Chen Zhi y el imperio de la estafa cibernética: el lado oscuro del boom cripto en el sudeste asiático

Una mirada profunda al caso del magnate camboyano acusado de liderar una red global de fraude con criptomonedas y trabajo forzado

El rostro detrás de la mayor trama de fraude con criptomonedas

Chen Zhi, presidente de Prince Holding Group y figura destacada en el mundo empresarial de Camboya, ha sido acusado por el gobierno de los Estados Unidos de orquestar una de las redes de fraude de inversión más grandes de la historia. Según la acusación revelada por la fiscalía federal en Brooklyn, Chen y sus cómplices explotaron el trabajo forzado y manipularon millones de dólares utilizando esquemas fraudulentos vinculados a criptomonedas.

El Departamento de Justicia de EE. UU. y el Departamento del Tesoro han señalado que Chen, también conocido como "Vincent", no solo acumuló una fortuna de más de $14 mil millones en Bitcoin, sino que la utilizó para adquirir lujos excéntricos, incluyendo jets privados, yates y hasta una pintura original de Pablo Picasso.

¿Quién es Chen Zhi?

Originario de China, Chen migró a Camboya donde ascendió rápidamente hasta convertirse en una figura influyente del sector privado. Bajo el título honorífico de “neak oknha” —equivalente a un lord británico— fue asesor tanto del actual ministro Hun Manet como de su padre, el ex primer ministro Hun Sen. Prince Holding Group, el conglomerado que dirige, opera en sectores como bienes raíces, minería de criptomonedas, servicios financieros y casinos.

Sin embargo, detrás de esta imagen empresarial, la acusación pinta un panorama siniestro: una economía criminal en coalición con el poder político y sustentada en la explotación humana y la manipulación tecnológica.

La “carnicería de cerdos”: el nuevo rostro del fraude financiero

Uno de los métodos más impactantes revelados en la pesquisa es la llamada estafa de “pig butchering” (carnicería de cerdos), una táctica criminal que ha proliferado en Asia y ahora alcanza escala mundial. El término metafórico hace referencia a cómo las víctimas son "engordadas" emocional y financieramente antes de ser "sacrificadas", es decir, despojadas de todos sus ahorros.

Según los fiscales estadounidenses, estas operaciones fraudulentas generaban hasta 30 millones de dólares al día. Las víctimas eran contactadas por redes sociales o aplicaciones de mensajería, construyendo relaciones virtuales que derivaban en falsas promesas de grandes retornos si invertían en criptomonedas.

Campos de trabajo forzado disfrazados de centros de tecnología

La investigación revela que Prince Holding Group construyó al menos 10 complejos en Camboya donde miles de trabajadores, mayormente migrantes, fueron retenidos contra su voluntad bajo condiciones deplorables. Encerrados tras muros altos y cercas con alambre de púas, trabajaban largas jornadas manipulando múltiples cuentas falsas en redes sociales para desplegar estas tácticas de fraude.

En estos recintos, comparables con modernas versiones de campos de trabajo forzado, se hallaban cientos de celulares organizados en estanterías, usados por los operarios para controlar una red de identidades digitales falsas. Algunos complejos estaban conectados a propiedades del conglomerado como el hotel-casino Jinbei y el centro “Golden Fortune”.

Las evidencias recabadas incluyen fotos de hombres esposados y con heridas sangrantes, aunadas a testimonios de residentes locales que vieron trabajadores huyendo que luego eran brutalmente golpeados. La ONU estima que solo en Camboya hay más de 100,000 personas forzadas a realizar fraudes en línea, una cifra que se eleva a más de 250,000 en toda Asia sudoriental, incluyendo Myanmar, Tailandia, Laos y Filipinas.

Un ecosistema criminal económico respaldado por el poder

Para J. Daniel Sims, experto en crimen transnacional del Asia Center de Harvard, este caso simboliza el entrelazamiento entre fraude digital y economía política en regímenes autoritarios. Sims sostiene que el conglomerado Prince es “una pieza esencial del andamiaje que sustenta las estafas cibernéticas globales”, y Chen representa uno de los pilares del modelo criminal en Camboya.

Las investigaciones detallan cómo Chen personalmente autorizó sobornos por cientos de millones de dólares a funcionarios extranjeros, además de validar castigos violentos a trabajadores. En al menos un caso, avaló una golpiza con la indicación de que el afectado “no fuera golpeado hasta morir”.

El Tesoro de EE.UU. incorporó a Prince Holding Group en la lista de organizaciones criminales transnacionales y congeló activos asociados a sus subsidiarias. También implementó sanciones en colaboración con el Reino Unido contra varios funcionarios y ejecutivos implicados.

Impacto económico y reputacional: un cambio de narrativa

El alcance del caso tiene implicaciones sistémicas. Según el Departamento del Tesoro, los estadounidenses perdieron al menos 10 mil millones de dólares en 2023 en estafas cibernéticas originadas en el sudeste asiático, lo que representa un incremento del 66% respecto al año anterior.

Estas cifras exponen cómo la ineficiencia o complicidad estatal pueden convertirse en catalizadores de economías paralelas sumamente rentables. Ya no se trata de delitos individuales, sino de sistemas organizados con tecnología sofisticada, respaldo político y pleno conocimiento de los vacíos normativos.

“Estas acciones no eliminarán de inmediato la economía del fraude”, advierte Sims, “pero reducen su oxígeno y mandan un mensaje inédito a regímenes como el de Camboya: el crimen de élite como estrategia de gobierno es una espada de doble filo”.

El futuro de la regulación y la justicia transnacional

La captura de Chen sigue pendiente. A pesar de las órdenes de arresto y las sanciones globales, el empresario continúa prófugo, resguardado posiblemente bajo la protección de la esfera política camboyana. Ante esta evasión, se reabre un debate persistente en la gobernanza internacional: ¿cómo se garantiza justicia cuando los actores criminales están ligados a las élites del poder?

Este caso se convierte en un punto de inflexión para la rendición de cuentas en esquemas económicos digitalizados. A la vez, posiciona la lucha contra los crímenes financieros como tarea central en la diplomacia internacional contemporánea.

Como indican expertos, solo un enfoque interdisciplinario que combine sanciones, cooperación policial internacional, presión diplomática y reformas legislativas locales podrá desmontar estas redes donde la nueva riqueza se construye a costa de la dignidad humana.

Mientras tanto, para las miles de víctimas que creyeron estar invirtiendo en su futuro, la estafa no solo destruyó sus finanzas, sino también su confianza en el potencial de la tecnología como vía de progreso.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press