Carpas, Navidad y una Tradición Centenaria: El Ritual Pesquero que une a los Checos
La captura tradicional de carpas en el estanque de Rožmberk es más que pesca: es un símbolo de identidad, fortuna y espíritu navideño en la República Checa
En el corazón del sur de la República Checa, más precisamente cerca de la pintoresca ciudad de Trebon, se produce cada octubre una escena digna de una pintura antigua: decenas de pescadores se adentran en el agua helada, vestidos con trajes impermeables verde oscuro, redes en mano, listos para dar inicio a una práctica que lleva siglos repitiéndose. Hablamos del despesque tradicional del estanque Rožmberk, el más grande del país y pieza central de una red hidráulica tan sofisticada como ancestral.
Una joya de ingeniería del siglo XVI
Con una extensión de 647 hectáreas (1.600 acres), el estanque Rožmberk es el eje de un sistema de más de 500 estanques interconectados mediante canales artificiales diseñados en el siglo XVI. Esta red no solo nutre y protege a los peces, sino que también actúa como defensa crucial frente a inundaciones. En la era moderna, el ingenio de esta obra hidrológica impresiona tanto como su belleza paisajística.
La idea original surgió en tiempos renacentistas con el propósito de proveer alimento, desarrollar una actividad económica sostenible y gestionar inteligentemente el agua. Fue supervisada por Jakub Krčín de Jelčany, un ingeniero hidráulico considerado un genio de su época. Más de 400 años después, su legado sigue generando frutos... o mejor dicho, peces.
La carpa: reina de la mesa checa
En esta jornada anual, se espera obtener alrededor de 100 toneladas métricas de pescado, de las cuales el 90% son carpas (Cyprinus carpio). El resto incluye especies como lucio, siluro, lucioperca, amur y tenca. Pero es la carpa la que acapara la atención del público y el paladar de la nación.
En República Checa, la cena navideña tradicional gira en torno a este animal acuático. La preparación más habitual consiste en freír la carpa empanizada, acompañada de ensalada de papa y sopa de pescado. Pero lo que realmente destaca es el simbolismo: se cree que guardar una escama de carpa en la billetera atrae la buena fortuna para el próximo año.
“No puedes imaginar la Navidad sin carpa, es como quitarle el pino al 24 de diciembre”, comenta Jana Nováková, originaria de Brno y visitante recurrente a la pesca de Rožmberk.
Una experiencia colmada de tradición y ambiente
Más que una pesca, la jornada es una fiesta para los sentidos. Miles de personas se congregan en las orillas: familias, turistas, escolares y amantes de la cultura. Se sirven platillos típicos del momento —incluidas porciones frescas de carpa frita—, se venden recuerdos artesanales y muchos esperan por ver el momento clave: cuando los pescadores, desde horas impías de la madrugada, van cerrando el cerco dentro del agua hasta arrastrar lentamente las capturas hacia las redes.
“Es como presenciar un ballet acuático”, dice el fotógrafo local Karel Pokorný. “Hay un ritmo, un conocimiento mutuo entre hombres y naturaleza que no cambia desde hace siglos.”
El ritual culmina con la clasificación y venta directa del pescado vivo, una práctica que ofrece la frescura que todo checo exige para su cena navideña. Los peces son cuidadosamente colocados en cubas con oxígeno y vendidos en mercados por todo el país, sobre todo en diciembre.
¿Malentendida en otros lugares?
La carpa no goza de la misma fama en todas partes. En países como Estados Unidos o el Reino Unido, es vista más como una plaga invasiva o una especie de poco valor culinario. Esta percepción ha influido en su marginalidad en gastronomías internacionales. Sin embargo, en Europa Central —especialmente en países como Polonia, Eslovaquia y República Checa— la carpa es un símbolo navideño por excelencia.
“Es un pez que, bien preparado, tiene un sabor profundo, con una textura tierna y un aroma único. La mala fama seguramente viene de la falta de cuidado en el procesamiento”, explica el chef checo Radek Kašpárek.
Incluso algunos documentales locales promueven una “reivindicación de la carpa”, destacando nuevas técnicas de cocina: sashimi, ceviche, ahumada y hasta ensayos con preparaciones en curry o al horno estilo mediterráneo.
Una fiesta ecológica y sostenible
Además de nutritivo, el sistema de piscicultura en estanques como Rožmberk es uno de los más sostenibles del continente. No requiere alimentos químicos, se basa en el equilibrio natural existente dentro del mismo ecosistema, y las aguas se enriquecen de forma orgánica gracias al constante flujo en los canales.
“Los peces crecen en un entorno semisalvaje, con mínima intervención humana”, explicó Libor Kovář, experto en ecosistemas de agua dulce. “Esto no solo garantiza calidad, sino permite una explotación regenerativa año tras año.”
Turismo, identidad y un invierno que comienza allí
La atracción en torno al Rožmberk no es meramente culinaria o tradicional: también se trata de turismo e identidad nacional. Cada octubre, decenas de autobuses llegan cargados de visitantes para presenciar el evento, justo cuando el otoño acaricia los paisajes con tonos dorados y rojizos. Para muchos, este momento marca el comienzo no oficial del invierno.
- Los hoteles en Trebon alcanzan el 95% de ocupación.
- La actividad genera unos ingresos locales de más de 4 millones de coronas checas (alrededor de 170.000 USD) en apenas una semana.
- Grupos escolares acuden para aprender sobre historia, biología acuática y tradiciones culturales.
La sinergia entre lo antiguo y lo moderno convierte esta tradición en una muestra admirable de cómo las sociedades pueden preservar el pasado sin quedarse en él.
¿Y tú? ¿Guardarías una escama en tu cartera?
Hoy más que nunca, cuando las tradiciones se diluyen ante el vértigo de lo global o lo viral, historias como la del estanque Rožmberk parecen indispensables. No solo para proteger el patrimonio intangible, sino también como recordatorio de que hay otras formas de relacionarse con la naturaleza, con la comida y con la comunidad.
Así que la próxima vez que veas una carpa, especialmente si es en diciembre, piénsalo dos veces antes de descartarla. Detrás podría haber una historia de 400 años, unos pescadores de botas verdes combatiendo el frío, y quizás, una escama de la suerte llamando a tu billetera.