General Motors en problemas: ¿estamos viendo la desilusión del auge eléctrico en EE. UU.?

La gigantesca apuesta por los vehículos eléctricos enfrenta un nuevo obstáculo: recortes fiscales, cambios regulatorios y una factura millonaria llenan de incertidumbre el camino hacia la electrificación total.

Un giro inesperado en la electrificación de GM

La transición hacia una flota completamente eléctrica en Estados Unidos no está resultando tan sencilla como se esperaba. General Motors (GM), uno de los gigantes automotrices más comprometidos con la movilidad sustentable, anunció recientemente que registrará un impacto negativo de 1.600 millones de dólares en su próximo trimestre financiero. Esta pérdida viene después del cierre de incentivos fiscales para vehículos eléctricos (EVs), cambios en regulaciones medioambientales y reajustes en su estrategia de producción.

¿Qué motivó el golpe financiero?

Según el informe presentado por GM, más de 1.200 millones de dólares del impacto corresponden a cargos por desvalorización no monetaria, relacionados con ajustes en la capacidad de producción de EVs. Además, otros 400 millones están vinculados a cancelaciones de contratos y liquidaciones comerciales asociadas a inversiones en el sector eléctrico.

El detonante inmediato de esta situación fue la expiración del Clean Vehicle Tax Credit, que ofrecía hasta 7.500 dólares de subsidio para vehículos nuevos y 4.000 dólares para usados. Estos beneficios fiscales eran fundamentales para mejorar la competitividad de los EVs frente a los autos a combustión.

Un retroceso regulatorio que cambia el juego

Otro factor inquietante para GM y otros fabricantes es la reciente decisión del gobierno estadounidense de relajar políticas de emisiones.

Si bien en 2021 la administración Biden promovía una transición energética ambiciosa, los cambios recientes han generado un ambiente menos favorable para los vehículos eléctricos. Esto ha golpeado fuertemente los planes que ya estaban en marcha.

En 2021, GM había declarado su objetivo de transformar más de la mitad de sus fábricas en Norteamérica y China para producir exclusivamente EVs en 2030. Además, se comprometió a invertir 750 millones de dólares en expansión de infraestructura de carga hasta 2025. Todo esto parecía ubicar a GM como pionera del cambio hacia la movilidad verde.

Los EVs pierden terreno (temporalmente)

Los vehículos eléctricos fueron aclamados como el futuro de la industria automotriz en EE. UU. Con el respaldo gubernamental, inversiones privadas masivas y el entusiasmo del consumidor, 2021 fue un año crucial. Tesla lideraba, mientras que Ford, GM y otros invertían de lleno en reconvertir su producción.

Sin embargo, lo que parecía una revolución irreversible, hoy enfrenta obstáculos:

  • Altos costos de producción de EVs en comparación con modelos a gasolina o diésel.
  • Insuficiente infraestructura de carga para zonas rurales o menos urbanizadas.
  • Incertidumbre política por cambios legislativos según el partido en el poder.
  • Resistencia cultural de sectores que aún prefieren motores tradicionales.

La Asociación de Transporte Limpio reportó que, aunque las ventas de EV crecieron un 40% en 2023, el primer trimestre de 2024 apenas mostró un crecimiento del 8%. Esto ha puesto en alerta a los fabricantes.

Lo que GM no planea cambiar (aún)

Pese al reajuste financiero, GM aseguró que sus modelos actuales de EV – Chevrolet, GMC y Cadillac – seguirán vendiéndose en el mercado. No habrá una suspensión en su producción ni en su disponibilidad para los consumidores, al menos por ahora.

Esto indica que, a pesar del golpe económico, la empresa no está abandonando su estrategia eléctrica. Solo la está recalibrando frente a un contexto menos favorable de lo esperado.

La disonancia de EE. UU. en políticas verdes

Uno de los mayores desafíos para empresas como GM ha sido la alta volatilidad regulatoria del gobierno estadounidense. Cada administración cambia radicalmente el rumbo en materias como energía, impuestos o medio ambiente. Bajo Donald Trump, se restaron obligaciones climáticas. Biden intentó revertir eso, pero ahora hay giros y fisuras en esas normativas.

¿Cómo se puede planificar, invertir y producir a décadas de distancia si el marco legal cambia cada cuatro u ocho años? Esa es la gran frustración de muchos inversores y ejecutivos.

¿Revertirá GM su promesa de un futuro eléctrico?

Aunque GM aún sostiene su meta de largo plazo, lo cierto es que hay voces internas y externas que cuestionan si es viable. Con cada nuevo retraso, cancelación de proyectos o ajuste de cifras, la promesa de electrificación suena menos segura.

Para 2023, GM pretendía producir más de 400.000 vehículos eléctricos al año. No logró alcanzar esa meta y ahora, con este ajuste contable, parece que una revisión más profunda se necesita.

¿Qué opinan los consumidores?

Los usuarios estadounidenses están divididos. Una encuesta de Pew Research de fines de 2023 mostró que:

  • El 65% cree que los EVs son mejor opción ambiental.
  • Pero solo el 36% considera comprar uno en los próximos años.
  • El 47% dice que los puntos de carga aún no son suficientes.
  • Y el 52% teme por el precio todavía elevado.

Esto demuestra que el problema no es solo industrial o político: también hay retos sociales y culturales que superar.

Lecciones desde Europa y Asia

Mientras EE. UU. lucha con sus contradicciones, regiones como la Unión Europea y China siguen más decididas con los EVs. China, de hecho, representa más del 50% del mercado global de vehículos eléctricos. Europa ya tiene normativas que prohíben nuevos vehículos a gasolina a partir de 2035.

En este contexto, GM y otros fabricantes estadounidenses enfrentan el riesgo de quedarse atrás frente a la competencia extranjera. Marcas como BYD, Hyundai o Volkswagen están llenando ese vacío con modelos más baratos y una presencia global creciente.

¿Qué sigue para GM?

La compañía ya advirtió que puede enfrentar más impactos contables a futuro a medida que ajusta su producción y contratos. Esto, desde luego, puede afectar sus operaciones diarias y flujo de caja.

Está claro que GM no está retrocediendo, sino preparando un “plan B” más realista, menos dependiente de incentivos gubernamentales y quizá con un ritmo de electrificación más gradual.

¿Un fracaso o una pausa estratégica?

Es tentador declarar la “muerte” del sueño eléctrico de GM. Pero lo más prudente sería llamarlo una etapa de aprendizaje duro. Adaptarse a nuevas realidades, anticipar cambios políticos y afinar estrategias son parte inevitable de toda transformación profunda.

GM apostó alto... y ahora enfrenta una prueba clave. La electrificación del transporte no se detiene, pero claramente el camino será más sinuoso de lo previsto.

Como dijo una vez Mary Barra, CEO de GM, en 2022: “No hay marcha atrás. El futuro es eléctrico”. Ahora toca ver si lo dice con la misma convicción en 2025.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press