Zaporizhzhia, la bomba de tiempo nuclear: ¿cuánto aguanta Europa al borde del desastre?
Entre apagones, generadores diésel y treguas fallidas, la planta nuclear más grande de Europa camina por la cuerda floja en Ucrania
Por semanas, la central nuclear de Zaporizhzhia ha dependido únicamente de generadores diésel para evitar una catástrofe nuclear. Mientras tanto, Ucrania y Rusia intercambian acusaciones sobre la destrucción de las líneas eléctricas que alimentarían el enorme complejo nuclear. Pero el tiempo corre, y la paciencia nuclear no es infinita.
Zaporizhzhia: Gigante bajo amenaza
Ubicada al sureste de Ucrania, la central nuclear de Zaporizhzhia es la más grande de Europa con seis reactores de agua a presión y una capacidad instalada de 5,700 megavatios. Antes de la guerra, abastecía hasta el 20% de toda la electricidad de Ucrania.
Desde que fue ocupada por las fuerzas rusas en marzo de 2022, la planta ha operado en modo de emergencia, con paradas técnicas repetidas y una dependencia alarmante de generadores diésel para refrigerar el combustible gastado y los reactores apagados.
Expertos de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) han descrito repetidamente la situación como "insustentable y extremadamente peligrosa". Rafael Grossi, director general del organismo, alertó: "Un fallo de los generadores podría resultar en una fusión del combustible y una liberación radiactiva al medio ambiente".
¿Por qué es tan crítica la energía externa?
Cuando una central nuclear no genera electricidad, necesita una fuente externa de energía para seguir enfriando sus reactores y evitar un sobrecalentamiento. En el caso de Zaporizhzhia, tanto la conexión principal de 750 kilovatios como la línea de respaldo de 330 kilovatios han quedado inoperativas.
Desde el 23 de septiembre, cuando el último cable fue destruido —en ataques que Rusia y Ucrania atribuyen mutuamente al enemigo— la planta ha estado a oscuras, dependiendo de 20 generadores diésel, cada uno con suficiente combustible para 10 días.
Es la décima vez que Zaporizhzhia queda completamente desconectada, pero esta ha sido la más prolongada desde que comenzó la guerra. La amenaza no es solo para Ucrania o Rusia; un accidente nuclear aquí afectaría a millones de personas en Europa central y oriental.
Una tregua imposible: la propuesta de la AIEA
Para ponerle fin a esta situación, el organismo nuclear propuso una solución técnicamente sencilla pero políticamente compleja: establecer dos zonas de cese al fuego local alrededor de las áreas donde deben repararse las líneas eléctricas.
- Primera fase: una zona de tregua de 1.5 km alrededor de la línea Dniprovska de 750 kV, ubicada en territorio bajo control ruso.
- Segunda fase: otra zona de cese al fuego para reparar la línea Ferosplavna-1 de 330 kV, en territorio controlado por Ucrania.
La AIEA contaría con equipos en el terreno para verificar y supervisar los trabajos. Incluso hubo un intento de programar estas acciones entre el 11 y el 17 de octubre.
Sin embargo, aunque Ucrania otorgó garantías de seguridad para las cuadrillas de reparación, Rusia no respondió a tiempo. Según un diplomático europeo que tuvo acceso a las negociaciones: “La ventana se cerró antes de que Rusia garantizara el paso seguro. Ahora todo está en pausa”.
Zelenskyy señala a Rusia
En su discurso semanal, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy criticó duramente la falta de acción rusa: “Estamos listos para reparar las conexiones, como ya lo hicimos decenas de veces. Pero Rusia simplemente no quiere restaurar la seguridad. Debe ser presionada para hacerlo”.
Zelenskyy compartió que Ucrania ha invertido más de $90 mil millones de dólares en acuerdos de defensa que incluyen tecnología para proteger infraestructura crítica, pero el punto débil sigue siendo la falta de control sobre el núcleo industrial del sur.
¿Qué pasa si fallan los diésel?
Según la AIEA, esta sería una situación crítica irreversible. El calor residual del combustible gastado y la fisión residual podría causar que los núcleos de los reactores se derritan, generando una cadena de liberación radioactiva similar —o peor— a lo vivido en Fukushima en 2011. Rafael Grossi advirtió que “la suerte de Europa podría estar en juego cada vez que se vacía un tanque de diésel”.
¿Por qué el mundo no hace más?
La central de Zaporizhzhia está a solo 12 kilómetros del frente de batalla más activo del sur. La presencia de fuerzas militares, la colocación de minas y la falta de visibilidad desde el aire hacen extremadamente riesgosa cualquier operación prolongada de mantenimiento.
Expertos como Oleg Korikov, jefe de la Inspección Regulatoria Nuclear de Ucrania, señalan que la situación es inédita: “Nunca en la historia de las plantas nucleares modernas habíamos enfrentado una ocupación forzada multianual en una zona de combate activo”.
No es Chernobyl, pero tampoco está lejos
La comparación con Chernobyl es inevitable. Aunque Zaporizhzhia tiene diseños mucho más modernos, el contexto político, la ausencia de inspección internacional y la cercanía de las tropas traen de vuelta la sombra del desastre de 1986.
El analista nuclear francés Jean-Rémy Grouard afirma: “Zaporizhzhia hoy está tan expuesta como estuvo Chernobyl, pero con seis veces más capacidad energética potencial y cinco veces más material radiactivo procesado almacenado”.
La diplomacia podría tener la llave
Rafael Grossi ha insistido en una “desmilitarización total del sitio”, pero Rusia se opone. En septiembre, Grossi viajó a Moscú para hablar con el presidente Vladimir Putin y el director de Rosatom, Alexei Likhachev. Después se reunió con el vicecanciller ucraniano Andrii Sybiha en el Foro de Seguridad de Varsovia.
Pese a todos estos encuentros, no hay señales de un acuerdo inminente. La AIEA sigue presionando bajo la promesa de que no se trata de una negociación sobre el control territorial, sino de evitar un desastre global.
Mientras tanto, cuenta regresiva: ¿cuánto diésel queda?
No hay informes oficiales recientemente confirmados sobre la cantidad de diésel restante. Algunas estimaciones hablan de menos de una semana de autonomía restante si no se restablecen pronto las líneas eléctricas.
La pregunta ya no es si ocurrirá un desastre, sino cuándo, si la situación actual se mantiene sin cambios.
Zonas en riesgo en caso de accidente
En el hipotético caso de una fuga nuclear significativa, los vientos predominantes en la región llevarían la nube radioactiva principalmente hacia el noroeste, afectando no solo a Ucrania, sino también a:
- Polonia
- Eslovaquia
- Rumanía
- Hungría
- Incluso Austria y República Checa
En 2022, la ONG Greenpeace elaboró un informe detallado con modelos climáticos que anticipaban patrones de dispersión en caso de accidente, señalando que hasta 5 millones de personas podrían verse expuestas a niveles elevadísimos de radiación.
¿Qué podemos hacer desde afuera?
La presión diplomática, el apoyo a iniciativas internacionales y la divulgación pública son armas que la comunidad global aún tiene en su haber. Nombres como Grossi, Zelenskyy y asociaciones de científicos nucleares han intentado alertar a la opinión pública. Pero más allá de la diplomacia, queda claro que se necesita voluntad política real para preservar no solo la integridad de Ucrania, sino la seguridad de todo el continente.
Como advirtió el propio Grossi: "Zaporizhzhia no es solo una planta nuclear. Es el símbolo más peligroso de cómo una guerra puede amenazar la existencia misma de la civilización moderna".