Madagascar bajo asedio: Golpe militar, protestas populares y el ascenso del coronel Randrianirina
En un giro histórico impulsado por el descontento social, Madagascar enfrenta un nuevo capítulo marcado por la insurrección militar, la caída del gobierno y la promesa de un futuro incierto.
Un país atrapado entre la incertidumbre y la esperanza
Madagascar, una de las islas más grandes del mundo y conocida por su biodiversidad única, vive en estos momentos una de sus etapas políticas más críticas. En medio de cortes de agua y electricidad, alza de los precios y una extendida pobreza, se desató una serie de protestas populares que culminaron en un golpe de Estado liderado por el coronel Michael Randrianirina. Con el presidente Andry Rajoelina ya depuesto, el nuevo líder militar se prepara para asumir el poder de forma oficial. ¿Qué significa esto para Madagascar y el futuro de su democracia?
Descontento social: la chispa que encendió la revuelta
Durante semanas, miles de jóvenes y ciudadanos en general tomaron las calles de Antananarivo, capital del país, para manifestarse contra un gobierno que –a sus ojos– había fallado en garantizar los servicios más básicos. Los cortes constantes de luz y agua, sumados al incremento del costo de vida y la pobreza crónica (con más del 75% de la población viviendo con menos de 2 dólares al día, según World Bank), crearon una mezcla explosiva.
Este malestar se fue intensificando hasta que encontró eco en las voces dentro del propio aparato militar. Entre los soldados, muchos de los cuales provienen de las mismas calles afectadas por la miseria, comenzó a surgir la idea de que era hora de actuar.
El ascenso del coronel Randrianirina
Col. Michael Randrianirina lidera la unidad militar de élite CAPSAT. Su figura comenzó a destacar cuando apareció en las protestas durante el fin de semana previo a la caída del gobierno. Mostrándose cercano a los manifestantes, saludando desde un escenario y prometiendo cambios, fue construyendo un perfil de líder popular, algo inusitado para un militar en funciones.
En una entrevista exclusiva, Randrianirina declaró que planea ser juramentado como presidente en los próximos días y que el ejército gobernará entre 18 meses y dos años como período de transición. “No soy un monstruo”, enfatizó, queriendo alejar su imagen de la de los típicos dictadores africanos del siglo XX.
¿Un golpe militar diferente?
A diferencia de otros golpes de Estado tradicionales, este parece tener un cariz más social. El coronel ha dicho que durante ese período de transición priorizará la estabilidad, mejoras económicas y la convocatoria de elecciones libres. Sin embargo, el escepticismo no se ha hecho esperar.
Expertos en política africana recuerdan que promesas similares han sido hechas por otros líderes militares en la región, que luego han prolongado su mandato indefinidamente. La comunidad internacional monitorea de cerca la situación.
Según el African Center for Strategic Studies, desde 2020 ha habido más de siete golpes de Estado exitosos en África, lo cual indica un preocupante retroceso democrático en el continente. El caso de Madagascar suma preocupación.
La caída de Andry Rajoelina
Rajoelina, quien había llegado al poder también tras un golpe en 2009 antes de ser elegido formalmente en 2019, parecía tener un control político relativamente estable. Sin embargo, su gobierno fue duramente criticado por un enfoque negligente ante las necesidades básicas.
Además, su administración se vio envuelta en varias controversias, entre ellas la promoción de “medicinas milagrosas” no aprobadas para tratar el COVID-19 y la falta de transparencia en contratos de infraestructura. Todo esto alimentó una percepción de incompetencia crónica.
Testimonio desde el corazón del golpe
Un reportero internacional relató su experiencia desde los cuarteles de CAPSAT, donde se reunió con el coronel poco después de la insurrección. Lo describe como accesible, sonriente y deseoso de transmitir que su objetivo es construir, no destruir.
“Me llamó la atención que en la entrada del cuartel había políticos, un sacerdote católico e incluso un imán esperando hablar con él”, relató el periodista. Esa escena muestra que, al menos por ahora, se le reconoce como la máxima figura de poder del país.
El papel de las fuerzas armadas durante la transición
Randrianirina ha indicado que las fuerzas armadas no solo mantendrán el orden sino que también formarán parte de la administración ejecutiva. Esto ha despertado dudas sobre el carácter civil de la próxima transición democrática.
En otros países africanos como Sudán, Malí o Burkina Faso, procesos similares han derivado en represiones, censuras y un control militar prolongado. No obstante, el coronel insiste en que su mandato será breve y que se limitará a establecer las bases para unas elecciones transparentes.
Reacción internacional: silencio y cautela
Hasta ahora, ni la Unión Africana ni las Naciones Unidas han emitido condenas explícitas. Francia, antigua potencia colonial en Madagascar, ha expresado su “preocupación” y ha exigido respeto al orden constitucional.
Los analistas creen que la respuesta internacional se ha moderado debido a que el golpe no ha sido acompañado de violencia ni represión visible. La prensa local ha podido seguir informando del evento y los ciudadanos se siguen movilizando libremente.
¿Se puede legitimar un golpe?
Esta pregunta lleva décadas sin una respuesta clara. En muchos casos, los golpes de Estado son condenados sin importar el contexto. Sin embargo, cuando tienen un marcado carácter popular y surgen en medio de crisis humanitarias, sociales o políticas graves, se empieza a hablar de “cambio de régimen” más que de golpe.
La situación en Madagascar presenta una paradoja: una rebelión militar pero con base en demandas sociales legítimas. Esa combinación inusual podría marcar un nuevo modelo en los procesos de transformación política del continente.
Un futuro por definir
Con la jura del coronel como presidente inminente, el futuro del país dependerá de las decisiones inmediatas: ¿Restablecerá servicios básicos? ¿Convocará realmente a elecciones? ¿Cómo se relacionará con el mundo exterior?
Mientras tanto, el pueblo malgache permanece alerta. Entienden que la salida de Rajoelina fue solo el comienzo. Ahora, la reconstrucción de una nación marcada por décadas de inestabilidad y pobreza será el verdadero desafío.