¿Retroceso energético o transición estratégica? La carrera por modernizar la red eléctrica en EE. UU. y su trasfondo político
Mientras la administración Trump apoya los combustibles fósiles, Estados Unidos enfrenta un dilema energético entre infraestructura, IA y cambio climático
Una inversión millonaria para energía ¿tradicional?
El Departamento de Energía de Estados Unidos aprobó recientemente una garantía de préstamo por $1.600 millones destinada a mejorar cerca de 8.000 km de líneas de transmisión eléctrica en cinco estados del país. Esta enorme inversión estará a cargo de AEP Transmission, una filial de American Electric Power (AEP), una de las compañías eléctricas más grandes del país, con fuerte dependencia de fuentes fósiles como el gas y el carbón.
Los estados beneficiados —Ohio, Indiana, Michigan, Oklahoma y Virginia Occidental— verán una modernización sin precedentes en su infraestructura eléctrica, con el objetivo de mejorar la confiabilidad de la red y abastecer el creciente consumo que demanda el desarrollo exponencial de inteligencia artificial y centros de datos.
Sin embargo, esta apuesta genera profundas preguntas: ¿es una mejora necesaria o un refuerzo a modelos energéticos caducos?
Un impulso a la red... alimentado por carbón
La paradoja se esconde en los detalles. El préstamo, primero del programa denominado ‘Energy Dominance Financing’, fue diseñado específicamente para promover la expansión de capacidad eléctrica en regiones con infraestructura antigua. Aunque algunos esperan que esta mejora abra paso a fuentes limpias, en este caso la red se está fortaleciendo primordialmente para transportar energía generada con carbón y gas natural.
Bill Fehrman, presidente ejecutivo de AEP, argumentó que el financiamiento permitirá "ahorros a los clientes, mejoras en la confiabilidad y apoyo al crecimiento económico”. Las cifras son significativas:
- Más de 3.400 km de transmisión eléctrica serán reemplazados en Ohio, Indiana y Michigan, impactando directamente a más de 2.1 millones de personas.
- En Oklahoma y Virginia Occidental, se modernizarán otros 1.400 km, beneficiando a 1.7 millones de ciudadanos.
- Se prevén más de 1.100 empleos temporales en el sector de la construcción durante la implementación del proyecto.
La narrativa del dominio energético
El préstamo forma parte del nuevo impulso federal bajo la administración Trump para fortalecer lo que ha llamado “el dominio energético estadounidense”. Lejos de fomentar una transición energética, esta política promueve una expansión de la infraestructura enfocada en recursos tradicionales, especialmente carbón y gas.
De hecho, Trump ha cancelado subvenciones por un total de $7.600 millones dirigidas a proyectos de energía limpia en 16 estados que votaron por la demócrata Kamala Harris. Entre los cancelados figuran proyectos avanzados de hidrógeno como:
- Un hub de hidrógeno en California de hasta $1.2 mil millones.
- Un proyecto en el noroeste de EE. UU. estimado en $1.000 millones.
Por contraste, el nuevo préstamo garantizado por el gobierno beneficia explícitamente a la infraestructura convencional, en una jugada que muchos críticos ven como una reversión del enfoque ambiental impulsado por las administraciones de Barack Obama y Joe Biden.
“América debe invertir en energía asequible, confiable y segura por décadas. Y eso no se logra apostando por tecnologías fallidas”, declaró el secretario energético Chris Wright en una conferencia.
Fallos en el mercado del carbón: ¿una industria zombie?
Mientras tanto, ha habido reveses significativos en los intentos de expandir la minería de carbón. Solo en octubre, el gobierno federal rechazó tres propuestas para vender terrenos públicos a compañías mineras de carbón en Utah, Montana y Wyoming. Argumentaron que las ofertas no alcanzaban el “valor de mercado justo” y que los proyectos carecían de viabilidad económica.
Uno de los rechazos más llamativos fue una oferta en Montana por 167 millones de toneladas de carbón ¡a solo $186.000! —aproximadamente 0.001 centavos por tonelada. Este tipo de ofertas reflejan la pérdida de valor económico del carbón incluso entre operadores tradicionales.
Emma Yip, del Centro para la Diversidad Biológica, fue tajante: “Coal es la fuente más sucia de energía. Nadie la quiere y mantenerla viva no tiene justificación.”
El caso Grain Belt Express: ¿energía verde ignorada?
Como contraste, otros proyectos que intentan llevar energía limpia desde el corazón del país hacia regiones del este han sido bloqueados. El caso más emblemático es el Grain Belt Express, una línea de transmisión de $11 mil millones que pretendía transportar electricidad generada por viento y sol, y cuyo préstamo de $4.9 mil millones fue cancelado por la administración Trump.
¿El argumento? Según el Departamento de Energía: no era vital para intereses federales y sus proyecciones financieras eran dudosas. No obstante, la empresa Impulsora, Invenergy, afirmó que el proyecto seguirá adelante con financiamiento privado.
Inteligencia Artificial: el nuevo consumidor energético
En medio del debate sobre fuentes, no se puede ignorar el nuevo jugador en la ecuación energética: la IA. Con el auge de modelos como ChatGPT, Google Gemini o sistemas autónomos, se prevé que los centros de datos aumenten su consumo eléctrico global de 1% a casi 4% para 2030 (International Energy Agency, 2023).
Esto explica por qué el gobierno y las compañías eléctricas están invirtiendo en reforzar infraestructura, sin importar necesariamente de dónde viene la energía. Pero ¿esa urgencia justifica continuar respaldando fuentes altamente contaminantes? Para muchos ecologistas y científicos, claramente no.
Política, infraestructura y el futuro energético
La electrificación de Estados Unidos se encuentra en un punto de inflexión. Ya no se trata únicamente de qué tecnología es más barata, sino qué modelo de país se busca construir.
- Por un lado, Trump apuesta por seguridad energética basada en combustibles tradicionales, revitalización temporal de empleos y supremacía industrial.
- Por otro lado, sus opositores ven una oportunidad perdida para salir adelante en el combate contra el cambio climático y liderar la transición global energética.
El aumento de tarifas eléctricas al que Trump culpa parcialmente a la energía renovable no es tan simple. De hecho, expertos como la EIA (U.S. Energy Information Administration) confirman que los mayores costos provienen de mantenimiento del sistema, inflación, y nuevas tecnologías de red.
Un sistema que pide evolución
A pesar del esfuerzo por prolongar la vida del carbón, la realidad del mercado y la presión climática internacional están empujando a EE. UU. hacia una inevitable transformación. Varios analistas concluyen que estas inversiones, aunque necesarias, deberían priorizar fuentes limpias, no consolidar sistemas antiguos.
¿Puede el país garantizar su liderazgo en IA y manufactura sin condenarse a una crisis ambiental? Esa es la pregunta clave. Y tiene menos que ver con tecnología, y más con decisiones políticas.
Estados Unidos se encuentra frente a un dilema histórico: apostar por la innovación real, o fortalecer las redes de un pasado que se desvanece.