El precio de la paz: el doloroso intercambio de vidas entre Israel y Gaza

Más de 250 rehenes, miles de muertos y una tregua cargada de esperanza y controversia

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Reencuentros en medio del duelo

La reciente liberación de los últimos 20 rehenes vivos en Gaza ha traído tanto alivio como reflexión en Israel. El país celebró la noticia con reuniones públicas, lágrimas de emoción y homenajes que no solo recordaron a los liberados, sino también a los más de 1,200 muertos que dejó el brutal ataque perpetrado por militantes liderados por Hamás el 7 de octubre de 2023.

Ese fatídico día dejó una cicatriz imborrable en la historia moderna de Israel. Cientos de civiles fueron asesinados y otros 251 fueron secuestrados. Desde entonces, el conflicto ha escalado hasta un punto en el que se habla de más de 67,600 muertos en Gaza, según datos del Ministerio de Salud local, cifras que incluyen una gran mayoría de mujeres y niños.

¿Qué sabemos de los rehenes?

A continuación, se detalla la trágica contabilidad humana resultante de este conflicto, en lo que respecta a los cautivos:

  • Total de rehenes capturados el 7 de octubre de 2023: 251
  • Rehenes llevados a Gaza antes del ataque: 4 (dos civiles que ingresaron a Gaza en 2014 y 2015 y los cuerpos de dos soldados israelíes muertos en la guerra de 2014)
  • Rehenes vivos liberados mediante intercambios: 160
  • Cuerpos de rehenes liberados: 16
  • Cuerpos de rehenes recuperados por Israel: 51
  • Rehenes rescatados con vida: 8
  • Cuerpos de rehenes que siguen en Gaza: 20
  • No israelíes aún en cautiverio o cuyo destino se conoce: 3 (dos tailandeses y un tanzano, todos han sido confirmados como fallecidos)

Cada número en esas estadísticas es una vida, una familia, una historia de desesperación, resistencia y, en algunos casos, final trágico. La narrativa de los rehenes ha sido utilizada como punto central en los discursos políticos y mediáticos tanto en Israel como en el extranjero.

El otro lado del acuerdo: miles de palestinos liberados

Mientras las familias israelíes celebraban el regreso de sus seres queridos, en Cisjordania y en Gaza se vivía también una efervescente celebración: la excarcelación de aproximadamente 2,000 prisioneros palestinos como parte de la fase inicial del acuerdo de cese al fuego.

Para muchos palestinos, estos prisioneros no son criminales, sino activistas, luchadores o víctimas de la represión israelí. En barrios como Ramala o Jan Yunis, los fuegos artificiales, cánticos y banderas llenaron las calles. "Es la primera alegría verdadera en mucho tiempo," dijo Samira T., cuyo hermano fue liberado tras pasar 13 años en prisión israelí.

¿A qué precio la paz?

La celebración internacional del acuerdo entre Israel y Hamás debe analizarse con matices. En términos humanitarios, toda liberación de un rehén o prisionero es bienvenida. Pero también se debe considerar el contexto. El conflicto ya ha cobrado decenas de miles de vidas y ha desplazado a más de un millón de personas en Gaza.

Amnistía Internacional y Human Rights Watch han reportado presuntas violaciones al Derecho Internacional Humanitario tanto por parte de Israel (en su ofensiva aérea intensificada) como por parte de Hamás (al emplear rehenes como escudos humanos y lanzar cohetes indiscriminadamente).

Además, organizaciones como la ONU han pedido una investigación independiente y acceso humanitario sin restricciones a Gaza, donde los hospitales han sufrido ataques y los suministros críticos escasean desde hace meses.

Una tregua que no es el final

El acuerdo de alto al fuego actualmente en vigor es solo la primera fase, y tanto Israel como Hamás siguen sin comprometerse claramente a una paz duradera. Incluso, se teme que los intercambios puedan convertirse en una herramienta de manipulación política o propaganda. Cada liberación va acompañada de discursos, fotos estratégicas y una narrativa cuidadosamente fabricada.

La pregunta obligada es: ¿qué viene después? La historia reciente muestra que la violencia entre Israel y los grupos armados en Gaza tiene un patrón cíclico. Periodos de conflicto abiertos seguidos de momentos de tregua agitada, usualmente propiciada por mediadores internacionales como Egipto o Qatar.

Hamás: la doble cara de un actor político y militar

Hamás continúa siendo definido como una organización terrorista por Israel, EE.UU., la Unión Europea y otros países. Sin embargo, su rol en Gaza va más allá de lo militar. Es quien gobierna de facto en la franja desde 2007, proporciona servicios básicos y administra ministerios.

Esto complica su erradicación militar, ya que cualquier campaña ofensiva contra Hamás termina afectando masivamente a la población civil. El apoyo o tolerancia hacia esta organización entre los palestinos, incluso entre aquellos que no comparten su visión religiosa o política, se basa a menudo en la ausencia de alternativas viables.

Silencio sepulcral desde el lado internacional

Si bien múltiples potencias, incluyendo EE.UU., la Unión Europea y organizaciones internacionales como la ONU, han expresado preocupación por la escalada del conflicto, su respuesta ha sido muy tibia. Se han aprobado algunas ayudas humanitarias y se ha presionado ligeramente para que Israel "modere" su respuesta militar.

Sin embargo, los hechos hablan por sí solos: más de 67,600 palestinos muertos en Gaza y un número pequeño, si bien mediatizado, de rehenes rescatados. ¿Reacciones diplomáticas? Llamados a la contención y promesas de futuras cumbres de paz.

En un momento en que la humanidad debería exigir justicia en lugar de status quo, la respuesta global ha oscilado entre la pasividad y la hipocresía.

¿Qué papel juegan los ciudadanos comunes?

En Israel, los familiares de los rehenes han marchado por Tel Aviv y Jerusalén exigiendo acciones concretas para salvar a los suyos. En Gaza, civiles han utilizado redes sociales para mostrar la devastación diaria: niños heridos, edificios derrumbados, hospitales colapsados. Ambas sociedades civiles parecen más conscientes del precio de la guerra que sus propios gobernantes.

Uno de los momentos más simbólicos fue un mural pintado en un muro israelí con la imagen de todos los rehenes, rodeado por corazones colocados por desconocidos. En Gaza, un collage similar agrupaba los nombres de los muertos en Rafah sobre las ruinas de una escuela bombardeada.

Ambos gestos reflejan un anhelo universal: que la vida valga más que los intereses políticos.

¿Puede una tregua salvar un conflicto crónico?

Como en otras guerras asimétricas y prolongadas, los acuerdos humanitarios como el actual tienen una duración limitada si no van acompañados de voluntad política real. El eterno regreso a "la mesa de negociaciones" no es suficiente si los actores continúan movilizando sus aparatos armados y justificando nuevas ofensivas.

Quizás la mejor —y más dolorosa— enseñanza es que, en este conflicto moderno, cada paso hacia la paz conlleva decisiones que parten el alma de dos pueblos. Para liberar a 20 personas, cientos pueden morir. Para rescatar un cadáver, es posible que deban liberarse decenas de prisioneros. ¿Puede esta lógica perdurar? Tal vez no, pero por ahora, es la que domina.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press