El gran sumo invade Londres: tradición milenaria y fuerza bruta bajo los focos occidentales

Rikishis en el Royal Albert Hall: cuando lo ancestral se encuentra con la modernidad europea

En un espectáculo sin igual, el sumo -una de las tradiciones deportivas más antiguas del mundo- ha vuelto a pisar suelo británico después de más de tres décadas. El Royal Albert Hall, en el corazón de Londres, se transformó en un santuario japonés durante cinco días al acoger The Grand Sumo Tournament, solo la segunda vez que este prestigioso torneo se celebra fuera de Japón desde 1991. Las expectativas eran altas, y el evento definitivamente no decepcionó.

Un deporte con 1.500 años de historia

Originado en el siglo VI como parte de rituales sintoístas para entretener a los dioses, el sumo no es simplemente un deporte: es una tradición espiritual, un arte marcial y un símbolo nacional de Japón. Los luchadores, conocidos como rikishis, no solo entrenan sus cuerpos, sino también su espíritu. Participar en un combate de sumo implica seguir códigos estrictos de honor, jerarquía y pureza.

El dohyo (土俵), el ring sagrado, se construye con barro compactado y cubierto con arena, y está rodeado de detalles ceremoniales que evocan un templo. Cada combate es acompañado de rituales que incluyen la purificación con sal, aplausos simbólicos y reverencias.

Un escenario icónico para una tradición sagrada

El Royal Albert Hall ha sido escenario de muchas de las mayores glorias culturales de Occidente: desde conciertos de The Beatles y Luciano Pavarotti hasta funciones reales. Sin embargo, pocas veces ha presenciado algo tan distinto y exótico como el sumo. La fusión cultural fue visible: señalaron los organizadores que el objetivo del evento iba más allá de enfrentar a gigantes del tatami; se trataba de “mostrar al mundo la riqueza espiritual y cultural del Japón ancestral”.

“Estamos aquí para compartir el alma del sumo, su disciplina y su legado”, indicó Isegahama oyakata, exlutador y ahora entrenador, que acompañó a varios de sus pupilos al evento.

Del tatami a las redes sociales

La acogida del público fue masiva. Entradas agotadas, cobertura mediática internacional y un interés creciente en redes sociales revelan que el sumo ha logrado lo impensable: cautivar a Occidente en tiempos de TikTok y fútbol globalizado.

Figuras como Kirishima, Takayasu y Abi provocaron ovaciones ensordecedoras en el coliseo londinense. Las espectaculares caídas, los empujones explosivos y la técnica depurada generaron fascinación entre quienes nunca habían visto un combate en vivo. Incluso los más escépticos quedaron boquiabiertos ante la velocidad y destreza de estos colosos que, aunque pesan más de 150 kg, se mueven con la agilidad de felinos.

Detrás de la fuerza: una vida de disciplina y renuncia

La vida de un rikishi no es fácil. Desde edades tempranas ingresan a un heya (establo de entrenamiento), donde su rutina diaria implica madrugar para entrenar mientras el resto del país duerme, limpiar el recinto, cocinar para los veteranos y vivir bajo estrictas normas. Inclusos sus peinados, ropas y alimentación están regulados para mantener una imagen que honre la tradición.

“No somos solo luchadores, somos guardianes de una filosofía”, comentó Oho, nieto de un legendario yokozuna, visiblemente emocionado por su participación en Londres. “Estar aquí es llevar a nuestros ancestros con nosotros”.

Una cultura que atraviesa fronteras

La presencia del sumo en Londres no solo es un evento deportivo, sino una maniobra diplomática y cultural. Para Japón, la difusión de sus tradiciones es parte de una estrategia de soft power que incluye anime, arte culinario, kimono y ahora sumo.

No es la primera vez que Japón exporta su cultura con éxito. El sushi, por ejemplo, ha pasado de ser una excentricidad oriental a formar parte del menú global. Ahora, el sumo busca el mismo sendero. Iniciativas para abrir escuelas de sumo en países como Brasil, Estados Unidos y Mongolia buscan fomentar la profesionalización y globalización de esta disciplina.

Proyección internacional: ¿El sumo en las Olimpiadas?

Uno de los temas recurrentes alrededor del torneo fue: ¿Podría el sumo llegar a ser deporte olímpico? Aunque se han dado pasos -como incluirlo en eventos internacionales y promover federaciones fuera de Japón-, existen retos importantes. La discriminación de género en el sumo profesional, por ejemplo, impide que mujeres participen en torneos oficiales en Japón, lo que choca con los principios del Comité Olímpico Internacional.

Aún así, el sumo amateur sí admite luchadoras y se está expandiendo globalmente, especialmente en Europa del Este y Latinoamérica.

El ritual como resistencia cultural

En un mundo orientado hacia la inmediatez, el sumo representa una forma de resistencia: valorar el rito, la preparación, el respeto y la lentitud sagrada de lo ancestral. Mientras otros deportes modifican sus reglas en favor del espectáculo, el sumo permanece inmutable, aferrado a sus raíces.

“Cuando el luchador lanza sal al dohyo no lo hace para mostrar poder, sino humildad”, explicó el maestro Hakuho Sho, leyenda del sumo con más de 45 títulos. “Ofrece ese gesto a los dioses. Es el recordatorio de que somos simples humanos jugando con la fuerza de lo divino”.

¿El inicio de una nueva era?

Con más de 70.000 espectadores durante los cinco días del evento y una repercusión mediática internacional palpable, queda claro que Londres ha dicho sí al sumo. La pregunta que muchos se hacen es: ¿volverá a repetirse?

Los promotores ya están contemplando llevar el torneo a otras capitales culturales como París, Berlín y Nueva York. Londres ha sido solo el principio de una globalización más estrecha de una tradición que, sin perder su alma, quiere remover conciencias alrededor del mundo.

Y al final del último combate, cuando se apagaban las luces del majestuoso Royal Albert Hall, quedó el eco de las pisadas de gigantes, el murmullo de los rituales y el aroma del incienso que, aunque lejos de su patria, logró hacer de Londres, por unos días, territorio sagrado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press