Entre el luto y la incertidumbre: Las historias humanas detrás de los rehenes aún no devueltos por Hamás
A pesar del fin del conflicto, los cuerpos de varias víctimas del 7 de octubre de 2023 siguen retenidos en Gaza. Este es un homenaje a quienes todavía esperan volver a casa.
Una deuda de humanidad en medio de la política
Desde que Hamás liberó a los últimos 20 rehenes vivos a comienzos de 2024, el conflicto no ha terminado para muchas familias israelíes. Todavía hay 19 cuerpos de víctimas del ataque del 7 de octubre de 2023 que no han sido devueltos a Israel, pese a lo pactado en el acuerdo de alto el fuego.
Hamás sostiene que algunos restos están sepultados entre los escombros tras la ofensiva de dos años sobre la Franja de Gaza. En contraste, el gobierno israelí acusa al grupo de retrasos intencionados y ha amenazado con retomar sus operaciones si no se completa la devolución de los cuerpos.
Más allá de las declaraciones diplomáticas, hay nombres, historias y familias que viven en una pausa eterna. Aquí recordamos a esas víctimas como algo más que cifras.
El corazón de Nir Oz: Tamir Adar y Amiram Cooper
Tamir Adar, de 38 años, era un agricultor de tercera generación en el kibutz Nir Oz. Además de ser parte del equipo de respuesta de emergencia, era padre y esposo. En los instantes finales de su vida, escribió a su esposa pidiéndole que no abriera la puerta, ni siquiera si era él quién lo solicitaba. Murió defendiendo a su comunidad. Su abuela, Yaffa Adar, fue secuestrada y posteriormente liberada.
Amiram Cooper, de 84 años, también era residente fundador de Nir Oz y economista. Autor de varios libros de poesía, fue secuestrado junto a su esposa Nurit, quien fue liberada semanas después. Amiram murió en cautiverio.
Juventud arrebatada: Sahar Baruch, Itay Chen y Oz Daniel
Sahar Baruch, 25 años, de Kibutz Be'eri, era amante del ajedrez, la ciencia y los juegos de rol. Había planeado iniciar una carrera de ingeniería. Murió durante un intento fallido de rescate militar.
Itay Chen, 19 años, era un israelí-estadounidense apasionado por el baloncesto. Fue secuestrado junto a otros miembros de su batallón; sólo uno sobrevivió. Su padre ha encabezado incansables esfuerzos diplomáticos por traer su cuerpo de regreso.
Oz Daniel, también de 19 años, era reconocido por su talento con la guitarra. Amaba a Guns N’ Roses y soñaba con ser músico profesional. Fue asesinado el 7 de octubre dentro de su tanque militar.
Historias de resistencia: Ronen Engel, Tal Haimi y Assaf Hamami
Ronen Engel, 54 años, dejó Tel Aviv por una vida de comunidad en Nir Oz. Paramédico voluntario, fotógrafo y restaurador de objetos, fue asesinado mientras protegía a su familia. Su esposa y dos hijos fueron secuestrados y luego liberados.
Tal Haimi, ingeniero mecánico de 42 años y padre de cuatro, fue abatido en la entrada de Nir Yitzhak defendiendo su kibutz. Su hija menor nació siete meses después de su muerte.
Assaf Hamami, coronel y comandante de la Brigada Sur, fue probablemente el primer oficial en declarar que Israel estaba en guerra aquella mañana. Murió junto a dos soldados y su cuerpo, a diferencia de los otros dos, no ha sido devuelto.
Vidas truncadas por sorpresa: Meny Godard, Lior Rudaeff y Eliyahu Margalit
Meny Godard, 73 años, había sido futbolista, veterano de guerra e integrante activo del kibutz Be’eri. Intentó salvar su hogar tras ser incendiado, pero fue asesinado. Su esposa también fue brutalmente eliminada.
Lior Rudaeff, argentino-israelí de 61 años, conducto de ambulancia durante más de 40 años, también cayó el 7 de octubre en Nir Yitzhak. Dejó una extensa familia que aún espera recuperar su cuerpo.
Eliyahu Margalit, 76 años, era conocido como el “cowboy” del kibutz Nir Oz. Fue secuestrado mientras alimentaba a sus caballos. Su hija Nili fue también llevada a Gaza, pero liberada meses después.
Víctimas extranjeras: el precio internacional del 7 de octubre
- Joshua Loitu Mollel, joven agricultor de Tanzania, había llegado a Israel apenas 19 días antes del ataque, donde buscaba mejorar sus conocimientos agrícolas. Fue brutalmente asesinado según informes de Human Rights Watch.
- Sonthaya Oakkharasri y Sudthisak Rinthalak, trabajadores tailandeses en kibutz Be’eri, fueron también víctimas del ataque. Su país ha contabilizado 46 ciudadanos muertos en la guerra y tres rehenes cuyos cuerpos siguen retenidos.
Historias personales que impulsan movilización internacional
Omer Neutra, un israelí-estadounidense de 21 años criado en Nueva York, se enlistó voluntariamente en el ejército israelí. Fue secuestrado y luego confirmado como fallecido. Sus padres se han convertido en figuras activistas clave tanto en Israel como en EE.UU.
Dror Or, experto quesero de 52 años, fue asesinado junto con su esposa mientras sus hijos eran raptados. Milagrosamente, dos de ellos fueron liberados más tarde.
La memoria como resistencia
En medio del dolor, historias como la de Hadar Goldin perpetúan la lucha: muerto en 2014, dos horas después de comenzar un alto al fuego, sigue sin poder descansar en casa. Su familia sigue recordando cada día de su ausencia, ya pasaron más de 4,000.
También están Ran Gvili, policía élite de 24 años que rescató a asistentes del festival Nova antes de morir; y Arie Zalmanovich, pionero agrícola y abuelo, quien falleció tras semanas de cautiverio.
¿Memoria o moneda de cambio?
La demora en la repatriación de los cuerpos se convirtió en nuevo nudo diplomático. Algunos analistas señalan que el uso político de los restos convierte la tragedia humana en una ficha más en el tablero de Medio Oriente. Israel exige el cumplimiento del acuerdo de alto el fuego firmado, mientras Hamás afirma que las condiciones humanitarias impiden avances.
Sin importar la postura que se adopte, detrás de cada cuerpo aún retenido no hay solo una víctima, sino una historia. Un padre, un hijo, una promesa, un sueño truncado. Saber que siguen bajo tierra lejana es un dolor que impide cerrar heridas familiares. La memoria y el respeto no deberían depender de acuerdos políticos.
El conflicto podrá pausarse, pero el duelo permanece.