salir a comprar comida. Incluso las calles pequeñas están selladas y el aire quema los ojos”, dijo Zeeshan Khalid, propietario de una tienda de comestibles.

Un conflicto con resonancias internacionales

Las tensiones en Pakistán forman parte de un fenómeno más amplio de movilización pro-palestina a nivel global. Tan solo en los últimos días, se han reportado:

  • Protestas en Oslo durante un partido de clasificación para el Mundial entre Noruega e Israel.
  • Manifestaciones frente al centro de entrenamiento de la selección italiana, exigiendo la cancelación de su partido contra Israel.
  • Cancelaciones y boicots a equipos israelíes como el Israel Premier Tech del ciclismo, durante competencias en España e Italia.
  • Prohibición de atletas israelíes en competencias en Indonesia.

Todo esto sugiere una internacionalización del conflicto, en el cual los países musulmanes tienen un papel especialmente activo. En este contexto, la manifestación de TLP en Pakistán no es un hecho aislado, sino una pieza más dentro del rompecabezas geopolítico.

¿Qué busca realmente el TLP?

Más allá del apoyo a Palestina, analistas sugieren que el TLP también tiene intereses internos muy marcados. Según el politólogo paquistaní Aqeel Malik:

“El TLP está capitalizando el sentimiento antiisraelí y panislámico para recuperar legitimidad política y desafiar al gobierno en un momento de debilidad institucional y crisis económica”.

Aprovechando las crecientes críticas al gobierno central, el partido intenta consolidarse como el representante de los musulmanes más conservadores en el país. Por eso mismo, las autoridades temen que esta marcha sea un ensayo de fuerza con intenciones a largo plazo.

Al borde del colapso: caos en Lahore

La ciudad de Lahore, con una población superior a los 14 millones de habitantes, se encuentra en estado de emergencia. Las palabras de sus ciudadanos describen una metrópolis colapsada:

  • Los hospitales no pueden recibir pacientes. Las ambulancias son devueltas en los puntos de control”, denuncian médicos locales.
  • El sistema de transporte público está completamente paralizado, lo cual afecta a millones de trabajadores.
  • La economía informal —vital en Pakistán— está estancada, y los mercados han cerrado puertas.

Mientras tanto, los enfrentamientos siguen intensificándose. Con cada nuevo día, la posibilidad de un diálogo se aleja más, y la violencia amenaza con propagarse a otras ciudades.

El delicado equilibrio entre religión y política en Pakistán

Pakistán ha tenido una historia tormentosa en lo que se refiere a la mezcla entre religión y política. Si bien fue fundado como un estado musulmán, la línea entre lo religioso y lo civil ha sido borrosa. Desde la imposición de la sharia durante la dictadura de Zia-ul-Haq en los años 80 hasta las recientes reformas judiciales de los partidos conservadores, la influencia del islam político es considerable.

Los críticos del TLP argumentan que el partido explota esta ambigüedad legal y cultural para incitar a la violencia y obtener ganancias políticas. Por su parte, el gobierno se encuentra atrapado entre la necesidad de preservar el orden público y el miedo a alienar a las masas religiosas.

¿Hacia dónde se dirige Pakistán?

En medio de una crisis económica feroz, una inflación disparada e inestabilidad política, Pakistán enfrenta un escenario cada vez más crítico. Las tensiones internas podrían desembocar en una escalada mayor si no hay una solución negociada o intervención diplomática. Por el momento, no parece haber voluntad de ambas partes para ceder.

El peligro de un colapso institucional similar al que experimentó durante los peores días del terrorismo talibán entre 2007 y 2014 vuelve a asomar en el horizonte. La comunidad internacional observa con atención, aunque con escasa voluntad real de intervenir.

Lo único cierto es que el conflicto entre religión, política y derechos civiles volverá a poner a prueba la capacidad de Pakistán para mantenerse unido en su diversidad. Y mientras tanto, ciudades como Lahore seguirán bajo fuego, no solo literal, sino simbólico, como el escenario de una batalla por el alma del país.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press