Grindavík entre lava y esperanza: el renacer de una ciudad volcánica en Islandia

Tras múltiples erupciones volcánicas que transformaron su paisaje y su gente, Grindavík intenta reinventarse entre cenizas, artesanía, panaderías y sueños rotos.

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Un pueblo en la línea de fuego volcánica

Grindavík, una pintoresca ciudad costera en la península de Reykjanes, Islandia, ha quedado marcada en el mapa no solo por su cercanía al famoso spa geotermal Blue Lagoon, sino por una racha intensa de erupciones volcánicas que sacudieron su estabilidad desde fines de 2023. En menos de dos años, la ciudad ha sido evacuada en múltiples ocasiones debido a nueve erupciones provenientes del sistema volcánico de Svartsengi.

Estos eventos no solo han dejado fisuras en el suelo y montañas de lava endurecida, sino que también han fracturado las rutinas, los negocios y la vida de las 3.800 personas que llamaban Grindavík su hogar.

Vignir Kristinsson: tallar esperanza en la catástrofe

Uno de los rostros humanos detrás de esta tragedia volcánica es Vignir Kristinsson, un artesano de 64 años que dejó el rubro de la carpintería comercial para abrir su tienda de esculturas y objetos de roble en Grindavík. Motivado por su hija, transformó su pasión en un negocio que floreció antes del despertar del volcán. Ahora, su tienda enfrenta días sin clientes y noches inciertas.

Supuestamente tengo que llevar un negocio cuando la gente no debe venir”, comenta con una mezcla de ironía y resignación. Su experiencia es emblemática del dilema de muchos empresarios de la zona, atrapados entre el deseo de continuar y una fuerza natural superior que no ofrece treguas.

La juventud desplazada: educación suspendida y amistades en pausa

Kristólína Ósk Guðjónsdóttir, una joven de 18 años, representa a la juventud afectada por los desplazamientos. Tras la primera evacuación en noviembre de 2023, sólo tuvo cinco minutos para salir de casa. Actualmente estudia en Keflavík, a más de 20 km, y siente que su comunidad escolar se ha disuelto.

Conozco a muchos chicos que quieren volver”, dice, reflejando el anhelo de reconstruir vínculos interrumpidos por la naturaleza.

La cotidianidad rota de un pueblo fantasma

Con casas cubiertas por lava, caminos partidos y negocios cerrados, Grindavík podría parecer a simple vista un pueblo fantasma. Pero los signos de vida nunca desaparecieron del todo. Algunos negocios como la panadería Herastubbur Bakari siguen funcionando, con sólo tres empleados: su propietario Sigurður Enoksson, su esposa y su hijo.

Después de que su casa quedara inhabitable, se mudaron a Kopavogur, a 47 kilómetros. Aun así, decidieron seguir apostando por el pueblo a través de su negocio, que recientemente celebró su 30º aniversario. “No siempre hay clientes cada día”, comenta Enoksson, “pero seguimos intentándolo”.

Un volcán despierto tras 783 años

La situación de Grindavík se debe al despertar del sistema volcánico Svartsengi, que había estado inactivo durante 783 años. El Instituto Meteorológico de Islandia advirtió en septiembre de 2025 sobre una probable décima erupción en los meses siguientes, sin una fecha estimada para que esta actividad sísmica cese.

El fenómeno en la península de Reykjanes no sólo representa una amenaza constante para los habitantes, sino que también ha captado la atención de turistas, que sobrevuelan las llanuras volcánicas con drones y fotografían el paisaje cambiado. Aunque el turismo se ha visto afectado, paradójicamente también se ha convertido en un pilar de sustento para algunos locales como Kristinsson, quien alquila un apartamento sobre su tienda a visitantes interesados en el fenómeno geológico.

¿Quién quiere volver a casa?

En respuesta a la emergencia, el gobierno islandés ofreció en 2024 comprar las viviendas afectadas, dejando abierta la posibilidad de que sus dueños las recompren más adelante. Sin embargo, esta opción no se extendió a negocios, lo que deja a emprendedores como Kristinsson sin un plan claro de recuperación.

Muchos ya han tomado decisiones firmes. Mientras Kristinsson viaja ocasionalmente para mantener su tienda, reconoce que su esposa se niega a volver. En contraste, Enoksson ve en su compromiso con Grindavík un acto de fe: “Estamos tratando de conservar nuestra panadería como símbolo de esperanza”.

La resiliencia como patrimonio intangible

No es la primera vez que Islandia enfrenta la furia volcánica. En 2010, la erupción del Eyjafjallajökull provocó el caos aéreo a nivel mundial debido a las cenizas que alcanzaron Europa continental. Sin embargo, lo que hace único al caso de Grindavík es la persistencia crónica del fenómeno y su impacto directo sobre una comunidad viva.

A pesar de los riesgos, cada rincón de Grindavík parece susurrar una dualidad emocional: dolor e intentos de reconstrucción. Calles vacías con grafitis esperanzadores, casas partidas con flores en la ventana, y negocios modestos que resisten incluso cuando las ventas no llegan. Todo se entrelaza en un relato de identidad, tierra y memoria.

¿Una nueva normalidad entre lava endurecida?

Las autoridades discuten actualmente la posibilidad de reabrir las escuelas en 2026. El equipo local de baloncesto ha vuelto a jugar, aportando un fragmento de normalidad. Algunos residentes regresan; otros prefieren rehacer sus vidas en nuevas ciudades.

El futuro de Grindavík está en pausa, contingente no solo a la quietud de las placas tectónicas, sino también a la voluntad colectiva de sus habitantes en querer refundar lo que la lava no logró destruir: el sentido de pertenencia.

Reflexión final: reconstruir más allá del concreto

Grindavík no es solo un caso de desastre natural, es también un estudio de resiliencia cultural. Más allá de la economía arrasada y las grietas en las calles, lo que continúa latiendo es el tejido humano de una comunidad que, a pesar de estar quemada por dentro, aún no se da por vencida.

Los volcanes continuarán rugiendo, pero en Grindavík también hay voces, manos que tallan madera, hornos que cuecen pan y jóvenes que escriben en sus libretas nuevas historias en medio de la ceniza. Esa mezcla de fragilidad y terquedad es su mayor patrimonio.

Por: Redacción Planeta Actual

Este artículo fue redactado con información de Associated Press