PEPFAR y el conflicto diplomático entre EE.UU. y Sudáfrica: ¿cooperación sanitaria o geopolítica encubierta?

Tras la reanudación temporal del financiamiento al VIH por parte de EE.UU., Sudáfrica navega entre el alivio sanitario y las tensiones diplomáticas con Washington

Una relación de décadas con logros sanitarios históricos

Desde su lanzamiento en 2003 bajo el mandato del entonces presidente George W. Bush, el Presidential Emergency Plan for AIDS Relief (PEPFAR) ha sido una de las iniciativas sanitarias más significativas en la lucha contra el VIH/Sida a nivel global. Con un presupuesto acumulado de más de 100 mil millones de dólares, el programa ha salvado, según cifras oficiales del Departamento de Estado de EE.UU., más de 25 millones de vidas en todo el mundo.

Uno de los mayores beneficiarios de PEPFAR ha sido Sudáfrica, el país con la mayor población de personas con VIH del mundo, estimada en más de 7.8 millones en 2023. Estados Unidos, a través de PEPFAR, llegó a aportar más de 400 millones de dólares al año en financiamiento a Sudáfrica, contribuyendo aproximadamente al 17% del gasto total en programas de VIH, desde campañas de prevención hasta el tratamiento con antirretrovirales.

El colapso temporal del apoyo: cuando la política se vuelve personal

Sin embargo, la histórica colaboración se ha tensado dramáticamente en los últimos años. En enero de 2025, el presidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva que suspendía toda la financiación de ayuda extranjera a Sudáfrica, incluyendo el mismo PEPFAR, como represalia a una serie de desencuentros diplomáticos.

Entre los puntos más conflictivos destacan:

  • La postura crítica del gobierno sudafricano sobre el conflicto Israel-Hamas, incluyendo la presentación de una demanda contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia por genocidio.
  • Acusaciones infundadas de Trump contra el gobierno sudafricano por presunta persecución a los afrikaners blancos, las cuales no han sido respaldadas por organismos internacionales.
  • La expulsión del embajador sudafricano en EE.UU., Ebrahim Rasool, luego de criticar abiertamente al gobierno de Trump.

Estas medidas provocaron efectos devastadores en el sistema de salud pública de Sudáfrica. Más de 8,000 trabajadores de la salud perdieron su empleo y 12 centros especializados en VIH cerraron sus puertas tras la congelación del financiamiento.

El plan puente: una solución temporal y agridulce

El pasado jueves, el gabinete sudafricano confirmó que Washington había aprobado un plan puente de 115 millones de dólares para prolongar la financiación hasta marzo de 2026. La ministra Khumbudzo Ntshavheni lo calificó como "una señal de relaciones bilaterales saludables", aunque resaltó preocupaciones clave.

Es una confirmación de que cuando nos quejamos, se nos escucha y se encuentran soluciones amistosas”, declaró Ntshavheni. Sin embargo, el Ministro de Salud sudafricano, Aaron Motsoaledi, advirtió que este plan forma parte de una estrategia de retiro gradual de PEPFAR. Estados Unidos estaría otorgando periodos de transición que varían de acuerdo al país, pero eventualmente concluiría la financiación en un plazo de cinco años.

Ese plan aún está en desarrollo, pero podríamos estar frente al principio del fin”, señaló Motsoaledi.

Un precedente preocupante para la salud global

Expertos en salud pública han manifestado su alarma ante esta posible retirada. Según ONUSIDA, Sudáfrica es un país clave para alcanzar los objetivos de erradicación del VIH/Sida en África. Cortar el apoyo en este momento crítico podría revertir años de avances y generar una nueva ola de infecciones que se propague sin control.

Además, organizaciones como Médicos Sin Fronteras y Amnistía Internacional han señalado que la utilización de programas sanitarios como PEPFAR como fichas de negociación diplomática viola los principios humanitarios fundamentales.

“La salud pública no debe ser rehén de la geopolítica”, advierte Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelanda y copresidenta de la Comisión Independiente sobre Pandemias. “La amenaza de suspender programas como PEPFAR por disputas políticas sienta un precedente riesgoso para la cooperación global en salud.”

El impacto humano: más allá de cifras y diplomacia

La suspensión inicial de PEPFAR no solo mermó el sistema de salud pública, sino que también afectó emocional y físicamente a miles de sudafricanos. Thabile M., una madre de 32 años que vive con VIH en KwaZulu-Natal, lo explica con angustia:

Cuando cerraron mi clínica, tuve que viajar 35 kilómetros para obtener mis pastillas. A veces no tenía dinero para el transporte y simplemente no iba. Temía que mi virus se volviera resistente”.

Historias como la de Thabile se repitieron en toda Sudáfrica, particularmente en zonas rurales donde los centros comunitarios dirigidos por ONGs –financiadas con fondos de PEPFAR– constituían el único acceso confiable a atención médica especializada.

¿Qué viene ahora? Decisiones difíciles y caminos inciertos

La aprobación temporal del plan puente ha sido un alivio parcial. No obstante, Sudáfrica enfrenta grandes desafíos para mantener la sostenibilidad de su programa contra el VIH sin depender exclusivamente de la ayuda externa.

Algunas de las posibles estrategias incluyen:

  • Incrementar el financiamiento interno a través de impuestos a productos nocivos como el tabaco y el alcohol (modelo similar al usado en Filipinas).
  • Fortalecer alianzas con países europeos y asiáticos que deseen compensar la retirada de EE.UU., como Alemania, Suecia o Corea del Sur.
  • Desarrollar una industria nacional de medicamentos genéricos antirretrovirales, reduciendo costos de adquisición.

PEPFAR, ¿cooperación humanitaria o política de poder disfrazada?

La crisis reciente lanza una pregunta incómoda pero necesaria: ¿pueden los esfuerzos de salud pública estar realmente aislados de la política? En el caso de PEPFAR, ha quedado claro que no. A pesar de dos décadas salvando vidas, el programa quedó vulnerable ante los vaivenes diplomáticos y las decisiones de un solo líder mundial.

Muchos analistas consideran que esta situación acelera una tendencia más amplia: el declive de la hegemonía estadounidense en la cooperación internacional. Algunos países africanos ya exploran alternativas en socios como China o India, aunque aún no hay programas con el alcance ni la infraestructura comparable a PEPFAR.

Lo que está en juego no es solo una cifra de millones de dólares. Es el destino de millones de personas que dependen de tratamientos diarios para sobrevivir. La salud, como derecho humano, no debería depender del humor del ocupante de la Casa Blanca.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press