Trump, la paz y la exageración: una mirada crítica a sus presuntos logros internacionales
Entre acuerdos frágiles y realidades complejas, ¿realmente ha terminado el expresidente estadounidense múltiples guerras o solo ha reciclado conflictos latentes con nuevas narrativas?
El discurso de Trump: entre la retórica y la realidad
Durante una reciente visita a Israel, Donald Trump proclamó un logro monumental: haber puesto fin a su octava guerra en tan solo ocho meses. Ante el Knesset, el parlamento israelí, afirmó: “Ayer decía siete, pero hoy puedo decir ocho”. Este tipo de declaraciones impactantes no son nuevas en su estilo discursivo, pero ¿están respaldadas por hechos concretos o son meros adornos de campaña?
La afirmación de Trump, aunque espectacular, se enfrenta a la complejidad de los conflictos geopolíticos actuales. En este artículo, ofrecido como un análisis crítico, analizamos los conflictos mencionados por el exmandatario, revisamos el contexto de cada uno y evaluamos su verdadero alcance en lo que respecta a la paz mundial.
Israel y Hamas: ¿una paz en construcción o una tregua frágil?
Uno de los focos de atención fue el reciente acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hamas, que incluyó la liberación de rehenes tanto en Gaza como en Israel, así como una retirada parcial de tropas y promesas de ayuda humanitaria.
El proceso, sin embargo, sigue siendo precario. La reconstrucción de Gaza, la desmilitarización de Hamas, y la formación de un nuevo gobierno palestino son aspectos sin resolver. Si bien Trump puede adjudicarse haber dado un primer paso hacia la paz, estamos lejos de un tratado duradero o una solución de dos Estados.
Israel e Irán: un cese del fuego sin garantías
Trump también se atribuye haber puesto fin a un conflicto de doce días entre Israel e Irán, desencadenado por ataques israelíes a sitios nucleares iraníes como Fordo, Natanz e Isfahan. EE.UU. intervino con ataques estratégicos para forzar una tregua.
Analistas como Evelyn Farkas han señalado que aunque el papel estadounidense fue importante, más allá de ese episodio bélico, las tensiones entre Tel Aviv y Teherán forman parte de una guerra fría regional que persiste desde hace décadas. “Es un respiro temporal”, concluye Lawrence Haas del American Foreign Policy Council.
India y Pakistán: ¿misión de paz o reacción diplomática?
Trump se adjudica haber evitado una guerra entre India y Pakistán tras un ataque mortal en Cachemira. Según Trump, esto fue posible gracias a concesiones comerciales ofrecidas a Pakistán.
Sin embargo, según Nueva Delhi, no hubo participación directa de Washington en las conversaciones de cese al fuego. Aun así, expertos como Farkas creen que el rol diplomático de EE.UU., aunque indirecto, ayudó. “Pero no fue decisivo,” matiza la analista.
Serbia y Kosovo: sinsabor diplomático
Trump también presume haber resuelto el conflicto entre Serbia y Kosovo, una disputa de larga data nacida del colapso de Yugoslavia. Aunque durante su primer mandato firmaron un acuerdo económico en la Casa Blanca, gran parte de aquel documento no se concretó.
En 2024, no ha habido una mayor intervención de EE.UU., y las tensiones continúan a niveles bajos, bajo la atenta mirada de tropas de paz de la OTAN y mediadores de la Unión Europea.
Armenia y Azerbaiyán: avances interrumpidos
En agosto, Trump albergó en la Casa Blanca a los líderes de Armenia y Azerbaiyán, quienes firmaron un preacuerdo de paz. Este incluía compromisos con la apertura de rutas comerciales y conversaciones para un tratado definitivo.
No obstante, desde entonces, no ha habido ratificación formal. La guerra en Nagorno-Karabaj sigue siendo una herida abierta desde los años 90, resurgida en 2020 y latente todavía hoy, pese al optimismo de aquel momento diplomático.
Rwanda y República Democrática del Congo: ¿paz o pausa?
Este escenario, donde el grupo M23 continúa operando con violencia en el este del Congo, es otro de los “éxitos” atribuidos por Trump. En junio, los cancilleres de ambos países firmaron un acuerdo mediado por EE.UU., aunque excluyendo a grupos armados clave como el M23.
Un acuerdo posterior con mediación de Qatar debía seguir con las demás partes involucradas. Sin embargo, las conversaciones están estancadas, y los enfrentamientos no han cesado.
Egipto y Etiopía: aguas turbias
La construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope ha creado tensiones persistentes entre Etiopía, Egipto y Sudán. Aunque el proyecto fue inaugurado en 2023, sin incidentes recientes, la disputa sobre los flujos de agua del Nilo continúa.
Trump intervino suspendiendo ayuda a Etiopía, sin lograr un acuerdo final. Las negociaciones están congeladas, y calificar este conflicto como una “guerra terminada” es, según el experto Haas, una “ exageración grosera”.
Camboya y Tailandia: influencia económica
Una breve escaramuza fronteriza en julio revivió viejas disputas territoriales entre Camboya y Tailandia. Tras varias semanas de tensiones, se logró una tregua con intervención de Malasia y, según Trump, una firme advertencia económica por parte suya.
“El condicionamiento del comercio como herramienta de presión fue clave”, afirmó Ken Lohatepanont, analista de la Universidad de Michigan. Aun así, al tratarse de un conflicto de baja intensidad, no puede considerarse una guerra formal.
¿Trump: pacificador o maestro del ‘rebranding’ diplomático?
En resumen, la lista de conflictos que Trump asegura haber terminado incluye:
- Israel - Hamas
- Israel - Irán
- India - Pakistán
- Serbia - Kosovo
- Armenia - Azerbaiyán
- Rwanda - RDC
- Egipto - Etiopía
- Camboya - Tailandia
No obstante, en la mayoría de los casos, los resultados son:
- Acuerdos parciales o preacuerdos ampliamente pendientes de implementación.
- Tensiones persistentes o en “modo latente”.
- Grupos armados ajenos a las firmas de alto el fuego.
- Ausencia de tratados definitivos ratificados y verificables.
¿Importa más la percepción que la realidad?
Trump ha demostrado una notable destreza para atribuirse protagonismo en escenarios complejos. Pero cada conflicto tiene actores múltiples, raíces históricas profundas y volatilidades que no se resuelven con firmas simbólicas.
La narrativa de “pacificador global” puede tener réditos políticos, especialmente en un año electoral, pero la verdad es que la paz duradera requiere más que retórica. Aún estamos lejos de poder afirmar que Trump dejó un mundo más pacífico.