Poza Rica bajo el agua: la otra cara de los desastres en México

Inundaciones devastadoras y pérdidas humanas dejan al descubierto fallas estructurales, sociales y climáticas en Veracruz

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Por las calles de Poza Rica, Veracruz, el lodo aún cubre la memoria de lo que fue un vecindario tranquilo. Las pérdidas humanas, económicas y anímicas provocadas por las recientes inundaciones reflejan no sólo la fuerza de la naturaleza, sino una cadena de omisiones y desafíos que México sigue sin resolver a fondo.

Un desastre anunciado

Las lluvias torrenciales que azotaron a Poza Rica en octubre de 2025 no sólo rompieron récords de precipitación, sino que pusieron en evidencia la fragilidad de las zonas urbanas mal planificadas. En tan solo 72 horas, algunas regiones de Veracruz recibieron más de 300 mm de agua, una cantidad que supera la media mensual para muchas localidades.

El saldo preliminar ha sido trágico: decenas de muertos, cientos de viviendas destruidas, corte total de servicios básicos y brotes sanitarios severos. Entre los casos más conmovedores está la muerte de Gustavo Azuara, ocurrida tras el colapso de una vivienda. Su familia, ahora damnificada, representa uno de muchos dramas individuales ocultos por la cifra global.

Las imágenes que narran una crisis

Las postales de esta tragedia quedaron marcadas por vehículos encallados en el lodo, una mujer cruzando una calle con ayuda de un infante de marina, una pick up colgada de una cerca y hogares derrumbados. Incluso un gato rescatado por un vecino se convirtió en símbolo de humanidad en medio del caos.

La destrucción alcanzó también estaciones de autobuses, granjas y supermercados. La escena de personas saqueando un supermercado tras varios días sin comida ni reparto de ayuda urgente fue objeto de debate en redes sociales. ¿Delincuencia o supervivencia?

Respuesta presidencial: ¿demasiado tarde?

La presidenta Claudia Sheinbaum visitó la zona afectada acompañada de la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle García, y anunció un plan de emergencia nacional. Si bien la presencia presidencial fue vista como un gesto necesario, muchas voces ciudadanas criticaron la tardanza de la respuesta oficial y la falta de protocolo preventivo.

"Nos avisan que hay lluvias fuertes, pero no nos dicen qué hacer ni cómo prepararnos", declaró Arturo Huidobro, granjero que perdió a decenas de cerdos tras la crecida repentina del río. Para él, como para otros residentes, las alertas tempranas nunca llegaron a tiempo.

La infraestructura y el abandono

Según datos del INEGI, en Veracruz más del 35% de las casas están construidas sin acceso a infraestructura básica adecuada, como sistemas de drenaje pluvial o cimentaciones antisísmicas. Esta falta de infraestructura convierte a las lluvias intensas en tsunamis invisibles.

Además, barrios como La Ceiba y Rafael Hernández Ochoa fueron urbanizados sin respetar las áreas naturales de escurrimiento. Un estudio de El Colegio de Veracruz de 2022 ya advertía que el 60% del suelo urbano en Poza Rica es técnicamente “no apto” para desarrollos habitacionales debido a la cercanía de cuerpos de agua y vetas inestables.

Los estragos emocionales

Más allá de lo material, el impacto psicológico es profundo. Según el Colegio Mexicano de Psicología, en contextos de desastres naturales, más del 70% de los afectados presentan estrés postraumático. Escuchar el testimonio de vecinas que abrazan su lodo y su dolor es estremecedor.

“Vivimos una pesadilla despiertos, cuando el agua entró a mi casa sólo me dio tiempo de sacar a mis hijos y el acta de nacimiento. Todo lo demás se fue”, explica Lissete Morales, madre de tres menores.

Los refugios temporales están colapsados, con camas improvisadas, goteos permanentes y una mezcla de esperanza y resignación. Los habitantes ahora no sólo esperan el retiro del agua, sino también una promesa de reconstrucción verdadera.

Veracruz: entre lo tropical y lo trágico

Este estado, bañado por el Golfo de México, se ha convertido en epicentro frecuente de fenómenos meteorológicos extremos. Entre huracanes, tormentas y frentes fríos, Veracruz ha sufrido 118 eventos climáticos severos desde el año 2000, según la Conagua.

Pero a diferencia de estados como Yucatán o Quintana Roo, donde la infraestructura fue fortalecida con apoyo turístico y extranjero, muchas partes de Veracruz no cuentan con infraestructura para contener aguaceros de esta magnitud.

El cambio climático y la negligencia estructural

El informe más reciente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) alertó que fenómenos como estos serán cada vez más frecuentes e intensos en la región mesoamericana. Las lluvias extremas ya no son eventos aislados, sino parte del nuevo clima global impulsado por el calentamiento terrestre.

Pero el cambio climático no es el único enemigo. La corrupción inmobiliaria, falta de regulaciones y urbanización ilegal también han contribuido a construir ciudades vulnerables donde no se debía. Se estima que el 20% de la población en la zona norte de Veracruz vive en asentamientos irregulares.

¿Y la solidaridad?

En medio del desastre, lo mejor del espíritu mexicano sale a relucir. Voluntarios ayudando a limpiar casas, jóvenes trasladando abuelitas en carretillas, brigadas mixtas civiles-militares cocinando para miles de personas desplazadas. Las redes sociales se han transformado en redes de apoyo logístico y emocional.

Las escenas de abrazos entre desconocidos, rescates improvisados y manos que se tienden entre los escombros dan testimonio de una población que no está dispuesta a renunciar a su humanidad, incluso cuando el gobierno o el clima la abandonan.

¿Renacerá Poza Rica?

La reconstrucción no sólo debe ser rápida, sino inteligente. Especialistas como Roberto Zenteno, ingeniero civil de la UNAM, sugieren “repensar completamente las dinámicas urbanas y ofrecer soluciones basadas en la naturaleza”, como parques inundables, techos verdes, bordos naturales y restauración de humedales.

El reto es inmenso. Pero también lo es la oportunidad. Hacer de esta tragedia una palanca de transformación estructural será la diferencia entre repetir la historia en cinco años... o evitarla.

Porque más que agua, lo que se desbordó fue la verdad sobre cuánto nos falta por asumir responsabilidad como sociedad y como gobierno.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press