La nueva apuesta de Trump por la paz en Medio Oriente: ¿una ilusión o una oportunidad histórica?
Con un frágil alto el fuego entre Israel y Hamás, el expresidente Donald Trump busca consolidarse como artífice de la paz en una región marcada por décadas de conflicto. ¿Puede su plan lograr lo que otros fallaron?
Un viaje simbólico, una región desgarrada
La reciente visita del expresidente Donald Trump a Israel y Egipto marca un momento de alto simbolismo y potencial político. Trump llega con el objetivo de celebrar el alto el fuego entre Israel y Hamás y, en palabras suyas, dar fin a una guerra que ha dejado miles de muertos, desplazados y un sinfín de heridas abiertas desde el ataque del 7 de octubre de 2023.
Con Israel y Hamás apenas iniciando la implementación del acuerdo —que incluye la liberación de rehenes israelíes, prisioneros palestinos, ayuda humanitaria y la apertura de fronteras—, Trump asegura que "la guerra ha terminado". Pero ¿es realista esta afirmación?
Una tregua en terreno minado
El acuerdo contempla medidas concretas en su primera fase, como la liberación de los últimos 48 rehenes por parte de Hamás y la reapertura de cinco pasos fronterizos controlados por Israel, lo que permitiría entrada de alimentos y suministros a la devastada Franja de Gaza. La ONU estima que alrededor del 80% de los 2 millones de palestinos en Gaza están en situación de emergencia humanitaria, y partes del enclave ya muestran signos de hambruna (OCHA, 2024).
Por su parte, las Fuerzas de Defensa de Israel han comenzado un repliegue parcial de algunas zonas urbanas, mientras se negocia el futuro político de Gaza y el desarme de Hamás, condición exigida por Israel para una paz duradera. Sin embargo, aún no existe consenso sobre un modelo de gobernanza post-conflicto o mecanismos de reconstrucción viables.
Trump: ¿pacificador o provocador?
La incursión de Trump en la diplomacia de Medio Oriente no es nueva. Durante su mandato, promovió los Acuerdos de Abraham, mediante los cuales varios países árabes —entre ellos los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán— normalizaron relaciones con Israel. Este movimiento sin precedentes fue considerado por algunos analistas como uno de sus pocos logros duraderos en política exterior.
Ahora, fuera de la presidencia pero con claras aspiraciones de regresar al poder, Trump busca capitalizar un nuevo momento regional que podría presentarse como su segundo “gran acuerdo histórico”. Desde el Air Force One, declaró: "Creo que la gente ya está cansada. Esto se acabó". ¿Pero está realmente cerca la paz o estamos asistiendo a un acto político con fines electorales?
La visión de una Gaza convertida en 'Riviera'
En febrero, Trump declaró que Gaza podría convertirse en la “Riviera del Medio Oriente”. Pero en la víspera de su llegada a Israel, el tono fue más moderado al referirse al lugar como "un sitio de demolición". Aun así, expresó su deseo de visitar el territorio en el futuro: “Quisiera al menos pisarlo”, dijo.
Según cifras del Ministerio de Salud de Gaza (controlado por Hamás), más de 30.000 personas han muerto desde octubre de 2023, y decenas de miles han sido heridas. La reconstrucción requeriría, según estimaciones del Banco Mundial y el FMI, más de $20 mil millones de dólares a lo largo de una década para restaurar infraestructura básica.
La diplomacia del show
Durante su visita, Trump se reunió con las familias de los rehenes liberados y será uno de los pocos mandatarios estadounidenses en dirigirse al Knéset, el parlamento israelí —un honor previamente reservado, entre otros, a George W. Bush en 2008. Posteriormente, viajará a Egipto, donde copresidirá una cumbre en Sharm el-Sheikh junto a Abdel-Fattah el-Sisi, con la participación de más de 20 líderes del mundo árabe y musulmán.
Ambos países —Israel y Egipto— anunciaron que concederán a Trump su más alto honor civil, un gesto que puede interpretarse como gratitud, pero también como parte de una estrategia diplomática para mantener relaciones cercanas con los Estados Unidos a pesar de la administración actual en Washington.
Una paz inestable: obstáculos visibles
Aunque se ha logrado un frágil cese al fuego, las condiciones de fondo del conflicto siguen irresueltas:
- Desarme de Hamás: Israel exige garantías sobre el desmantelamiento del brazo armado del grupo, algo que Hamás ha rechazado hasta ahora.
- Gobernanza de Gaza: No hay consenso sobre quién administrará Gaza después del cese de hostilidades. La Autoridad Palestina ha perdido legitimidad, y actores internacionales no quieren asumir directamente ese rol.
- Rehén del calendario electoral: Las acciones de Trump se interpretan también como parte de su futura campaña presidencial en 2024, lo cual resta credibilidad a su supuesta neutralidad y compromiso altruista por la paz.
- Resistencia regional: Irán, Hezbollah (Líbano) e incluso grupos suníes armados como la Yihad Islámica ven con sospecha todo acuerdo que fortalezca a Israel o a EE. UU. en la región.
Pakistán: ecos del conflicto, rabia en las calles
Mientras Trump viaja entre Jerusalén y El Cairo celebrando la “paz”, en Lahore (Pakistán), miles de personas salieron a marchar en apoyo del pueblo palestino. La protesta, organizada por el partido islamista Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP), acabó en violencia: un policía muerto, docenas de heridos y más de 100 detenidos. Videos divulgados por TLP muestran enfrentamientos y vehículos en llamas durante la llamada “marcha larga” hacia Islamabad para protestar frente a la embajada de EE. UU.
El gobierno paquistaní ha sido criticado por reprimir la protesta incluso antes de que comenzara, cerrando carreteras y bloques logísticos. El jefe de TLP, Saad Rizvi, fue herido y en un mensaje grabado pidió a las fuerzas de seguridad que cesaran el fuego: “Estoy dispuesto a negociar”, dijo, mientras de fondo se escuchaban disparos.
Miedo, hambre y dudas en Gaza
El plan de paz contempla ayuda humanitaria masiva que incluirá alimentos, medicamentos y servicios básicos. Estados Unidos enviará cerca de 200 soldados como parte del equipo multinacional que supervisará la implementación del alto el fuego, junto a ONGs y empresas privadas.
Pero, según informes de Human Rights Watch y Médicos Sin Fronteras, amplias zonas de Gaza siguen aisladas, y los riesgos de hambruna generalizada siguen latentes. “Reabrir los pasos fronterizos no basta si no hay seguridad, gobernabilidad real e inversión masiva”, indicó el economista y experto en desarrollo David Makovsky.
Un juego geopolítico complejo
Los países árabes, en especial Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes, están siendo presionados por Washington para formar parte del nuevo proceso de paz. Pero muchos ven esta dinámica como un intento estadounidense de contener la influencia iraní y rehacer alianzas geopolíticas ante la creciente participación de China y Rusia en la región.
Desde la perspectiva regional, algunos analistas consideran que más allá del alto el fuego inmediato, lo que está en juego es el rediseño completo de Medio Oriente durante las próximas décadas. ¿Quién liderará ese rediseño? ¿Estados Unidos bajo Trump o será una empresa multinacional con varios actores involucrados?
¿Puede Trump lograr lo que nadie ha podido?
La historia del conflicto árabe-israelí está marcada por intentos fallidos de paz: desde los Acuerdos de Oslo (1993), la Cumbre de Camp David (2000), hasta el fallido plan de paz de George W. Bush en 2002. ¿Puede Trump, con su estilo poco ortodoxo, conseguir lo que otros no lograron?
Su historial polarizante, tanto en EE. UU. como a nivel internacional, levanta dudas legítimas. No obstante, incluso sus detractores reconocen que ha sabido moverse con audacia en círculos donde otros no se atreven, logrando alianzas inesperadas.
Sea como sea, la región necesita estabilidad, y los millones de personas afectadas directa e indirectamente por el conflicto no pueden esperar más décadas. La pregunta no es si Trump es el líder ideal, sino si este alto el fuego puede convertirse en base de una paz genuina y duradera.