Islas Feroe: el paraíso secreto que está a punto de volverse demasiado popular
Un tesoro remoto entre el Atlántico Norte y la modernidad, amenazado por el turismo masivo, los acantilados traicioneros y el cambio climático
Un archipiélago suspendido en el tiempo
Las Islas Feroe, un remoto conjunto de 18 islas volcánicas perdido en el Atlántico Norte entre Escocia, Islandia y Noruega, están viviendo un inesperado auge turístico. Este enclave autónomo del Reino de Dinamarca ha sido descrito como una tierra de contrastes: naturaleza salvaje, acantilados que cortan el aliento, carreteras imposibles y una vida simple sostenida por la pesca y las ovejas.
Pero lo que alguna vez fue un refugio desconocido para los aventureros, ahora se perfila como uno de los destinos más deseados por viajeros de todo el mundo. Las cifras lo respaldan: en 2023, se registraron más de 94,000 pernoctaciones en alojamientos como hoteles, hostales y casas de huéspedes, según Statistics Faroe Islands. Toda una avalancha para una población total de poco más de 50,000 habitantes.
El riesgo de la belleza: tres turistas desaparecidos
En septiembre pasado, tres turistas desaparecieron en dos días. Todos en trayectos cercanos a la famosa cascada de Gasadalur, que se precipita al mar desde los acantilados. La policía todavía investiga los casos. Un funcionario del lugar lo resumió con esta frase estremecedora: “Cuando cometes un error aquí, la naturaleza suele ganar”.
Los paisajes feroces que decoraron el final de James Bond en No Time to Die han demostrado ser tan peligrosos como fotogénicos. Vientos huracanados repentinos, laderas con pendientes imposibles y lo impredecible de la niebla se combinan para formar un entorno tan hermoso como letal.
Entre el aislamiento histórico y la modernidad
Durante siglos, los feroeses han convivido con su entorno inhóspito: atravesaban pasos montañosos para ir a misa o lanzaban barcas a mar abierto para comerciar con sus vecinos. Hoy, esa dureza se ha aliviado gracias a una red creciente de túneles submarinos, como el primer rotonda submarina del mundo, que conecta varias de las islas y reduce drásticamente los tiempos de viaje.
Además, las Islas Feroe están evitando seguir el camino hipercapitalizado de su vecina Islandia. La ausencia de parques temáticos, centros comerciales y líneas de cruceros mantiene la experiencia auténtica, aunque las plataformas como Airbnb ya han tomado nota: cientos de alojamientos se ofrecen hoy en día para turistas.
Turismo sostenible: entre la oportunidad y la amenaza
El auge del turismo ha encendido alarmas. Desde 2019, el gobierno feroés lanzó el programa “Closed for Maintenance”, que una vez al año cierra temporalmente ciertos senderos naturales para labores de mantenimiento. Voluntarios de todo el mundo son seleccionados para ayudar en tareas que van desde restaurar senderos hasta controlar la erosión del suelo.
Este año, la oficina de turismo también ha implementado tours autoguiados, que llevan al visitante fuera de los circuitos más masificados. A través de GPS, el sistema sugiere visitar parajes alternativos como el pueblo costero de Viðareiði, jardines botánicos o rutas memoriales de antiguos naufragios.
Aventura y vida salvaje
- Avistamiento de aves: Con suerte, puedes ver al frailecillo atlántico anidar en los acantilados verticales.
- Cruceros musicales: Durante el verano, algunas rutas en barco incluyen música en vivo dentro de cuevas marinas.
- Pesca con lugareños: La pesca artesanal continúa siendo una tradición viva.
- Sauna nórdica emergente: Experiencias “coolcation” con baños de hielo y saunas portátiles frente al mar.
- Moda local: Los jerséis tejidos a mano con lana de oveja erectan como recuerdos insignia del viaje.
Una temporada invernal que ya no espanta
El invierno feroés es brutal. Un marinero de Sydradalur cuenta cómo un temporal borró de un plumazo el techo de una casa en 2022. A pesar de ello, el clima extremo se ha convertido en un gancho publicitario.
El concepto de “Stormcation” (vacaciones con tormenta) promovido por Visit Faroe Islands invita a los más intrépidos a disfrutar del ambiente dramático: vientos capaces de volcar autos, lanzar ovejas al aire o tumbar señalizaciones.
Errores de turista: señales de advertencia
La falta de infraestructura en algunas aldeas lleva a situaciones tragicómicas. En la iglesia de Saksun, una nota en la puerta lo dice todo: “Cementerio cerrado por comportamiento mal educado”. En el embarcadero de Kalsoy se lee: “No lave sus zapatos en el fregadero”.
No sorprende que la paciencia local esté al límite. Muchos desconocen que en esas islas no hay hospitales especializados, ni un cuerpo de rescate montañoso permanente. El mal juicio de un visitante puede poner en riesgo recursos locales escasos.
El turismo como arma de doble filo geopolítica
La economía sostenida sobre la pesca representa más del 95% de las exportaciones feroesas. Esta dependencia obliga al gobierno a mantener relaciones agradables tanto con Rusia como con China, lo cual se traduce en una política externa pragmática —e incómoda para muchos.
Por eso, el turismo representa una oportunidad vital de diversificación. Sin embargo, las autoridades y empresarios deben aprender del ejemplo islandés, donde el frenesí turístico derivó en destrucción ambiental, inflación y desgaste de la infraestructura.
¿Qué futuro espera a estas islas?
La inclusión progresiva de las Islas Feroe en el contexto global —como su copresidencia del Consejo Ártico y el fuerte impulso a su fútbol nacional hacia clasificaciones destacadas— aumenta aún más la visibilidad internacional.
Pero la pregunta es obligada: ¿puede mantenerse el equilibrio entre lo auténtico y lo comercial?
La isla de Viðoy, donde apenas vive un puñado de personas y las montañas devoran el horizonte, aún ofrece una experiencia de recogimiento casi mística. Contemplar el Atlántico rugiendo mientras una oveja escapa del viento parecería impensable entre grupos de 50 turistas bajando de un crucero. Y, sin embargo, eso es exactamente lo que podría suceder si no se controla el crecimiento turístico con políticas estrictas.
Consejos útiles para quienes desean visitar las Islas Feroe
- Lleva ropa impermeable y resistente al viento. La lluvia puede aparecer sin aviso.
- Consulta webcams locales antes de subir a senderos o carreteras rurales.
- No ignores las señales. Si dice “zona peligrosa”, créelo.
- Evita usar drones sobre zonas protegidas. Muchos lugares prohíben su uso para no espantar aves nativas.
- Apoya negocios locales. Come en sitios regentados por habitantes, compra tejidos hechos a mano y reserva alojamientos familiares.
El turismo puede ser una fuerza positiva si se maneja con responsabilidad, respeto y empatía. Las Islas Feroe ofrecen una ventana al pasado con la tecnología del presente. La pregunta es si quienes las visitamos sabremos protegerlas para el futuro.
“La belleza nunca es barata”, reza un dicho local, “y menos cuando exige que te acerques al límite del mundo”.