La guerra silenciosa en el Partido Republicano: Trump, lealtades fallidas y el nuevo mapa político en Georgia y Alabama

Las recientes primarias en Georgia y Alabama exponen una fractura cada vez más evidente entre el establishment conservador y el ala trumpista. ¿Está perdiendo Donald Trump su influencia real en las urnas?

Trump vs. el establishment: ¿quién manda realmente en el Partido Republicano?

Las últimas primarias del Partido Republicano en los estados de Georgia y Alabama no solo definieron nuevos candidatos para el Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU., sino que también dejaron al descubierto un fenómeno cada vez más evidente: Donald Trump ya no es el rey indiscutido del GOP.

Mientras que en Alabama consiguió una victoria de último minuto con su apoyo a Katie Britt, en Georgia su mala racha continuó, acumulando derrotas incluso entre sus acólitos más leales. ¿Estamos presenciando el principio del fin de su control sobre el partido? A continuación, un análisis en profundidad de los movimientos políticos recientes y lo que implican para las elecciones de medio término y el 2024.

Alabama: La victoria de Britt, una jugada pragmática de Trump

En Alabama, Katie Britt emergió como la ganadora en la segunda vuelta para ocupar el puesto del senador retirado Richard Shelby. Britt, quien fuera jefa de personal de Shelby, representaba claramente al ala más institucional del partido. Sorprendentemente, fue respaldada por Trump en los días finales de la campaña, tras haber retirado su apoyo inicial a Mo Brooks.

Brooks, conocido por su ferviente defensa de las teorías conspirativas sobre el fraude electoral de 2020 y su participación en la manifestación del 6 de enero, fue durante años un aliado leal de Trump. Sin embargo, cuando sugirió que era momento de mirar hacia el futuro político y dejar atrás la elección presidencial, cayó en desgracia ante el expresidente.

“Estamos enviando a Washington, D.C., lo contrario a lo que necesitamos en el Senado de EE.UU. Pero los votantes han hablado, aunque no hayan hablado sabiamente”,
— Mo Brooks, en su discurso de concesión.

Este episodio deja claro que la lealtad a Trump es unidireccional. Para él, lo más importante es ganar. Si eso implica abandonar a un aliado de años, lo hará sin titubear.

Georgia: El experimento MAGA estalla en la cara de Trump

Georgia es una espina clavada para Trump. Perdió allí en 2020 por un estrecho margen, intentó revertir los resultados presionando a funcionarios como el gobernador Brian Kemp y el secretario de Estado Brad Raffensperger... y fracasó. Luego, intentó vengarse impulsando rivales leales. Pero una vez más, la maquinaria republicana del estado lo derrotó.

En el distrito 10 de Georgia, su respaldo a Vernon Jones —exdemócrata y figura polémica acusada de múltiples escándalos— no logró evitar que el empresario Mike Collins obtuviera una victoria rotunda. Lo mismo ocurrió en otro distrito cercano, donde Jake Evans, también respaldado por Trump, perdió frente al médico Rich McCormick.

La figura controvertida de Vernon Jones

Jones es un personaje que fascina y polariza. Afroamericano, extrovertido hasta la polémica, y autoproclamado como “el Donald Trump negro”, cambió de partido en 2020 argumentando que había “salido de la plantación” y abrazado el conservadurismo. Pero trae consigo un pesado equipaje político:

  • Una acusación de violación en 2004, desestimada porque la víctima no quiso seguir con el caso.
  • Administraciones plagadas de favoritismos y contrataciones cuestionables durante su tiempo como CEO del condado de DeKalb.
  • Un historial de derrotas electorales tras cambiar de partido.

Collins, por su parte, aprovechó esos elementos para presentar a Jones como un fraude político con pasado oscuro. Incluso entregó silbatos de violación como parte de su campaña, una técnica controversial que mantuvo el tema presente en el electorado.

“Vernon Jones es un farsante”,
— Mike Collins, en debate organizado por Atlanta Press Club.

Un nuevo equilibrio en el GOP: Trumpismo vs. republicanos clásicos

Desde gobernador hasta senadores, muchos republicanos tradicionales han aprendido a sobrevivir sin rendirse a Trump. Brian Kemp, por ejemplo, derrotó a David Perdue, candidato impuesto por Trump, con una diferencia aplastante. Luego, apoyó a Collins como un acto público de reafirmación del poder del establishment.

En Georgia, la base del partido parece estar agotada del drama constante y empieza a valorar la experiencia y estabilidad. De hecho, los seis candidatos eliminados en la primera vuelta del distrito 10 terminaron apoyando a Collins. Incluso algunos sectores pro-Trump están reconociendo que hay vida política más allá del expresidente.

¿Está en declive la influencia de Trump?

Aunque Trump conserva una base fuerte y fiel, estos episodios revelan grietas en su poder. Su respaldo electoral ya no es sinónimo de victoria: basta con mencionar que sus candidatos han sufrido derrotas en múltiples distritos clave. Sumado a sus procesos judiciales y escándalos pasados, el aura de invencibilidad empieza a desvanecerse.

Hay quienes ya lo notan. En palabras de un votante local de McDonough, Georgia:

“Estoy con Trump, pero estoy cansado del circo. Quiero alguien que haga el trabajo, no que persiga fantasmas.”

Washington D.C. da una señal a los progresistas

Por otro lado, en la capital estadounidense, la moderada Muriel Bowser ganó su reelección con claridad frente a rivales progresistas que la atacaron por su política de seguridad. En un contexto donde los crímenes violentos han ido en aumento desde 2018, los votantes optaron por su discurso de orden y su resistencia a las propuestas radicales de “desfinanciar a la policía”.

Solo en 2021, Washington registró 227 homicidios, el número más alto desde 2003. A pesar de críticas por parte de activistas, Bowser defendió el incremento presupuestario para contratar más policías y reemplazó al antiguo jefe policial por uno más joven y afroamericano, en un intento por equilibrar cambios y estabilidad.

El 2024 se cocina desde ahora

Estos resultados brindan señales claras: aunque Trump mantiene un peso simbólico importante, su influencia práctica está en declive en varios frentes clave. Los votantes republicanos en estados estratégicos están comenzando a desmarcarse, y la vieja guardia del GOP retoma protagonismo.

Aún es temprano para declarar la muerte del “trumpismo”, pero hay indicios de una inminente transformación. La guerra por el alma del Partido Republicano ya empezó, y los campos están claros: entre la lealtad ciega a una figura polarizante y la apuesta por un conservadurismo tradicional y pragmático.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press