Misiles, política y escándalos: el rompecabezas de la seguridad y la ética en Estados Unidos

La entrega de Tomahawks a Ucrania, la ética entre senadores y el ascenso de una figura con ojos en 2028, todo bajo la lupa

Estados Unidos, Ucrania y los Tomahawk: ¿una solución efectiva o un gesto simbólico?

Los misiles de crucero Tomahawk han sido durante décadas una pieza clave en el arsenal de Estados Unidos. Diseñados en los años 80, estos misiles subsónicos han ganado fama por su capacidad de volar a ras de suelo—alrededor de 30 metros sobre el terreno—y su impresionante rango de alcance de hasta 1.600 kilómetros (1.000 millas). Gracias a sus sistemas de guía avanzada, siguen siendo un arma de precisión valorada en conflictos contemporáneos.

El ex presidente Donald Trump ha insinuado recientemente la posibilidad de suministrar misiles Tomahawk a Ucrania en medio del prolongado conflicto con Rusia. Esta propuesta ha generado una intensa discusión tanto dentro del Pentágono como entre analistas internacionales.

Un misil efectivo con logística cuestionable

Aunque tecnológicamente impresionantes, los Tomahawk presentan un inconveniente clave: requieren plataformas específicas de lanzamiento, como buques o submarinos. Ucrania, cuyo poder naval es prácticamente inexistente, no dispone del equipo necesario para desplegar estos misiles desde el mar.

Si bien existe en desarrollo un programa del ejército estadounidense para lanzar Tomahawks desde plataformas terrestres, una fuente del Pentágono declaró que esa capacidad está lejos de estar lista incluso para las propias fuerzas estadounidenses.

Además, la producción de nuevos misiles ha disminuido notablemente. En 2023, la Armada y el Cuerpo de Marines solo adquirieron 68 misiles nuevos. En el año posterior, no se registraron nuevos pedidos por parte de la Armada y los Marines solo adquirieron 22 unidades. Estas cifras contrastan con el uso intensivo del arma en recientes operaciones contra grupos Houthi en Yemen, donde el Grupo de Ataque del portaaviones Eisenhower disparó 135 Tomahawks.

Trump, Ucrania y la geopolítica del armamento

En el contexto actual, la posible transferencia de Tomahawks a Ucrania resalta más como un movimiento político que como una solución efectiva. Rusia, que ya ha desarrollado defensas sofisticadas contra misiles, podría adaptarse rápidamente al perfil de vuelo bajo del Tomahawk. Aunque su precisión sería útil contra objetivos estratégicos, la efectividad total estaría limitada por medios logísticos y tecnológicos.

De acuerdo con The Heritage Foundation, en 2023 la Marina de Estados Unidos tenía alrededor de 4.000 misiles Tomahawk, aunque este número probablemente ha disminuido debido a acciones militares recientes. Incluso si se dedican algunos cientos a Ucrania, ¿en qué condiciones los lanzaría ese país? ¿Cómo evitar que caigan en manos equivocadas?

El laberinto ético del Senado: el caso Capito

Mientras la cuestión de armas define la política internacional de EE.UU., a nivel doméstico otra historia genera debate: la confirmación de Moore Capito, hijo de la senadora Shelley Moore Capito (R-W.Va.), como Fiscal Federal del Sur de Virginia Occidental, en un voto 51-47 en el Senado.

El hecho de que la senadora votara a favor de su propio hijo avivó acusaciones de nepotismo, particularmente por parte del Partido Demócrata de Virginia Occidental, que ya había expresado su preocupación cuando fue nominado por la administración Trump.

“Los habitantes de Virginia Occidental son afortunados de contar con dos individuos con un historial probado de integridad y servicio público”, dijo la senadora Capito en un comunicado, evitando mencionar que uno de ellos es su hijo.

La organización Citizens for Responsibility and Ethics in Washington (CREW) lanzó una dura crítica: “Este patrón muestra una falta de respeto por las normas éticas y un escaso interés por la percepción pública de cómo los actos oficiales de un senador podrían beneficiar indebidamente a su familia”.

Lo legal no siempre es lo ético

Aunque las normas del Senado no prohíben votar para confirmar a un familiar, sí impiden el uso del cargo para obtener beneficios financieros para ellos. ¿Votar por la confirmación de un hijo representa un conflicto de intereses?

Precedentes no faltan: Mitch McConnell votó “presente” cuando su esposa Elaine Chao fue confirmada como secretaria de Transporte. Otros, como el actual líder de la mayoría, John Thune, han votado a favor de sus yernos.

La postura oficial del equipo de Capito es clara: “La ética es clara en este voto. La senadora Capito ha seguido y seguirá cumpliendo los estándares éticos”, dijo su portavoz Kelley Moore.

JB Pritzker en el centro del huracán político (y de la fortuna)

En otro rincón del espectro político, JB Pritzker, gobernador de Illinois y heredero de la cadena de hoteles Hyatt, fue noticia por un motivo poco común: ganancias por $1.4 millones en una partida de blackjack durante unas vacaciones en Las Vegas.

“Tuve muchísima suerte”, dijo entre risas Pritzker, quien reportó el ingreso en su declaración fiscal de 2024. El gobernador, cuyo patrimonio neto ronda los $3.9 mil millones según Forbes, aseguró que planeaba donar esas ganancias a organizaciones benéficas, aunque no especificó a cuáles ni cuándo.

No es la primera vez que combina riqueza y filantropía. Su evento de caridad, Chicago Poker Challenge, ha generado millones de dólares para el Holocaust Museum and Education Center. En cuanto a la política, aunque evita dar pistas concretas, muchos lo ven como una figura presidencial potencial para 2028.

Pritzker también ha sido un opositor vocal de las políticas de inmigración de Trump y recientemente ha chocado con la Casa Blanca por su resistencia al despliegue de la Guardia Nacional en Chicago.

Los dilemas de confianza y transparencia en la política estadounidense

Los casos mencionados ilustran un problema más profundo: la erosión de la confianza pública en sus instituciones. Ya sea por el uso indiscriminado de armas sofisticadas sin un plan claro, las aparentes incongruencias éticas de los líderes en el Senado, o las hazañas monetarias de políticos multimillonarios, la percepción pública sigue perdiendo terreno.

Según una encuesta de Pew Research en 2023, solo un 20% de los estadounidenses confía en el gobierno federal “la mayor parte del tiempo”. Estas cifras se desploman aún más cuando se preguntan sobre el Congreso específicamente.

Tal vez no sea casualidad que temas como la transferencia de armamento a zonas de guerra o el nepotismo político desencadenen controversias tan intensas. En una democracia como la estadounidense, donde las instituciones mantienen su legitimidad en gran medida por la percepción de justicia y transparencia, pequeños actos simbólicos pueden tener efectos tremendos.

Mientras los Tomahawks vuelan sobre Yemen y suenan las cartas en Las Vegas, los valores que deberían regir la política de Estados Unidos siguen en juego.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press