Crisis en Darfur: el epicentro del sufrimiento humano que el mundo está ignorando

Con más de 12 millones de personas desplazadas y una infraestructura colapsada, Sudán se enfrenta a la mayor crisis humanitaria de su historia reciente

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Una emergencia silenciosa que clama por atención

Sudán está atravesando una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI, con una población cada vez más debilitada por el conflicto armado, las enfermedades y la pobreza extrema. El epicentro de esta tragedia es Darfur del Norte, y en particular la ciudad de el-Fasher, convertida en escenario principal de una lucha feroz entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).

Desde que estalló el conflicto en 2023, más de 40.000 personas han muerto según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y al menos 12 millones han sido desplazadas. La cifra de personas que enfrentan inseguridad alimentaria se ha disparado a más de 24 millones, de acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos (PMD).

El costo humano del conflicto

La directora general adjunta de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Ugochi Daniels, advirtió que solo en lo que va de 2024, la población de el-Fasher ha disminuido en un 62%, una cifra alarmante que evidencia la magnitud del desplazamiento forzado.

Tan solo en la localidad de Tawila, situada a 60 km de el-Fasher, la llegada de desplazados se ha triplicado. Daniels expresó que esta crisis representa desafíos logísticos y humanitarios monumentales para cualquier agencia de ayuda.

“Darfur del Norte sigue siendo el epicentro de la crisis aquí en Sudán y necesitamos la paz para poder acceder a los lugares donde las necesidades son más urgentes”, afirmó Daniels.

Las enfermedades: un enemigo invisible

A los desplazamientos y la violencia se suman graves brotes de enfermedades. El ministro de Salud de Sudán, Haitham Ibrahim, señaló que la propagación del dengue afecta actualmente a 14 provincias. Además, colera y malaria están causando estragos, especialmente en las zonas donde los servicios de salud han colapsado.

En cifras obtenidas al cierre de septiembre de 2024, la OMS documentó más de 113,000 casos de cólera con 3,029 muertes. Aunque se han hecho esfuerzos de vacunación exitosos, la escasez de recursos y la inseguridad impiden una cobertura amplia.

Una infraestructura colapsada

El sistema de salud de Sudán atraviesa una emergencia estructural. Según el ministro Ibrahim, al menos 60% de los hospitales controlados por el ejército han sido restaurados, pero el acceso a herramientas, medicamentos y personal sigue en niveles críticos.

En Darfur y la capital, Jartum, muchos hospitales han sido saqueados. Las pérdidas en equipamiento y recursos médicos se estiman en 11 mil millones de dólares.

Ibrahim destacó que, a pesar de haber distribuido más de 15 millones de mosquiteros contra el dengue y la malaria, muchas zonas, incluyendo el-Fasher, siguen siendo inaccesibles. Los convoyes médicos y humanitarios son frecuentemente asaltados antes de llegar a su destino.

Un financiamiento insuficiente

La realidad económica no es más alentadora. Según Ugochi Daniels, solo se ha financiado el 26% del plan de respuesta humanitaria de Sudán. Para la OIM, dicho financiamiento solo alcanza un 16% de su meta anual.

Ante este panorama, Daniels hizo un llamado desesperado a los organismos internacionales:

“No hay cantidad de ayuda que pueda traer paz, pero si tenemos paz, podremos acceder a las personas que necesitan asistencia”.

Darfur como zona de guerra activa

La región de Darfur ha sido definida por múltiples agencias como una zona de guerra activa. La presencia de las RSF y los continuos enfrentamientos con el ejército imposibilitan el despliegue de misiones humanitarias en varias zonas afectadas.

La inseguridad alimentaria, la imposibilidad de acceder a agua potable, los campamentos saturados y la falta de atención médica están tejiendo una red de sufrimiento que sigue creciendo a diario. Cada minuto que pasa sin una respuesta efectiva se traduce en vidas perdidas.

¿Por qué el mundo calla ante esto?

Organismos como Naciones Unidas y ONGs internacionales han advertido reiteradamente sobre la gravedad del conflicto, pero la respuesta global ha sido tibia. Mientras otras crisis reciben una atención mediática y financiera amplificada, Sudán parece estar cayendo en el olvido.

Esta indiferencia colectiva no solo es moralmente injustificable: es peligrosa. El mayor desplazamiento humano del planeta no puede pasar desapercibido sin que tenga repercusiones en la estabilidad de toda la región Sahel-Sahara y del noreste africano.

¿Y ahora qué?

  • Presión internacional: Es imprescindible una acción diplomática que fuerce un alto al fuego en Darfur y facilite corredores humanitarios seguros.
  • Financiamiento: Las naciones donantes, especialmente aquellas con fuerte presencia en África, deben incrementar los fondos destinados a Sudán.
  • Visibilidad: La tragedia de Sudán no puede quedar relegada en los titulares. Es vital hablar de ella, difundirla y sensibilizar a la opinión pública global.

El mundo enfrenta una prueba moral: responder con humanidad y diligencia ante el sufrimiento o ignorar una crisis de proporciones históricas. Se necesitan más voces que hablen por Sudán, más manos extendidas, más soluciones concretas. Porque detrás de cada estadística, hay una historia humana que no puede quedar en silencio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press