Trump y Netanyahu: dos visiones opuestas sobre la paz en Medio Oriente tras la guerra con Hamas

Mientras Trump reclama el fin del conflicto y proyecta una era de prosperidad, Netanyahu mantiene el enfoque bélico y resiste concesiones políticas clave

Una tregua incómoda: ¿paz duradera o una pausa estratégica?

La reciente declaración de alto al fuego entre Israel y Hamas ha generado reacciones contrastantes entre dos de los actores más prominentes del escenario internacional: el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Ambos líderes anunciaron con bombos y platillos la tregua, pero su lectura sobre lo que sigue pone en evidencia profundas diferencias estratégicas.

El enfoque Trump: negociador de paz y constructor de la “nueva era”

Donald Trump no tardó en presentarse como el artífice del cese al fuego, categorizando el conflicto con Hamas como el octavo conflicto global que ha ayudado a “resolver”. En sus propias palabras:

“Ustedes han ganado. Ahora es hora de trasladar estas victorias contra los terroristas en el campo de batalla hacia el premio último: paz y prosperidad para todo Medio Oriente”.

Con ese tono optimista y un estilo más cercano al empresario que al diplomático, Trump propuso un enfoque económico como vía para la reconciliación regional, sugiriendo que gobiernos árabes ricos financiarían el desarrollo de la Franja de Gaza y la integración regional.

Este enfoque recuerda su intento de negociar los Acuerdos de Abraham durante su gobierno, impulsando la normalización entre Israel y varios países árabes como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos.

Netanyahu: del campo de batalla a la trinchera política interna

En contraste, Netanyahu presentó la tregua no como una victoria definitiva, sino como una maniobra táctica para liberar rehenes y “presentar la fuerza de Israel al mundo”. Aludiendo al brutal ataque de octubre de 2023 por parte de Hamas, Netanyahu fue enfático:

“Nuestros enemigos comprenden cuán poderosa y decidida es Israel. Hicimos lo que teníamos que hacer porque estos monstruos toman bebés como rehenes”.

Durante dos años de conflicto, el primer ministro había prometido una "victoria total", incluyendo la entrega de todos los rehenes, la desmilitarización de Hamas y su derrota absoluta. Sin embargo, la organización islamista, aunque debilitada, sigue operando, lo cual deja a Netanyahu en una posición política vulnerable ante una población israelí exhausta y cada vez más crítica.

¿Un Estado Palestino con Trump? Netanyahu dice no

Tal vez la diferencia más profunda entre ambos líderes gira en torno al viejo dilema de la región: la creación de un Estado palestino.

Mientras Trump ofrecía entre líneas una apertura al establecimiento de un Estado palestino como parte de su visión de paz —algo que podría incorporar incluso a Irán en una mesa ampliada de negociaciones—, Netanyahu y su coalición derechista lo ven como anatema político.

“Paz dentro e fuera de Israel... que una a la civilización contra la barbarie, la luz contra la oscuridad”, dijo Netanyahu, rechazando cualquier paralelismo entre las posturas de su país y sus adversarios.

Apoyado por partidos ultraortodoxos e influyentes bloques de colonos, cualquier cesión del territorio o concesión a la Autoridad Palestina podría significar el colapso de su gobierno y elecciones anticipadas en 2026 —escenario que pondría en riesgo incluso su liderazgo.

Irán: ¿potencial socio o enemigo eterno?

Otra brecha visible entre ambos líderes fue su postura respecto a Irán. Trump declaró que los bombardeos estadounidenses a instalaciones nucleares iraníes fueron “un golpe maestro” que alejaron una amenaza existencial para Israel. No obstante, insinuó incluso la posibilidad de negociar con Teherán:

“Están cansados. ¿Sería lindo tener un acuerdo de paz con ellos, no?”

Estas palabras, que en otros tiempos podrían haber precipitado titulares optimistas en medios internacionales, causaron indiferencia en el Parlamento israelí. Por el contrario, Netanyahu se refirió a Irán como el “eje del terror”, y lo agrupó junto con Hamas bajo un paraguas ideológico de enemigos existenciales.

¿El mundo contra Israel?

Aunque ambos líderes celebraron la tregua, también se refirieron a la presión internacional con tonos divergentes. Netanyahu acusó a la comunidad internacional de “comprar la propaganda falsa de Hamas” y señaló que ceder a la presión del exterior sería equivalente a rendirse.

Trump, por su parte, se enfocó en el aislamiento creciente de Israel al señalar que la presión global hacía inviable continuar con la ofensiva sin pagar un alto costo diplomático. Aunque defendió el derecho de Israel a protegerse, sugirió que cualquier solución debía llegar a través de acuerdos y desarrollo económico, no bombas.

Populismo, premios y premios negados

En un gesto típico de su estilo, Trump elogió abiertamente a Netanyahu proponiendo que se le perdonaran las acusaciones por corrupción que aún enfrenta, incluyendo sobornos en forma de puros y champaña. “¿A quién le importa eso?”, preguntó retóricamente.

Netanyahu, por su lado, prometió nominar a Trump al Premio Israel, el galardón más prestigioso del país, en respuesta a la reciente omisión del expresidente del Premio Nobel de la Paz por su rol en los Acuerdos de Abraham. Sin embargo, la camaradería no fue suficiente para que ambos asistieran juntos a la cumbre de Sharm el-Sheikh en Egipto, donde líderes de más de 20 naciones debatirían un plan de largo plazo para la región.

Netanyahu declinó la invitación justificando la cercanía con la festividad judía de Simjat Torá, en lo que algunos interpretan como una maniobra para evitar una comprometida exposición internacional en medio de grandes divisiones internas.

El “Nuevo Medio Oriente” y su larga sombra

Aunque Trump habla de un “amanecer para Medio Oriente”, lo cierto es que la región está lejos de alcanzar ese punto. La Franja de Gaza sigue sumida en una crisis humanitaria con más de 35,000 muertos según cifras palestinas, miles de edificaciones reducidas a escombros y un brote preocupante de enfermedades entre desplazados.

Los analistas coinciden en que el conflicto dejó heridas todavía abiertas. Según un informe del International Crisis Group, “la tregua es una herramienta temporal para evitar un colapso mayor, pero no aborda las causas profundas del conflicto: el bloqueo a Gaza, la falta de horizonte político para los palestinos y la radicalización creciente”.

Populismos en espejo

En el fondo, la relación entre Trump y Netanyahu puede interpretarse como el reflejo de dos populismos distintos pero convergentes. Ambos líderes se presentan como duros negociadores, defensores de la seguridad nacional y críticos acérrimos del orden global tradicional.

Sin embargo, mientras uno vislumbra soluciones pragmáticas a través de incentivos económicos y acuerdos políticos, el otro se apoya fuertemente en el discurso de amenaza existencial y confrontación civilizatoria. Dos estrategias que, aunque momentáneamente cooperativas, podrían chocar de frente si los intereses nacionales se cruzan.

En definitiva, la pregunta que persiste es: ¿qué pasará cuando las cámaras se apaguen y los aplausos terminen? ¿Será esta tregua el inicio de una nueva era o el prólogo de una próxima catástrofe?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press