La caída planificada de Maduro: ¿verdad, estrategia o guerra psicológica?

Mientras crecen las tensiones entre Venezuela y EE. UU., surge un supuesto plan para la salida de Nicolás Maduro. ¿Es real o parte de una elaborada operación psicológica por parte de Washington?

Un plan inesperado: Maduro y su supuesta retirada en tres años

Según fuentes cercanas al gobierno de Estados Unidos, funcionarios del régimen de Nicolás Maduro habrían planteado una inusitada propuesta: el mandatario venezolano dejaría su cargo dentro de tres años para ceder el poder a su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, quien culminaría su mandato actual que se extiende hasta enero de 2031. No obstante, el gobierno de Donald Trump habría rechazado la propuesta de plano.

La razón principal de esta negativa: Washington continúa considerando ilegítimo el gobierno de Maduro, al que acusa, entre otras cosas, de ser un “narcoestado” y de haber manipulado las elecciones para mantenerse en el poder.

Una propuesta que genera dudas

La vicepresidenta Delcy Rodríguez respondió rápidamente tildando de «FAKE!!» el rumor a través de su cuenta de Telegram y aseguró que “el liderazgo venezolano está más unido que nunca”.

El anuncio se produjo en un momento crítico, con crecientes tensiones militares en el Caribe. Desde septiembre, Estados Unidos ha intensificado las operaciones armadas en la región, atacando varias embarcaciones supuestamente vinculadas con el narcotráfico y procedentes de Venezuela.

¿Estrategia o guerra psicológica?

El mismo presidente Trump llegó a admitir públicamente haber autorizado operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela, algo que no es habitual que un mandatario haga de forma tan directa. Muchos expertos sostienen que estas declaraciones buscan generar incertidumbre dentro del círculo íntimo del poder chavista.

Brian Fonseca, experto de la Universidad Internacional de Florida, explica que estas declaraciones forman parte de una operación psicológica (psyops) diseñada para causar fracturas internas en la élite militar y política venezolana: “El objetivo es sembrar el miedo y la duda, y ver si es posible que algunos aliados clave de Maduro den un paso al costado”.

Las sombras de la amenaza militar

La posibilidad de una intervención directa siempre ha estado sobre la mesa. La presencia de destructores Aegis guiados por misiles en aguas cercanas a Venezuela y las recientes incursiones contra embarcaciones no hacen más que acrecentar la sensación de peligro inminente que podría terminar en un conflicto armado.

Trump ha sido claro en su postura de “máxima presión”. Ya en 2020, el Departamento de Justicia de su administración presentó cargos contra Maduro por narcotráfico y ofreció una recompensa de hasta $50 millones por información que conduzca a su captura.

El factor Tren de Aragua

Una pieza clave en la campaña de presión del expresidente Trump ha sido la banda delictiva venezolana Tren de Aragua, a la que describe como parte de una estructura criminal al servicio del régimen. Inclusive llegó a insinuar que los primeros ataques a embarcaciones en el Caribe tenían como objetivo miembros de esta banda.

Sin embargo, hasta la fecha, las conexiones entre el Tren de Aragua y el alto gobierno venezolano siguen siendo objeto de debate y no se han presentado pruebas contundentes en público.

Dos golpes: aislamiento internacional y presión interna

La estrategia de Trump se posiciona sobre dos pilares: ahogar económica y diplomáticamente al régimen bolivariano, y crear tensiones internas que lleven a una escisión dentro del chavismo. Vanda Felbab-Brown, experta en seguridad y narcotráfico del Brookings Institution, refuerza esta idea: “Está más claro que nunca que el objetivo final es hacer colapsar el régimen por dentro”.

Esto coincide con esfuerzos anteriores del gobierno estadounidense por aislar a Venezuela del panorama económico internacional, imponer sanciones severas y fomentar alianzas diplomáticas con líderes opositores en América Latina y Europa.

El papel de Marco Rubio y Stephen Miller: el ‘núcleo duro’ de la presión

Dentro del círculo íntimo de Trump, figuras como Marco Rubio y Stephen Miller han liderado con fuerza las políticas más severas hacia Venezuela. Rubio, senador por Florida y de ascendencia cubana, ha sido uno de los más fervientes opositores del chavismo desde su época en el Capitolio. Miller, en cambio, ha trabajado desde la Casa Blanca para reforzar una narrativa que justifique ante la opinión pública estadounidense cualquier acción contundente contra Caracas.

No es la primera vez que Washington busca derrocar regímenes

Las intervenciones de EE. UU. en gobiernos extranjeros tienen una larga historia que se remonta a las primeras décadas del siglo XX. Desde las acciones en Irán (1953) hasta las intervenciones en América Latina durante la Guerra Fría –como en Chile, Nicaragua o El Salvador–, Washington ha optado por tácticas de presión directa e indirecta para influir en cambios de régimen.

El caso venezolano, aunque en siglo XXI, tiene resonancias similares: presión económica, aislamiento diplomático, infiltración de inteligencia, y propaganda estratégica como medio de desestabilización.

Maduro: ¿mandato legítimo o continuidad cuestionada?

Uno de los puntos más conflictivos es la presunta ilegitimidad del mandato actual de Nicolás Maduro. A pesar de haber sido juramentado para un tercer mandato, observadores internacionales han cuestionado la transparencia de las elecciones, y múltiples países han desconocido su victoria en las urnas.

La comunidad internacional, liderada especialmente por Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima, ha sostenido que las elecciones presidenciales celebradas en Venezuela en 2018 carecieron de las mínimas garantías democráticas. Este es el motivo por el cual Washington se rehúsa a aceptar cualquier plan de transición que no incluya elecciones libres e inmediatas.

¿Y si el plan de retiro es real?

En caso de que efectivamente existiera un plan para el retiro paulatino de Maduro, como el propuesto con Delcy Rodríguez como sucesora temporal, los detalles clave serían:

  • Maduro dimitiría dentro de tres años (aproximadamente en 2027).
  • Delcy Rodríguez asumiría el poder hasta enero de 2031.
  • Rodríguez no se postularía a la reelección.

Esto permitiría una salida controlada para el chavismo y podría mitigar riesgos de una confrontación abierta con Washington. Pero, sin validación internacional ni garantías de comicios libres, el plan difícilmente tendría aceptación de los actores relevantes fuera del país.

Washington y las opciones militares: ¿retórica vacía o planes en marcha?

Mientras algunos analistas sugieren que Trump solo usaba la amenaza de fuerza como un truco retórico más, otros señalan que el creciente número de operaciones en el Caribe y el despliegue de unidades navales sofisticadas son indicios de que un conflicto no puede descartarse del todo.

Desde el punto de vista geopolítico, una intervención militar directa sería sumamente riesgosa. América Latina ha dejado atrás las décadas donde las dictaduras eran moneda corriente, y una acción de esta magnitud podría generar consecuencias diplomáticas negativas para Estados Unidos.

¿Qué podría venir después?

La verdadera incógnita permanece: ¿es Maduro capaz de negociar su salida del poder? ¿Pretende prolongar su mandato indefinidamente como lo hizo su mentor Hugo Chávez? ¿O está simplemente ganando tiempo ante una presión internacional que no deja de aumentar?

Lo cierto es que el escenario venezolano continúa siendo un tablero de ajedrez complejo. Cada movimiento —real o fingido— tiene consecuencias inmediatas tanto en el plano interno como externo.

La pregunta que queda en el aire no es si caerá Maduro, sino cuándo y cómo. Y ante este panorama, la guerra de narrativas seguirá tan intensa como la propia lucha por el poder.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press