La guerra de desgaste energética: Ucrania bajo ataque y el juego político internacional

Mientras Rusia 'militariza el invierno', Zelenskyy busca respaldo crítico en EE.UU. para defender su red energética y romper el estancamiento bélico

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Un otoño helado y sombrío para Ucrania

La guerra en Ucrania ha entrado en una nueva fase, una guerra de desgaste centrada en la energía. Lo que comenzó como una invasión relámpago en febrero de 2022, se ha transformado en una estrategia de debilitamiento progresivo donde la red eléctrica ucraniana se ha convertido en uno de los principales blancos de Rusia.

Según confirmó el presidente Volodymyr Zelenskyy, más de 300 drones y 37 misiles fueron lanzados en un solo día durante una ofensiva nocturna reciente, afectando a ocho regiones del país, incluida la capital, Kyiv, y regiones clave como Poltava. Esas cifras revelan la magnitud de un conflicto que ya no solo se libra en las trincheras, sino también en la oscuridad helada de las ciudades ucranianas.

La estrategia rusa: “militarizar el invierno”

“Este otoño, los rusos aprovechan cada día para atacar nuestra infraestructura energética”, declaró Zelenskyy a través de Telegram. Y no es una acusación infundada. Desde que comenzó la invasión, Rusia ha apuntado consistentemente contra los sistemas eléctricos ucranianos. Según Ukrenergo, el operador nacional del sistema eléctrico, los ataques masivos con drones y misiles buscan desestabilizar la vida civil, dificultar la logística militar y aumentar la presión sobre el gobierno de Kyiv.

Esta táctica ya tiene nombre entre los analistas: “weaponizing winter”, es decir, usar el invierno como un arma. A medida que bajan las temperaturas, cualquier daño a la red eléctrica en medio del crudo invierno puede tener consecuencias catastróficas. Este tipo de ataque busca sembrar desesperación entre la población y socavar la moral tanto en el frente como en la retaguardia.

Por qué el sistema energético es crítico

La red energética de Ucrania no solo provee electricidad a hogares y hospitales, sino también a fábricas, sistemas ferroviarios, centros logísticos y redes militares cruciales. Vladimir Putin sabe perfectamente que debilitar el suministro eléctrico aumenta el costo humano y económico de la resistencia ucraniana.

Un ataque reciente obligó a DTEK, la mayor empresa energética privada de Ucrania, a detener sus operaciones de extracción de gas natural en Poltava. Estos ataques reiterados sobre el mismo objetivo, lo que los ucranianos denominan ataques “doble golpe”, pretenden alcanzar tanto la infraestructura como los equipos de emergencia que acuden a repararla.

¿Tiene Zelenskyy lo que necesita para defender su espacio aéreo?

Pese a haber contenido a uno de los ejércitos más grandes del mundo por más de tres años, Ucrania aún enfrenta serias limitaciones en su defensa aérea, sobre todo considerando su enorme extensión territorial. Con cerca de 600 millas de línea de frente activa, cubrir al mismo tiempo Kyiv, Odesa, Donetsk y otras regiones es un desafío monumental.

Por ello, Zelenskyy ha empleado buena parte de su esfuerzo diplomático en fortalecer sus sistemas defensivos. Esta semana, el mandatario ucraniano viajó a Washington para reunirse con el presidente Donald Trump. Entre sus principales pedidos están los sistemas de defensa aérea estadounidenses, misiles de largo alcance y acuerdos bilaterales para la coproducción de drones.

EE.UU., Tomahawks y la política de la contención

Uno de los puntos más delicados en el tablero geopolítico actual es el uso de armamento de largo alcance. Zelenskyy y su gabinete han pedido insistentemente misiles de crucero como los famosos Tomahawk, que podrían cambiar el curso del conflicto al permitir que Ucrania golpee objetivos estratégicos dentro del territorio ruso.

Pero Washington ha mostrado cautela. Incluso el Pentágono teme que entregar tales armas a Ucrania pueda ser percibido por Moscú como una escalada directa, comprometiendo la frágil contención entre las potencias nucleares. Sin embargo, recientemente el Secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, señaló que si Rusia sigue bloqueando negociaciones de paz, “Estados Unidos tomará las medidas necesarias para imponer costos”.

Estas declaraciones marcan un cambio de tono que puede abrir la puerta a una mayor intervención militar indirecta por parte de EE.UU., especialmente si se mantiene la presión del Congreso y la opinión pública en favor de Ucrania.

El factor Modi: petróleo, economía y presión a Putin

En un giro inesperado, Trump también afirmó que el primer ministro indio, Narendra Modi, le prometió dejar de comprar petróleo a Rusia. Si esto se concreta, significaría un golpe financiero importante para el Kremlin, que ha sostenido su máquina de guerra en parte gracias a las exportaciones energéticas a mercados emergentes como India y China.

Solo en 2023, Rusia exportó más de 1.7 millones de barriles diarios de crudo a India, según la Agencia Internacional de Energía. Que Nueva Delhi se alinee con Occidente para recortar ese flujo sería un importante viraje geopolítico, aunque todavía no hay confirmación oficial desde el gobierno indio.

Ucrania en medio del ajedrez mundial

Aunque los frentes de lucha se ubican en Europa Oriental, las decisiones claves se están tomando en Bruselas, Washington, Nueva Delhi e incluso Pekín. Ucrania es hoy un tablero donde se enfrentan los intereses energéticos globales, la hegemonía militar y la narrativa internacional del derecho a la soberanía frente a la expansión autoritaria.

Mientras Zelenskyy intenta garantizar asistencia sostenida desde Washington, Rusia juega al desgaste, esperando que Occidente se canse o se divida. No es una estrategia nueva: ya la utilizó en conflictos como Siria o Georgia, donde el tiempo fue el mejor aliado del Kremlin.

¿Qué sigue?

La pregunta inmediata es hasta cuándo podrá Ucrania resistir sin acceso confiable a electricidad, calefacción y sin escudos antiaéreos totalizantes. Pero más importante aún: ¿logrará Washington tomar una posición firme y sostenida más allá de comunicados y promesas?

Como bien dijo The Economist en un análisis reciente, “Los inviernos en Ucrania no solo prueban la resistencia de sus ciudadanos, también miden el compromiso real de sus aliados en Occidente”.

Lo que está en juego supera con creces las fronteras europeas. La forma en que el mundo actúe frente a la agresión energética rusa sentará un precedente clave para futuros conflictos globales, desde Asia Central hasta el Indo-Pacífico.

Y mientras eso sucede, millones de ucranianos volverán a enfrentar noches frías sin electricidad, sin calefacción y con el zumbido constante de drones sobrevolando el cielo. Ellos no necesitan discursos. Necesitan defensas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press