La revolución Gen Z en Perú: orgullo, indignación y un país al borde del abismo

Miles de jóvenes toman las calles de Lima para exigir el fin de la corrupción, mejores oportunidades y justicia por el asesinato del rapero Eduardo Ruíz

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El despertar de una generación inconforme

Perú nuevamente se ve sacudido por una ola de protestas, pero esta vez la chispa no la encendieron partidos tradicionales ni figuras políticas, sino una generación joven, digital y profundamente desencantada: la Generación Z. Lo que comenzó como una protesta por mejores pensiones y salarios se ha transformado en un movimiento social de amplias dimensiones, que exige la renuncia de líderes políticos cuestionados y un alto a la corrupción crónica que corroe al país desde hace décadas.

Un nombre que simboliza una lucha: Eduardo Ruíz

El asesinato del joven rapero y manifestante Eduardo Ruíz, de 32 años, marcó un punto sin retorno en la lucha de esta nueva generación. Ruíz no solo era una voz en el movimiento musical urbano de Lima, sino también una figura inspiradora para miles de jóvenes. Su muerte, causada por un disparo en plena manifestación, ha sido catalogada como una posible violación grave de derechos humanos por parte de la Fiscalía peruana, que ya inició una investigación para esclarecer los hechos.

Videos de cámaras de seguridad y medios locales muestran cómo Ruíz colapsó tras recibir un disparo de un hombre que huía de los manifestantes, acusado de ser un agente infiltrado de la policía. Lo sucedido ha agravado la desconfianza hacia las fuerzas del orden y ha reforzado la percepción de que el Estado está dispuesto a reprimir brutalmente a su población más joven.

La generación del 'One Piece': símbolos de resistencia global

Durante las protestas, ha surgido un curioso símbolo de resistencia: banderas negras con la calavera de paja del anime “One Piece”. Esta imagen ha sido vista también en manifestaciones en países como Nepal, Filipinas, Indonesia, Kenia y Marruecos, convirtiéndose en un emblema de la revolución generacional.

“Esta generación está profundamente conectada, no solo por las redes sociales, sino por ideales compartidos. Reclaman participación, transparencia y justicia”, señala Omar Coronel, sociólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Un país con siete presidentes en una década

La inestabilidad política en Perú no tiene precedentes en la región. Desde 2016, el país ha tenido siete presidentes, la mayoría involucrados en escándalos de corrupción y abuso de poder. La reciente destitución de Dina Boluarte por el Congreso —tras una represión violenta de protestas en 2022 donde murieron más de 50 personas— dio paso al ascenso de José Jerí, ex presidente del Congreso y actual mandatario interino.

La reacción fue inmediata: protestas masivas exigiendo su renuncia, críticas a su gabinete ultraconservador encabezado por Ernesto Álvarez y consignas como “El violador eres tú, Jerí”, en alusión a una denuncia por violación en su contra, luego archivada, pero que aún resuena entre los manifestantes.

Cifras de una noche de violencia

  • 1 muerto: Eduardo Ruíz, rapero y activista.
  • 100 heridos: entre ellos 80 policías y 10 periodistas.
  • 24 protestantes lesionados directamente por confrontaciones con la policía.
  • 6 periodistas alcanzados por balines y 4 agredidos físicamente.

Estas cifras fueron confirmadas por la Defensoría del Pueblo y la Asociación Nacional de Periodistas del Perú.

El poder cuestionado de Jerí

José Jerí representa, para muchos jóvenes, el símbolo de lo que está mal con la política peruana. Aunque se promueve como una figura reformadora, como legislador apoyó al menos seis leyes que, según expertos, debilitan la lucha contra el crimen organizado. Por ello, los jóvenes exigen no solo su renuncia, sino también la derogación inmediata de dichas leyes.

Ernesto Álvarez, el nuevo primer ministro, desestima las protestas asegurando que los jóvenes son una “banda que quiere tomar la democracia por asalto”, una declaración que no ha hecho más que avivar la indignación.

TikTok: el nuevo medio de convocatoria masiva

Los manifestantes no necesitan partidos políticos ni medios tradicionales. La mayoría se organizó a través de plataformas como TikTok, Instagram y WhatsApp. David Tafur, un electricista de 27 años, aseguró: “Vi el llamado en TikTok y decidí salir. Estamos luchando contra los corruptos, que aquí además son asesinos”.

Una rabia alimentada por la historia

Desde el escándalo de Alberto Fujimori en la década de 1990 hasta la caída de Pedro Castillo, pasando por Ollanta Humala, Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra, Perú ha vivido bajo una sucesión de gobiernos inestables y corrompidos. Hoy, esa historia alcanza su punto de ebullición con una generación que ha crecido viendo fracasar a sus líderes.

“Para mí, esto es por la indignación acumulada: abuso de poder, corrupción, asesinatos”, resume Tafur. Y no está solo.

Represión y resistencia

Durante las manifestaciones, la policía respondió con gas lacrimógeno y balas de goma ante fuegos artificiales lanzados por los manifestantes. Las imágenes, ampliamente difundidas en redes sociales, muestran escenas similares a las que se vivieron en 2022, cuando el gobierno de Dina Boluarte fue duramente criticado por la ONU por el uso desproporcionado de la fuerza.

Una pancarta decía: “Protestar es un derecho, matar es un crimen”, mientras otra señalaba: “De una asesina a un violador, la misma porquería”. En ambas se resume el sentir colectivo de un pueblo que ya no cree en sus dirigentes.

La protesta como llamada global

Perú no está solo en esto. Las manifestaciones juveniles que sacuden diversas partes del mundo comparten causas comunes: corrupción, violencia estatal, desempleo, desigualdad y un sentimiento de abandono por parte de las estructuras del poder. El uso de símbolos globales y plataformas digitales ha permitido que estas luchas se vuelvan virales y compartidas entre distintos pueblos.

Como indica el politólogo Alberto Vergara: “La gran ruptura con el orden republicano de hoy es que los jóvenes ya no creen que la política institucional sea el camino. Se han dado cuenta de que la democracia ha sido capturada por intereses que no los representan”.

¿Qué sigue para Perú?

El caso de Perú es un espejo para América Latina y otras regiones donde los jóvenes comienzan a jugar un papel protagónico en las calles, más allá de las urnas. Aunque aún no tienen una agenda orgánica, ni líderes visibles consolidados, su fuerza reside en su número, su brújula ética y su capacidad de estar interconectados globalmente.

Mientras la justicia explora el caso Eduardo Ruíz y la presión social sobre Jerí aumenta, el país entero se pregunta: ¿logrará esta generación lo que otras no pudieron, o será víctima de la misma represión e indiferencia que ha marcado nuestra historia reciente?

Lo que sí está claro es que el Perú ha cambiado. Y los jóvenes están cansados de sufrir en silencio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press