Innovación y legado: el Nobel de Economía que nace entre la alta costura y el crecimiento económico
Philippe Aghion, hijo de la fundadora de Chloé, recibe el Nobel por revolucionar cómo entendemos el impacto de la innovación en la prosperidad global
Un Nobel con raíces en la moda y la libertad creativa
En el corazón del Barrio Latino de París, rodeado de libros sobre arte y libertad, Philippe Aghion reflexiona sobre el viaje intelectual que lo llevó a ganar el Premio Nobel de Ciencias Económicas. Pero lejos de tratarse de una historia típica de académicos, la suya está profundamente entrelazada con los ecos de la innovación creativa, la libertad femenina y una visión de futuro que comenzó mucho antes de que él escribiera su primer artículo sobre crecimiento.
Su madre, Gaby Aghion, fue pionera en el mundo de la moda francesa al fundar la casa Chloé y dar vida a una opción que contradecía los rígidos cánones de la haute couture parisina: el lujo prêt-à-porter. “Inventó el lujo prêt-à-porter”, dijo Philippe con orgullo en una entrevista exclusiva, recordando cómo su madre cambió para siempre la percepción de cómo una mujer debía vestir y comportarse en sociedad.
La influencia de una madre visionaria
En palabras del economista, su madre tenía una idea clara: “las mujeres no deberían cambiarse de ropa cuatro veces al día; deberían ser libres”. Era una visión de emancipación a través del vestuario, de empoderamiento desde el diseño, y ese espíritu de revolución pacífica caló hondo en Philippe.
Rodeado por artistas y diseñadores desde temprana edad —incluso recuerda cómo Karl Lagerfeld, colaborador de su madre, le ayudaba con las tareas de alemán—, Aghion vivió en un ecosistema donde el pensamiento innovador no era la excepción, sino la norma. Esto marcaría su enfoque sobre cómo evoluciona la sociedad a través de la innovación disruptiva y el crecimiento dinámico.
Una teoría que reescribió el vínculo entre tecnología y progreso
Philippe Aghion no está solo en este merecido reconocimiento. Comparte el Nobel con los economistas Joel Mokyr (Universidad de Northwestern) y Peter Howitt (Universidad de Brown), todos premiados por su investigación conjunta sobre la innovación como motor clave del crecimiento económico en el largo plazo.
¿Qué los distingue de anteriores enfoques? Su marco teórico —una evolución de los modelos de crecimiento endógeno— no ve el progreso tecnológico como algo externo e imprevisto al sistema económico, sino como un proceso endógeno impulsado por las decisiones de los agentes económicos, por las políticas públicas y por las estructuras institucionales.
En sus palabras más notables: “La destrucción creativa de Schumpeter no solo explica el surgimiento de nuevos sectores, sino también cómo el progreso se acelera o se frena según el entorno político y social en el que opera”.
La innovación no es neutra: ganadores y perdedores
Aghion y sus colegas también han puesto sobre la mesa el costo de la innovación. Nuevas tecnologías pueden catalizar progreso en términos de productividad y calidad de vida, pero también pueden condenar modelos de negocio al olvido. Este fenómeno explica, entre otros, por qué algunas empresas triunfan mientras otras quedan obsoletas, algo dolorosamente visible en la desaparición de empleos tradicionales.
En ese sentido, Aghion ha abogado en repetidas ocasiones por políticas públicas que amortigüen el golpe a los sectores más vulnerables a estos procesos disruptivos: “No podemos frenar la innovación por miedo a sus efectos; debemos acelerar la movilidad, reentrenar habilidades y proteger a los más afectados”, expresó en un ensayo reciente.
El valor del capital humano e institucional
Otro aporte central de sus investigaciones está relacionado con el efecto de las instituciones sobre la innovación. A diferencia de los modelos clásicos que asumen sistemas estables, Aghion ha mostrado con evidencia empírica contundente que los países con sistemas educativos sólidos, sistemas legales justos y baja corrupción son más propensos a generar olas de innovación sostenida.
Su trabajo respalda con datos que la confianza institucional y la educación universal no son solo metas deseables per se, sino componentes estratégicos para el crecimiento económico de largo plazo. Esto lo conecta con grandes debates actuales sobre el rol del Estado, la inversión pública en ciencia y el acceso equitativo a oportunidades.
Un modelo que ha influenciado el diseño de políticas económicas reales
El trabajo de Aghion no se ha quedado en los papers académicos. Ha tenido eco directo en políticas de la Unión Europea, del Banco Mundial y de gobiernos como el de Reino Unido y Francia. Ha defendido la idea de fomentar más “campeones nacionales” en sectores estratégicos y al mismo tiempo preservar un mercado lo suficientemente competitivo que incentive la innovación continua.
En Francia, participó como asesor económico del presidente Emmanuel Macron y ha llevado su visión directamente a los despachos ministeriales. “Políticas industriales e innovación no deben ser enemigas de la competencia, sino complementarias”, afirma Aghion, desafiando la idea de que solo el libre mercado puede generar progreso.
La herencia filosófica del pensamiento liberal progresista
No es casualidad que su apartamento esté lleno de textos sobre libertad y arte. Aghion bebe de una tradición liberal pero con horizonte igualitario. Cita con frecuencia a John Stuart Mill, Amartya Sen y el propio Schumpeter, aunque siempre agregando su toque: no basta con liberar las fuerzas del mercado, sino también impulsar los valores culturales que dan sentido a vivir innovando.
En entrevistas ha dicho con frecuencia: “La innovación no es exclusivamente tecnología; también es forma de vida, forma de pensar, forma de empoderar”.
La innovación como cultura familiar
Volvemos a ese París donde Lagerfeld ayudaba con la tarea y su madre diseñaba colecciones que cambiarían la moda para siempre. Allí, se teje una lección más allá de los números: la innovación es también una cultura que se vive. Es una herencia intangible que invita a crear nuevas formas de ver el mundo.
Philippe Aghion representa mejor que nadie esa herencia. Con su Nobel bajo el brazo y la memoria afectuosa de su madre pionera, hoy más que nunca reitera el valor de no tener miedo a lo nuevo.
¿Qué sigue para Aghion?
A sus 69 años, este profesor incansable aún imparte clases, dicta conferencias y publica investigaciones. La comunidad científica espera que su influencia se amplíe aún más ahora que su trabajo ha sido reconocido al más alto nivel. Y él, por su parte, no parece dispuesto a detenerse.
Como dijera su madre sobre la moda, él también parece decir sobre la economía: “Debemos vestir al mundo para el futuro, no para el pasado”.