Entrenadores al borde del abismo: cómo la NFL se convirtió en una trituradora de coaches

Despidos prematuros, contratos millonarios y decisiones apresuradas: la montaña rusa de liderar un equipo en la liga más poderosa del mundo

La temporada 2025 de la NFL apenas cruzó el umbral del primer tercio y ya cobró su primera víctima en las filas de los entrenadores jefes: Brian Callahan, quien fue despedido como head coach de los Tennessee Titans tras un desastroso inicio de 1-5. Pero esta decisión no se toma en el vacío, es una pieza más en el turbulento ajedrez de las contrataciones y despidos que definieron —y seguirán definiendo— la dinámica de liderazgo en la liga.

Ser entrenador en jefe en la NFL es como bailar sobre una cuerda floja: el equilibrio entre resultados inmediatos, desarrollo de talento, control de vestuario y aprobación ejecutiva es cada vez más exigente. Sumado a esto, el historial reciente sugiere que despedir rápido parece estar de moda, aunque sus efectos no siempre son los esperados.

Brian Callahan: el primer caído del 2025

A Callahan apenas se le concedieron dos docenas de partidos al mando de Tennessee antes de que le entregaran el temido "sobre rosa". Su despido se produce en un contexto donde la franquicia buscaba reconstruirse con el pick global N.º 1 del Draft, seleccionando al prometedor mariscal Cam Ward. Sin embargo, ni esa promesa ni su contrato de cinco años (valorado en $15 millones) pudieron salvarlo de una ejecución anticipada tras solo seis semanas.

Lo más intrigante, o preocupante, es que es el cuarto entrenador en cinco años que es despedido durante la misma temporada en que su equipo seleccionó al QB con el pick N.º 1. Le preceden Matt Eberflus (Bears, 2024), Frank Reich (Panthers, 2023) y Urban Meyer (Jaguars, 2021). Aparentemente, estar al frente del desarrollo de un quarterback novato de alto perfil no garantiza ni respaldo ni paciencia institucional.

La danza de los despidos: de Belichick a Gundy

Callahan no está solo. En la temporada pasada, siete entrenadores fueron despedidos apenas terminó la campaña, entre ellos nombres tan resonantes como Mike McCarthy (Cowboys) y Doug Pederson (Jaguars). Eso sin contar a los tres que no llegaron ni al final de la temporada regular: Robert Saleh (Jets), Dennis Allen (Saints) y Matt Eberflus.

Incluso Bill Belichick, icono de seis anillos con los Patriots, fue despedido el año pasado en lo que muchos consideran el final de una era. Aunque sorprendió al tomar luego el mando de la Universidad de Carolina del Norte, no escapó a la lupa mediática y ya ha tenido que salir a desmentir rumores sobre una posible salida anticipada.

Y no solo la NFL ve entrenadores caer como fichas de dominó. También el fútbol americano universitario (FBS) ha presenciado despidos sonados como los de Mike Gundy (Oklahoma State), Sam Pittman (Arkansas) y James Franklin (Penn State), este último siendo cesado apenas tres semanas después de que su equipo fuese ranqueado tercero en la nación. Todos estos movimientos representan una factura de casi $100 millones en indemnizaciones que deben pagar las universidades.

¿Sirve de algo despedir a medio camino?

Los datos invitan a la reflexión. De los tres entrenadores despedidos a mitad de la temporada en 2024, su récord combinado había sido de 8-18. Sus reemplazos interinos terminaron con un registro aún peor: 7-18. Los nuevos entrenadores contratados a tiempo completo para esta campaña acumulan apenas un 4-13. Una rotación constante que no garantiza estabilidad ni mucho menos éxito.

En contraposición, los equipos que esperaron hasta final de temporada para hacer cambios —como Patriots, Raiders, Jaguars y Cowboys— registran una marca colectiva de 12-11-1 en lo que va del 2025. Un cambio racional más que emocional parece dar resultados más sostenibles.

Los casos más críticos: McDaniel, Glenn y Harbaugh

Varios entrenadores actuales están en el hot seat. Mike McDaniel, entrenador de unos Dolphins que apenas suman 1-5, enfrenta problemas dentro y fuera del campo. Su mariscal Tua Tagovailoa criticó el domingo a compañeros por llegar tarde a reuniones lideradas por jugadores, lo que generó dudas sobre la cultura interna del equipo.

Por otro lado, Aaron Glenn, novato en los Jets, suma un 0-6 inicial que incluye decisiones como no lanzar un Hail Mary antes del descanso ante Denver o evitar un posible gol de campo ganador en cuarto down. El equipo tuvo una jornada histórica (y negativa) con -10 yardas netas de pase y nueve capturas a su QB Justin Fields.»

Incluso John Harbaugh, entrenador con 187 victorias y campeón del Super Bowl, empieza a ser cuestionado en Baltimore. Sus Ravens marchan 1-5 y una ofensiva estancada sin Lamar Jackson provocó abucheos masivos en la derrota 17-3 frente a los Rams.

Millones en juego: el precio de despedir temprano

Despedir a un entrenador prematuramente no solo implica admitir un error de evaluación, también significa asumir compromisos económicos elevados. Callahan, por ejemplo, tenía un salario de $3 millones anuales y aún le restaban más de tres años de contrato, lo que deja a los Titans con una obligación financiera superior a $10 millones sin retorno inmediato.

Lo mismo ocurre en FBS. Solo James Franklin obtiene una cláusula de salida cercana a los $50 millones. Sumar lo pagado a los otros entrenadores cesados lleva esa cifra a $100 millones solo en el arranque del ciclo 2025. No parece el modelo de negocios más eficiente.

La presión de la inmediatez: una cultura que devora proyectos

Estamos en la era donde los resultados inmediatos pesan más que la construcción a largo plazo. Con dueños que invierten cifras astronómicas en sus franquicias, gerentes generales urgidos de mantener su puesto y bases de fanáticos impacientes en redes sociales, los entrenadores viven en un presente perpetuo.

Como alguna vez dijo el célebre Bill Parcells: “En la NFL solo hay dos tipos de entrenadores: los que han sido despedidos y los que van a serlo”.

Y si a todo eso sumamos la necesidad de gestionar egos, lesiones, conflictos internos y expectativas, es fácil entender por qué el 25% de las plazas de entrenadores jefes cambian cada año.

¿Existe una solución? Tal vez, paciencia inteligente

Los casos sobresalientes de algunos reemplazos planificados muestran que esperar puede ser mejor. Mike Vrabel, en New England, ya igualó las cuatro victorias de todo 2024 bajo Jerod Mayo. En Jacksonville, Liam Cohen también igualó rápidamente el rendimiento de Pederson. Estos cambios, ejecutados con tiempo y planificación tras diagnóstico real, están dando frutos.

¿La moraleja? Tal vez despedir rápido no es la solución mágica. En una liga donde un partido puede girar sobre una mala llamada o una lesión inesperada, sobrerreaccionar puede ser más perjudicial que seguir apostando con inteligencia.

Porque al final, en la NFL los entrenadores pueden ser genios un domingo… y carne de despido al siguiente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press