Biblia y aulas públicas: el giro histórico en Oklahoma que reaviva el debate entre religión y educación
Con la llegada del nuevo superintendente, Lindel Fields, Oklahoma pone fin a una controvertida orden obligatoria que involucraba el uso de la Biblia en las escuelas, abriendo un profundo debate sobre el laicismo, la libertad de religión y el rol del Estado.
Una orden polémica desde el inicio
En el corazón de Estados Unidos, Oklahoma se ha convertido en los últimos meses en el epicentro de una batalla entre religión y educación pública. Todo comenzó cuando el exsuperintendente de Educación Pública, Ryan Walters, ordenó que las escuelas del estado incluyeran obligatoriamente la Biblia en su plan de estudios para alumnos de quinto a duodécimo grado (grades 5-12).
Esta riesgosa incursión en el terreno religioso no pasó desapercibida. Diversos colectivos de derechos civiles, junto con padres de familia, docentes y líderes religiosos de múltiples credos, presentaron inmediatamente una demanda ante la Corte Suprema de Oklahoma. La controversia no tardó en escalar, convirtiéndose en una discusión nacional sobre la separación entre Estado e Iglesia, uno de los pilares fundamentales del sistema constitucional estadounidense.
Cambio de rumbo con Lindel Fields
Con la renuncia de Walters y su ingreso al sector privado, el gobernador Kevin Stitt designó a Lindel Fields como nuevo superintendente. En medio de una expectante opinión pública, Fields anunció que revocaría la orden de su predecesor, descartando completamente cualquier plan para distribuir Biblias o implementar currículo basado en personajes bíblicos.
Según Jacki Phelps, abogada del Departamento de Educación del Estado de Oklahoma, ya se está preparando una solicitud para que el tribunal deseche la demanda, en vista del cambio de postura oficial.
¿Qué motivaba a Walters?
Ryan Walters, identificado con el ala más ultraconservadora del Partido Republicano, utilizó su cargo como plataforma para promover lo que él denominaba una lucha contra la "ideología woke". Prohibió libros en bibliotecas escolares que supuestamente promovían dicha ideología, intentó forzar visiones revisionistas sobre las elecciones de 2020 e incluso impuso un requisito de "examen ideológico" para maestros provenientes de estados como California y Nueva York.
Entre sus propuestas más controvertidas está su intento por conseguir $3 millones de dólares de financiamiento estatal para repartir Biblias en aulas, algo que fue rechazado por un panel legislativo. Posteriormente, intentó conseguir ese dinero a través de donaciones privadas, aliándose con el cantante de música country Lee Greenwood.
El rechazo local y nacional
Pese al mandato estatal, muchos distritos escolares simplemente se negaron a cumplir la orden. La portavoz del Departamento Estatal de Educación, Tara Thompson, explicó que Fields considera que la decisión sobre si incluir o no la Biblia debe quedar a criterio de cada distrito escolar y que emplear fondos públicos para adquirir ejemplares de la Biblia no es un uso adecuado de los impuestos de los ciudadanos.
Esta postura reaviva un debate histórico y complejo en Estados Unidos: el de la educación laica. Si bien la Primera Enmienda protege la libre práctica de la religión, también impide que el Estado imponga una fe oficial. Al obligar el uso de la Biblia de forma curricular, muchos ven una violación a este principio legal fundamental.
Contexto histórico: religión en las escuelas públicas
No es la primera vez que un caso así sacude la política educativa de un estado. Ya en 1963, la Corte Suprema en el caso Abington School District v. Schempp declaró inconstitucionales las lecturas obligatorias de la Biblia en escuelas públicas. A lo largo de las décadas, múltiples intentos de cristianizar el aula pública han sido frenados legalmente.
Estados como Texas, Florida e incluso Kentucky han impulsado iniciativas similares con diversos resultados. La presión de grupos como Freedom From Religion Foundation o el ACLU (American Civil Liberties Union) ha sido clave para mantener la muralla entre iglesia y estado en materia educativa.
Educación laica vs educación religiosa
Muchos analistas ven en estas iniciativas un intento de favorecer una visión religiosa cristiana particular, excluyendo a estudiantes de otras religiones (como judaísmo, islamismo, hinduismo) o de ninguna religión. Esto genera un ambiente potencialmente discriminatorio y afecta el derecho de los estudiantes a recibir una educación libre de sesgos éticos o morales impuestos.
Un estudio publicado por el Pew Research Center en 2021 reveló que el 29% de los estadounidenses se identifica como religioso "no afiliado" (ateos, agnósticos o sin religión definida). Obligar textos religiosos en estas condiciones margina a casi un tercio de la población estudiantil, sin contar a quienes profesan otras confesiones.
¿Y el futuro?
La administración de Fields planea revisar todos los mandatos emitidos por Walters, incluyendo el polémico "examen ideológico" para maestros foráneos. Según Tara Thompson, el objetivo es "proporcionar claridad a las escuelas" y asegurar una educación pública inclusiva y apegada a las leyes vigentes.
Este giro no solo representa la abolición de una orden, sino posiblemente el inicio de una agenda más moderada y legalmente validada en la educación de Oklahoma. Aunque el debate sobre el lugar de la religión en la escuela pública continuará ardiendo en redes sociales, tribunales y comités escolares, esta decisión demuestra que el marco legal puede prevalecer sobre discursos político-religiosos.
Reacciones en la comunidad
- Organizaciones como Americans United for Separation of Church and State aplaudieron la decisión de Fields, alegando que protege la diversidad religiosa y la libertad personal.
- Grupos religiosos conservadores, en cambio, expresaron su frustración, alegando una "guerra contra los valores cristianos".
- Muchos docentes se sintieron aliviados al no tener que adoptar un currículo que, según ellos, no estaba vinculado a los objetivos académicos del aula.
- Padres musulmanes y judíos también agradecieron la decisión, alegando que sus hijos se habían sentido apartados por la anterior orden estatal.
¿Libertad religiosa o imposición religiosa?
La línea entre permitir la libertad religiosa y favorecer una es muy fina. Si una escuela permite que estudiantes lleven Biblias, Coranes o Torás para uso personal, eso se alinea con la libertad de culto. Sin embargo, cuando una instrucción oficial exige incluir la Biblia en el currículo obligatorio, se cruza una línea peligrosa hacia la imposición religiosa.
Este evento en Oklahoma, aunque local, se convierte en referente para todo el país. Ya se está observando qué repercusiones tendrá en estados con legislaciones similares, como Georgia o Arkansas.
Reflexión final
En una sociedad plural y cambiante como la estadounidense, el Estado debe ser garante de todas las creencias, no promotor de una. La educación pública, como espacio común, debe estar libre de doctrinas religiosas impuestas, permitiendo el libre desarrollo de pensamiento, cultura y espiritualidad.
El paso atrás en Oklahoma no es una derrota espiritual. Es una victoria del pluralismo, del equilibrio constitucional y de la legalidad sobre la imposición ideológica. Y en tiempos donde los extremos políticos utilizan la educación como campo de batalla, esta decisión marca una necesaria línea roja.