La tragedia de Tyler Skaggs: el lado oscuro del béisbol profesional

El juicio civil por la muerte del lanzador de los Angels expone una red de negligencia, salud mental y drogas en las Grandes Ligas

Un corazón detenido en la cima de su carrera

El 1 de julio de 2019, el lanzador de los Los Angeles Angels, Tyler Skaggs, fue hallado sin vida en la habitación de su hotel en Southlake, Texas. Aquella noche, los Angels debían comenzar una serie contra los Texas Rangers. En lugar de eso, el béisbol perdió a uno de sus jóvenes talentos a los 27 años bajo circunstancias devastadoras: una sobredosis de un cóctel de fentanilo, oxicodona y alcohol.

Hoy, años después, el caso sigue abierto a nivel emocional y legal. El juicio civil por su muerte ha puesto sobre la mesa no solo las responsabilidades individuales de quienes se cruzaron en su camino, sino también las posibles fallas estructurales dentro de una organización que representa mucho más que un club deportivo.

¿Puede un equipo ser responsable de la muerte de un jugador?

La familia de Tyler Skaggs no tiene dudas. Ellos presentaron una demanda por homicidio culposo alegando que los Ángeles de Los Ángeles como organización tienen responsabilidad directa en su fallecimiento. El principal argumento: Eric Kay, ex director de comunicación del equipo, fue quien proporcionó la pastilla de oxicodona adulterada con fentanilo que causó el colapso de Skaggs.

Kay fue condenado en 2022 a 22 años en prisión federal tras ser hallado culpable de distribuir drogas que resultaron en la muerte de Tyler. Durante el juicio penal, cinco jugadores de las Grandes Ligas admitieron haber recibido opioides de Kay entre 2017 y 2019.

La pregunta latente es: ¿qué sabía el equipo? Y si lo sabían, ¿por qué no actuaron?

Tim Mead y la cultura de la negación

Durante el juicio civil, Tim Mead, ex vicepresidente de comunicaciones de los Angels y superior directo de Kay, fue llamado como el primer testigo. Su testimonio es revelador y preocupante.

Mead afirma que sabía que Kay tomaba medicación para tratar la depresión y el trastorno bipolar, e incluso sospechaba que no lo hacía de la forma adecuada. También recordó incidentes problemáticos: gritarle a un pasante, tener una relación con otro y cobrarle dinero a jugadores por hacer locuras.

“Era un buen trabajador. El 95% del tiempo rendía bien, pero había días malos”, testificó. Y sobre esos días malos, Mead aseguró haber visto ‘rebotes’. Es decir, mejores momentos tras sus caídas emocionales.

Pero nunca reportó formalmente los comportamientos de Kay. ¿La razón? Porque Kay ya participaba en el programa de asistencia al empleado. En sus palabras, eso era parte de la organización.

Una noche crítica y la indiferencia institucional

En abril de 2019, dos meses antes de la muerte de Skaggs, Kay sufrió una crisis. Se presentó al trabajo con un comportamiento alarmante y fue hospitalizado esa misma noche. Al día siguiente, Mead lo visitó y lo encontró en condiciones deplorables: “Era un desastre. Tenía los ojos medio volteados”, declaró. Pese al aparente estado de salud mental y física, Mead no elevó el asunto a los ejecutivos del equipo.

Es complicado entender cómo una figura con acceso a jugadores y un historial conocido de salud mental no fue supervisada más rigurosamente.

¿Sabían de las drogas?

La defensa de los Angels sostiene que las actividades con drogas de Kay (y las de Skaggs) ocurrieron en el ámbito privado, fuera de las responsabilidades organizativas. Además, aseguran que no sabían que Skaggs estaba consumiendo opioides. Si lo hubieran sabido, dicen, habrían actuado.

Sin embargo, la falta de controles internos choca contra la realidad de que múltiples jugadores admitieron haber recibido opioides del mismo empleado. Eso implica una falla de supervisión o una ceguera institucional imposible de justificar.

Skaggs: una carrera interrumpida, una vida truncada

Tyler Skaggs era un habitual en la rotación de lanzadores de los Angels desde 2016. Había batallado con varias lesiones, pero se mantenía como una figura esperanzadora dentro del equipo. Comenzó su carrera con los Arizona Diamondbacks antes de ser intercambiado a Los Angeles.

Ese fatídico 1 de julio, Skaggs se alojaba un piso por encima de Eric Kay en el hotel del equipo. La noche anterior, según las pruebas, recibió de Kay una pastilla de oxicodona. La droga estaba adulterada con el opioide sintético más letal que circula actualmente: el fentanilo.

La autopsia confirmó que Skaggs murió por asfixia tras vomitar, con un alto nivel de alcohol, oxicodona y fentanilo en el sistema.

La respuesta de la MLB y las consecuencias posteriores

La muerte de Skaggs tuvo un impacto que traspasó los límites del equipo angelino. La Major League Baseball (MLB), que hasta ese momento no realizaba pruebas sistemáticas para detectar opioides, entró en una nueva etapa.

En diciembre de 2019, la MLB y la Asociación de Jugadores (MLBPA) firmaron un nuevo acuerdo: a partir de 2020, los jugadores serían sometidos a controles para detectar opioides. Aquellos que den positivo no serán automáticamente sancionados, sino derivados a tratamiento médico.

Es una victoria tardía, pero una medida acertada. La era de ignorar el consumo de sustancias dentro del béisbol al más alto nivel quedó atrás.

¿Cuánto vale una vida? La batalla legal de la familia Skaggs

La demanda presentada por la familia de Skaggs exige una cifra astronómica: $118 millones en ingresos perdidos, además de compensaciones por daño emocional y posibles multas adicionales por negligencia grave.

Carli Skaggs, viuda del lanzador, junto con los padres del jugador, son los demandantes. En su argumento, sostienen que hubo una “cultura de permisividad” dentro de los Angels que permitió que un empleado mentalmente inestable y profundamente comprometido con el tráfico de drogas accediera regularmente al staff de peloteros.

El juicio civil promete extenderse durante semanas, y no se descarta que entre los testigos aparezcan nombres importantes como Mike Trout, estrella de los Angels, o el exlanzador del equipo Wade Miley, hoy miembro de los Cincinnati Reds.

La dimensión humana más allá del juicio

Más allá de lo legal, la muerte de Tyler Skaggs dejó al descubierto una veta preocupante en el deporte: el acceso fácil a opioides, la descoordinación institucional y la ausencia de un enfoque integral hacia la salud mental.

En Estados Unidos, más de 100,000 personas murieron por sobredosis en 2022, según datos de los CDC. El fentanilo estuvo involucrado en casi el 70% de esos casos. El caso Skaggs, como rostro visible de esa crisis, reviste una enorme importancia social.

Pero también ofrece lecciones universales: no importa cuán exitoso parezcas, qué uniforme vistas o cuán popular seas, nadie está exento de las garras del dolor, la dependencia o la enfermedad psicológica si no existe una red que te sostenga.

¿Un antes y un después en el deporte profesional?

Mientras el juicio continúa, se debate algo más grande que una indemnización: ¿Qué tipo de cultura quiere promover el deporte de élite?

¿Una que encubre los problemas individuales de quienes lo integran o una que los ve como seres humanos complejos, falibles, y con derecho —y necesidad— de apoyo genuino?

La vida de Tyler Skaggs se apagó antes de tiempo. El valor de su legado, sin embargo, aún se está escribiendo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press