Explosión mortal en Bucarest: ¿descuidos sistémicos o tragedia inevitable?

El estallido en un edificio residencial deja al menos tres muertos y trece heridos en la capital rumana, mientras crecen las dudas sobre la seguridad de la infraestructura urbana.

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Una tragedia sacude Bucarest

Lo que parecía una mañana rutinaria en Bucarest se tornó en caos el viernes 17 de octubre, cuando una poderosa explosión arrasó dos pisos de un edificio residencial en el Sector 5 de la capital rumana. El estallido, que afectó los pisos quinto y sexto de un bloque de ocho plantas, dejó un saldo trágico de tres muertos y al menos 13 heridos, según confirmaron las autoridades locales.

La explosión generó una gran movilización de servicios de emergencia, con la participación de más de una docena de unidades, entre ellas 11 camiones de bomberos y cuatro unidades móviles de cuidados intensivos. Todos los residentes fueron evacuados y se instalaron operaciones de búsqueda para localizar a posibles víctimas atrapadas entre los escombros. Incluso una escuela cercana tuvo que ser evacuada como medida de precaución.

Causas bajo investigación, pero con sospechas claras

Los primeros informes no ofrecieron una causa oficial inmediata, aunque las autoridades han señalado que el suministro de gas fue cortado en toda la zona como parte del protocolo de seguridad. Esta acción apunta hacia una fuga de gas o un fallo en las instalaciones como posible generador de la explosión.

No sería la primera vez que una fuga de gas causa este tipo de tragedia en Europa del Este, donde muchas viviendas todavía funcionan con sistemas de calefacción anticuados y redes de distribución de gas natural que datan de los tiempos del bloque soviético. Muchas veces, la falta de mantenimiento adecuado o de controles estrictos genera un caldo de cultivo para el desastre.

Imágenes impactantes de la devastación

Los servicios de emergencia Rumanos publicaron un video en el que se observa la magnitud de la explosión. Fachadas enteras de departamentos quedaron destrozadas, ventanas volaron por los aires y partes de la estructura del edificio se esparcieron sobre la calle. Incluso apartamentos cercanos sufrieron daños colaterales por la onda expansiva.

Una persona fue encontrada muerta bajo una losa de concreto en el sexto piso, mientras que otras víctimas fueron trasladadas a diversos hospitales de Bucarest con politraumatismos y quemaduras, según reportó el Ministerio de Salud rumano. Al momento del incidente, la estimación inicial indicó que más de 40 personas habían sido evacuadas.

El fantasma de la negligencia estructural

Este incidente ha reabierto un debate candente sobre la seguridad habitacional en Rumanía. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística de Rumanía, más del 35% de los edificios de viviendas en Bucarest superan los 50 años de antigüedad, muchos de ellos levantados durante la era comunista. De estos, una proporción significativa no ha recibido la renovación estructural requerida para cumplir con normativas modernas.

“Las autoridades locales a menudo se ven sobrecargadas y faltas de financiamiento para renovar sistemas esenciales como gas, electricidad o agua potable”, comenta Ionel Popescu, experto independiente en infraestructura urbana. “Esta catástrofe podría haber ocurrido en cualquiera de los cientos de bloques similares que hay repartidos por la ciudad”.

Seguridad urbana en crisis: ¿una bomba de tiempo?

Uno de los temas más recurrentes en los foros cívicos de Bucarest es precisamente el temor latente a accidentes estructurales en vecindarios antiguos. Después del terremoto de 1977, que dejó más de 1.500 muertos en la ciudad, muchos edificios fueron reforzados parcialmente, pero la calidad de las reparaciones ha sido cuestionada durante décadas.

En 2020, un informe divulgado por la Alcaldía de Bucarest reveló que más de 350 edificios en la capital presentaban riesgo sísmico elevado (clasificados como clase I de riesgo). Si a esto se suma el deterioro de las instalaciones internas, el resultado es una población viviendo entre peligros silenciosos.

Medidas reactivas: ¿y la prevención?

Las autoridades reaccionaron rápidamente evacuando todo el edificio y ejecutando un corte en el suministro de gas en la zona. Pero estos son pasos reactivos usuales. El gran interrogante es: ¿por qué no se detectó antes el fallo que provocó el estallido? ¿Qué tipo de controles existen sobre las instalaciones de gas en edificios antiguos?

Con base en las regulaciones rumanas actuales, las instalaciones deben someterse a revisiones técnicas cada diez años. No obstante, la aplicación de estas legislaciones varía significativamente entre sectores privados y públicos.

Historias humanas tras la tragedia

“Estaba en clase cuando sentimos una explosión y las ventanas temblaron”, relató una profesora del colegio cercano. Padres angustiados corrieron al lugar cuando se enteraron por medios locales que se estaba evacuando por seguridad. “Por suerte, ningún niño resultó herido, pero fue una experiencia traumática”, dijo una madre.

Algunas de las víctimas tenían más de 70 años. Vecinos contaron que eran personas vulnerables, jubilados que, según sus hijos, venían reportando olor a gas que era atribuido a una inofensiva fuga de cocina. “Llamos muchas veces, pero nadie hizo una revisión seria”, declaró una residente al canal local Digi24.

Una respuesta con consecuencias políticas

La explosión ha puesto sobre la mesa no solo fallos técnicos, sino la responsabilidad compartida entre vecinos, administradores de edificios, compañías de gas y autoridades locales.

“Cada entidad culpa a la otra. Pero el resultado son vidas perdidas”, sostuvo Andreea Stoica, activista del colectivo “Bucarest Seguro”. Stoica ha iniciado una petición para exigir auditorías de riesgo a todas las edificaciones construidas antes de 1990 en la capital.

Rumanía no está sola

Este tipo de incidentes no es exclusivo de Rumanía. En 2021, una explosión de gas en el centro de Madrid causó la muerte de cuatro personas. En Turquía, explosiones similares en edificios deteriorados han causado decenas de fallecidos en la última década. La urbanización sin planificación y la falta de modernización de las infraestructuras representan un problema común en múltiples naciones emergentes.

Mirando hacia adelante: ¿qué hacer?

  • Aumento en la frecuencia de revisiones técnicas obligatorias de instalaciones críticas (gas, electricidad, agua).
  • Creación de fondos públicos para renovación de infraestructuras en edificios antiguos.
  • Programas de concientización ciudadana sobre signos de alerta temprana, como olores extraños o ruidos metálicos.
  • Estandarización de obligaciones para administradores de edificios, con sanciones en caso de negligencia.

La explosión en Bucarest debe marcar un antes y un después. No se trata únicamente de una tragedia puntual, sino de un síntoma de una crisis estructural silenciada durante años. La seguridad urbana no puede ser una cuestión opcional o secundaria. Es, literalmente, una cuestión de vida o muerte.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press