Josh O’Connor en 'The Mastermind': el ladrón de arte desaliñado que domina esta temporada cinematográfica
Con una serie de actuaciones impactantes, O’Connor redefine el rol del protagonista imperfecto en una joya dirigida por Kelly Reichardt
Una presencia imparable en la pantalla grande
Josh O’Connor está experimentando una de las temporadas más prolíficas de su carrera. Este otoño, el actor británico, conocido por su interpretación del Príncipe Carlos en ‘The Crown’ y por su aclamado debut en God’s Own Country (2017), aparece en nada menos que cuatro nuevas películas. Sin embargo, entre todas ellas, hay una que destaca como una síntesis perfecta de su talento: The Mastermind, el nuevo largometraje de la directora independiente Kelly Reichardt.
Kelly Reichardt: una directora que da oxígeno a sus actores
La filmografía de Reichardt, que incluye títulos como First Cow (2019) y Showing Up (2022), ha sido celebrada por su enfoque detallista y naturalista. En sus propias palabras: “Me atraen las cosas que normalmente se eliminan de las películas”. Este estilo cinematográfico no solo rehúye los cortes rápidos, sino que invita al espectador a observar, a sumergirse en la cotidianidad y a encontrar lo extraordinario en lo mundano.
Este lente pausado y observacional encuentra su punto máximo en The Mastermind. Ambientada en los años 70 en los suburbios de Massachusetts, la película se centra en James Blaine Mooney (J.B.), un padre desempleado que, casi por accidente, roba varias pinturas de un pequeño museo local.
J.B., un antihéroe de otra época (y también de esta)
La figura de J.B. es notable no solo por su torpeza como ladrón de arte, sino por lo que representa psicológicamente. O’Connor menciona que su personaje “parece estar saboteando su vida sin saberlo”, lo que lo convierte en una figura trágica, casi existencial, más cercana a los personajes desequilibrados del cine estadounidense de los años 70 que a los ladrones ingeniosos del cine moderno.
Reichardt inserta a J.B. en un contexto social más amplio: la Guerra de Vietnam, la transformación de los roles de género, y lo que el propio O’Connor identifica como el inicio de la era “post-verdad”. A pesar de vivir en un turbulento momento histórico, J.B. permanece ajeno a todo ello. La película sugiere que tal desconexión no es inusual, ni entonces ni ahora.
Josh O’Connor: el alma scruffy del nuevo cine
Este año ha sido una demostración del inmenso rango actoral de O’Connor. Desde su rol en La Chimera de Alice Rohrwacher hasta su participación en el próximo título de Rian Johnson, Wake Up Dead Man: A Knives Out Mystery, el actor despliega una versatilidad impactante. Sin embargo, The Mastermind se presenta como su trabajo más íntimo y personal.
“Creo que me identifico con la naturaleza maníaca de J.B. en ciertos momentos”, admite el actor. “Hasta cierto punto, puedo entender cómo puedes tomar la decisión equivocada y encontrarte metido hasta el fondo”.
Inspiración en un suceso real
La historia de The Mastermind encuentra su inspiración en un hecho real: el robo a plena luz del día del museo de arte de Worcester, Massachusetts, en la década de 1970. Reichardt, que además de dirigir escribió el guion en solitario por primera vez, comenzó a trabajar en la película tras descubrir la noticia durante el festival de Cannes en 2022.
Lejos de construir un thriller convencional, Reichardt utilizó el robo como punto de partida para una exploración más profunda de la psicología del personaje. Antes de cada escena, O’Connor tenía una frase ritual que murmuraba para entrar en personaje: “Esta es una muy buena idea.”
Una dirección que permite respirar a sus personajes
La escena más larga de la película no es el acto del robo, sino la de J.B. escondiendo los cuadros en una casa del árbol mientras se tambalea torpemente por una escalera. “Nuestros ojos están condicionados a ver un montaje rápido: el personaje sube una escalera, luego corte, ya está el cuadro puesto y él jadeando un poco”, explica O’Connor. “Pero si no vamos al cine para observar, no sé cuál es el sentido.”
Es esta dedicación al tempo real lo que distingue a The Mastermind como obra y a O’Connor como intérprete. La secuencia, que podría parecer banal, se transforma en un ensayo sobre la ansiedad, la culpa y la autojustificación.
El antihéroe como espejo de su época
J.B. no solo es hijo de un juez –lo que le otorga un sentido de derecho desmedido– sino que padece una crisis de identidad al no poder ser el proveedor principal del hogar. Para O’Connor, este conflicto resuena profundamente hoy en día: “Esos problemas de ego en la psique masculina siguen estando presentes.”
Y es que, como lo dice el propio actor: “Las cosas cambian a nuestro alrededor, pero en realidad, todos seguimos comportándonos más o menos igual.”
Similitudes y contrastes con otros roles
O’Connor ya interpretó a un ladrón de arte melancólico en La Chimera, pero según él, los personajes de Arthur (en aquel film) y J.B. son totalmente distintos. “Arthur busca su alma; J.B. es extremadamente egoísta y casi inútil.”
Ambos personajes reflejan una fascinación cinematográfica contemporánea por figuras rotas que, lejos de seguir moldes heroicos tradicionales, se revelan a través de contradicciones, fallos y vulnerabilidades. Para el espectador de hoy, más entrenado y exigente, estas complejidades son elementos valiosos, no fallas de carácter.
Una carrera que huye de los reflectores
Actualmente, O’Connor no solo tiene proyectos en puerta con Rian Johnson, sino que también trabaja en la próxima película de Steven Spielberg y empezó recientemente el rodaje de Jack of Spades de Joel Coen. Y, sin embargo, no parece deslumbrado por el ritmo de Hollywood.
Cuando se le pregunta qué busca hoy, responde con serenidad: “Tiempo. Tiempo con mi familia, mis amigos, y mi jardín. Suena tonto, pero mi jardín está ahí arriba en la lista.”
Este sentido de equilibrio personal podría ser la razón por la que O’Connor ha logrado entregar actuaciones tan afinadas, íntimas y reales. A diferencia de muchos, el actor no tuvo un “plan maestro” para construir su carrera. “Los últimos años no han sido una estrategia organizada”, confiesa. “He tenido mucha suerte de que cineastas como Kelly quieran trabajar conmigo.”
Un ladrón sin rumbo con mucho que decir
En última instancia, The Mastermind no es solo una película de atracos al estilo de Hollywood. Es una clase magistral de dirección contenida y de actuación matizada que aborda la identidad masculina, la alienación contemporánea, y la comedia —a veces trágica— de nuestras decisiones cotidianas.
Y en el centro de todo eso, está Josh O’Connor: un actor que parece más a gusto trepando una escalera en una casa del árbol que caminando por la alfombra roja. Y eso, precisamente, es lo que lo convierte en una de las presencias más auténticas del nuevo cine.