Anthony Edwards y el arte (aburrido) de construir la grandeza en la NBA

El escolta de los Timberwolves se está transformando en un jugador total, abrazando la monotonía del trabajo duro en busca de la élite

La madurez llega con sudor (y muchas repeticiones)

Anthony Edwards no es solo una de las estrellas en ascenso más emocionantes de la NBA, es también un caso de estudio sobre cómo la grandeza no siempre llega con luces, glamour o highlights virales en redes sociales.

Este verano, a diferencia de los anteriores donde participó activamente con el Team USA tanto en el Mundial de Baloncesto como en los Juegos Olímpicos, Edwards optó por algo menos vistoso y mucho más exigente: entrenar solo. Y no de cualquier manera. Detrás de su transformación está una frase que se ha convertido en su mantra: “La grandeza es aburrida”.

El camino hacia el MVP empieza con un bote a la vez

Con apenas 24 años, Edwards ya tiene cinco temporadas en la liga. Este dato por sí solo evidencia lo precoz de su talento, pero también la urgencia de consolidarlo. Consciente de que el físico no lo es todo y que la fama puede ser efímera, Anthony ha trabajado este verano en aspectos técnicos casi escolares: los lanzamientos tras un bote, la posición defensiva, el manejo del balón.

“Hubo muchos días aburridos en el gimnasio, repitiendo el mismo tiro una y otra vez”, confesó. “Pero creo que eso me beneficiará”.

Esta mentalidad no surgió de la nada. Su entrenador de desarrollo, Chris Hines, ha insistido constantemente en que la excelencia en este deporte no se alcanza con espectacularidad diaria, sino abrazando la repetición y la paciencia. “La grandeza es aburrida”, le repite casi a diario. Y Edwards ha decidido creerlo.

La percepción de los directivos: Edwards como el mejor escolta

Una muestra del respeto creciente en la liga es la encuesta anual a los General Managers de la NBA. En ella, Edwards fue elegido como el mejor escolta de la liga con un abrumador 70% de los votos.

Pero ese reconocimiento es solo una parte del objetivo. “Él no quiere ser el mejor en su posición. Quiere ser el mejor. Punto”, explicó Tim Connelly, presidente de operaciones de baloncesto de los Timberwolves. “Su ética de trabajo este verano alcanzó otro nivel. Se obsesionó con el cuarto periodo, con ver videos, con entender cómo ayudar a ganar más allá de sus puntos”.

Más que un anotador: la evolución defensiva

Aunque el juego ofensivo sigue siendo su marca registrada, Edwards ha puesto la mira en un componente esencial para cualquier aspirante a MVP: la defensa. Detrás de esta nueva prioridad está la intención de quitar a Jaden McDaniels —el principal defensor del equipo— una parte de esa responsabilidad.

“No podemos dejar que Jaden marque al mejor rival todas las noches”, dijo Edwards. “A veces él debe tomar al jugador 'B', y yo el 'A'. Eso me obliga a estar en mejor forma y en mejor enfoque”.

Chris Finch, entrenador principal de Minnesota, también lo nota: “Ant ha comprendido que la consistencia es clave. No puede defender solo en partidos grandes. Si quiere ser MVP, tiene que hacerlo cada noche”.

Trabajo invisible: sueño, ritmo y preparación mental

Parte del salto de calidad de Edwards no es técnico ni físico: es mental. Este verano, por ejemplo, se comprometió a mejorar sus hábitos de descanso (“Dormir mejor es parte de jugar mejor”), a cuidar la alimentación y a racionalizar su tiempo de gimnasio para favorecer la recuperación.

El objetivo final es claro: llegar en febrero y marzo —la antesala de los playoffs— en su máxima versión. “Queremos volver a ser la número uno en defensa, y eso empieza por mí”, dijo con resolución. “He pedido a mis compañeros y entrenadores que me exijan. Que no me dejen relajarme”.

¿Puede Edwards realmente aspirar al MVP?

La respuesta corta es sí. Pero no es solo una cuestión de talento. El MVP en la actual NBA se premia no solo con estadísticas, sino con impacto. Y ese impacto debe sentirse en ambos lados de la cancha, noche tras noche.

Edwards sabe que el camino es largo, y según Finch, ha aceptado el reto. “Está completamente comprometido no solo con su mejoría individual, sino con redoblar esfuerzos defensivos. Si quiere el MVP, debe ser un jugador de ‘cada noche’”.

Además, ha sumado armas ofensivas que antes no tenía. Según explicó, trabajó su manejo de balón y su juego en situaciones de alta presión, dos zonas grises en su juego en años previos. También reconoce que necesita leer mejor los dobles equipos y correr más en transición antes de ser atrapado.

Un equipo con hambre: la mística de los Timberwolves

El equipo no solo gira en torno a Edwards, pero sí lo reconoce como su faro. En una reciente cena de equipo, el veterano Mike Conley fue directo: “Ant, si quieres ganar el campeonato, necesitamos que te comportes como uno de los cinco mejores defensores exteriores de la liga. Porque creemos que puedes serlo”.

Más allá de sus puntos, asistencias o robos, Edwards representa un modelo de liderazgo emergente: callado, pero implacable; joven, pero maduro; brillante, pero trabajador. Un tipo que está dispuesto a sacrificar la adrenalina del protagonismo diario por la consistencia aburrida que construye leyendas.

El futuro empieza ahora

Mientras los focos siguen iluminando a nombres como Luka Dončić, Jayson Tatum o Shai Gilgeous-Alexander, Anthony Edwards prepara su asalto silencioso a la élite. Cada drible practicado en soledad. Cada noche de ocho horas de sueño. Cada vez que no responde a una distracción. Todo cuenta. Todo suma.

“Voy a intentar lograr mi mejor marca de puntos este año”, dijo entre risas durante el Media Day. Pero cuando la risa se apaga, lo que queda es trabajo. De ese que no sale en Instagram. Del que solo se mide en lo que eres al final del curso.

Edwards ha entrado en la parte más aburrida del viaje. Y eso, en la NBA actual, puede ser el verdadero aviso de que la grandeza está en camino.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press